El presidente Juanma Moreno junto al vicepresidente Juan Marín, en San Telmo.
El presidente Juanma Moreno junto al vicepresidente Juan Marín, en San Telmo.

(Comienzo hoy una serie de publicaciones con epicentro en el Palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta de Andalucía, para compartir con quien desee peripecias y circunstancias pintorescas que vienen aconteciendo desde la llegada de las derechas al antiguo palacio de los Montpensier. Para evitar represalias contra los empleados públicos no citaré las fuentes informantes, sólo los hechos).

Algo ya ha salido publicado en ABC pero el despiporre es de tomo y lomo. El desembarco de los representantes del nuevo Ejecutivo de las derechas ha supuesto elevar a la ‘n’ potencia el gasto en comidas en San Telmo. En poco más de dos meses se fundieron el presupuesto previsto para este fin en todo un año. Antes, en la etapa socialista, no se pasaba de las diez comidas en días laborables. Con los nuevos, el número de comensales se disparó por encima de los treinta. Y no sólo entraba el almuerzo, también el desayuno y en muchos casos la cena. El presidene es uno de los que más se beneficia de la pensión completa en San Telmo, al parecer la despensa de su casa ha de estar vacía.

Como consideran que no ganan suficiente, han tomado esta vía para complementar en especie su salario. Ahorro familiar a costa del erario público y jornada de sol a luna del cocinero para atender tanta demanda gastronómica. En el grupo de comensales no sólo se cuentan altos cargos, sino también personal de confianza. Los jerifaltes actuales ampliaron el número para satisfascer a sus fichajes.

Cuando llegaron se encontraron que el suministro de provisiones para la cocina era de la mayor cadena española de supermercados. Una garantía total, pero no les parecía suficiente la calidad de sus productos. Se cortó abruptamente con el proveedor para dar paso a un servicio gourmet. Y es que la gente de derechas tienen el paladar muy fino y sólo pueden comer exquisiteces. Total si se lo pagamos entre todos.

Alguien debió de alertar del excesivo gasto que suponía esta barra libre en San Telmo que han puesto freno reduciendo el número de beneficiarios del óbolo gastronómico. El escándalo estaba servido y todos los días no se podía hacer comida como si de un banquete de sus muy antiguos moradores de sangre azul, los Montpensier, se tratara.

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