Flores (del chino) para Lola

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

El Ayuntamiento acondiciona con 200.000 euros un viejo solar junto al Museo de Lola que servirá de tablao. En la imagen, Mariola Orellana, Mamen Sánchez y Francisco Camas, en una imagen de archivo.
El Ayuntamiento acondiciona con 200.000 euros un viejo solar junto al Museo de Lola que servirá de tablao. En la imagen, Mariola Orellana, Mamen Sánchez y Francisco Camas, en una imagen de archivo.

La Rotonda. El año que Jerez pretendía dedicar a su artista más universal llega a su ecuador sin comisariado, sin repercusión y con una extraña e insólita prórroga de cuatro meses.

Como tantas otras cosas en Jerez, todo parece haberse quedado en un titular. Y si no, en algo mucho peor: en un lamentable vodevil de improvisación y falta de planificación. El que iba a ser el gran año dedicado a Lola Flores ha alcanzado su ecuador con la ciudad repleta de banderolas con una imagen ilustrada que evoca a La Faraona, pero sin comisariado, sin actividades y sin repercusión alguna. En el colmo de las ocurrencias en la gestación y posterior gestión de este evento anual programado un año después de que se cumpliera el vigésimo aniversario de la muerte de la artista jerezana más universal —cuando probablemente hubiera cobrado sentido—, ahora se anuncia una prórroga de cuatro meses más sobre aquella anualidad que se vendió públicamente.

En el calendario anual de eventos para 2017 que ha presentado el gobierno local esta semana ya no figura el Año de Lola sino ‘Flores para Lola’, que se programa “de enero a octubre”. En junio del año pasado, la alcaldesa Mamen Sánchez y su responsable político de Cultura, Francisco Camas, hablaron del ‘Año de Lola’ como “un programa de continuidad que se desarrollará entre junio de 2016 y mayo de 2017”, añadiendo once días más (entre el 7 y el 17 de junio de 2017) en los que se iba a organizar “un evento multidisciplinar, de gran formato y clara intención de proyección nacional e internacional cuya programación se dará a conocer a finales de 2016”. Nada más se supo de esta iniciativa. Ni antes, ni ahora. ¿Se imaginan que Viena programara un año dedicado a Mozart y no presentara el programa completo, solo esbozos y una somera declaración de intenciones? ¿Se imaginan un año de Cervantes sin venir a cuento que luego, como por arte de birlibirloque, dura cuatro meses más? ¿Les parecería serio? Como en Jerez parece que todo vale, así nos va.A principios de julio de 2016, el ejecutivo socialista anunciaba la designación de Francisco López, ex director del Teatro Villamarta, como comisario del evento, pero el PP tumbó en pleno el nombramiento al no existir contrato, ni nombramiento oficial que lo amparase. Todavía recuerdan muchos políticos municipales, entre ellos del gobierno socialista, a Camas tratando de justificar la designación para dar respuesta a las interpelaciones de los populares. Estaba entonces metido de lleno en un laberinto de excusas peregrinas en una intervención tras la que, probablemente, las flores del que iba a ser glorioso año de Lola se acabaron de marchitar. Tras aquello, se ha querido justificar la propuesta a salto de mata, con una dedicatoria de la Fiesta de la Bulería, con un par de conciertos en el Villamarta de escasa trascendencia, con unas proyecciones en el Centro Andaluz de Flamenco con una asistencia media de 3-4 espectadores, y con unas jornadas en torno al mito que apenas llamaron la atención de poco más de 5 inscritos de pago.

Hace poco en Madrid una escenógrafa y bailarina sugería la posibilidad de ir visitar “la casa-museo” de Lola Flores en Jerez. “Tiene que ser lo más, pero debe de estar a tope de turistas, ¿no?”, me interrogó, presuponiendo el engorro de bregar con la legión de guiris que suele ir en peregrinación a sitios así. Incrédulo, rabiando por dentro, no pude decirle la verdad. Le mentí advirtiéndole de que esa casa-museo ahora estaba cerrada, que se proyectó hace unos años un museo temático que nunca se hizo pero que, bueno, ahora al menos estaban dedicándole un año conmemorativo repleto de actividades en la ciudad. Le prometí a la vuelta de Navidad el cartel de mi amigo Daniel Diosdado que ilustra la celebración y ella, aunque contrariada, quedó conforme. Desde luego, se trata de una maravillosa imagen para un evento que, desgraciadamente, está a años luz de lo que merecería esa artista capital que paseó por cada rincón del mundo el nombre de su ciudad natal. De la que no solo jamás renegó, como atestiguan los expertos y sus biógrafos, sino a la que siempre llevó por bandera. Una Lola a la que, una vez más, su tierra le ha entregado flores, pero del chino.

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