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Desde su puesta en valor, la Zambomba ha experimentado un cambio tan significativo que hoy se ha convertido en un hecho cultural que atrae a propios y extraños. Su resignificación a principio de los 80 ha ido generando un nuevo modelo de fiesta que ha pasado de lo doméstico a lo público, enmarcado dentro de ese movimiento de recuperación de las tradiciones locales y que en palabras de Ramón Pelinski (1997), “(…) y quizás también con la ideología posmoderna de la diferencia, posee un rasgo dialéctico: la recuperación representa una tradición que después de pasar por el tamiz de su negociación (u olvido), se reconstituye a nivel superior como tradicionalismo", construyéndose como un modelo más de identidad de  Andalucía La Baja.

La exportabilidad de la Zambomba hoy es un hecho altamente reconocible, el término zambomba ya no solo se adscribe al instrumento sino que da significado a una fiesta de carácter navideño en la que se interpretan canciones, romances y villancicos de todo tiempo y lugar,vinculados a un entorno geográfico concreto [1]. El reconocimiento a nivel social de la misma se ha ido soportando a lo largo del tiempo sobre distintas variables que han ido definiendo un imaginario estético: La Nochebuena de Jerez, inspirada desde los ambientes folklóricos-flamencos de los años 30 del pasado siglo y fundamentada en la teatralización de la misma y en una vasta discografía flamenca.

A lo largo de esta última década se ha establecido un discurso encendido, nostálgico y esencialista en torno a la autenticidad del actual modelo de Zambomba, tanto que la propia Junta de Andalucía decidió concederle el grado de Bien de Interés Cultural [2]. Sobre la autenticidad o pureza en las músicas tradicionales se olvida que, más allá de su arraigamiento en un determinado contexto cultural y geográfico, éstas poseen una historia constantemente reinterpretada y adaptada a las exigencias de cada época que están en relación coyuntural con los cambios ideológicos, demográficos, mediáticos, económicos, etc. (Pelinski: 2000pág. 155).

Surgen pues cuestiones de calado en torno al desarrollo y evolución de la Zambomba: ¿Es la Zambomba una expresión patrimonial de identidad local? ¿Quiénes contribuyen a este nuevo proceso de reidentificación de “lo jerezano”? ¿Cómo se reconstruye este modelo de fiesta? ¿En qué medida el flamenco la patrimonializa? Se espera, a lo mejor, que en este artículo se contribuya a vislumbrar el origen de la misma recurriendo a sus “mitos fundacionales”. He de decir que ello sale del objeto y alcance de este artículo, sólo se intenta hacer una lectura crítica de los distintos procesos que han ido articulando la vida de esta fiesta y que ha creado su propia narrativa identitaria “desarrollando un género musical como producto diferencial" (García Peinazo, 2013, pág. 304).

Geografías excluyentes

Los cantos de Nochebuena están altamente arraigados en la cultura de la provincia de Cádiz, en su zona sur (Tarifa, Los Barrios...), en las semanas previas se llevaba a cabo el barrunto de Nochebuena, reuniones de vecinos que, al igual que en la Zambomba, se interpretaban distintos géneros y se consumían productos locales de la época.

A 25 kilómetros de Jerez se halla Trebujena, y a 34 kilómetros, Arcos de la Frontera, ambas poblaciones poseen un rico repertorio de canciones y romances que son interpretados en su Zambomba y que plantean grandes analogías con el corpus jerezano, aunque se pueden hallar textos y melodías que ellos asumen como propios y sin apenas documentar en el área jerezana, si no es por informantes originarios de ambas poblaciones. Los espacios de socialización siempre fueron comunales, casas de vecinos y cortijadas, en los que las mujeres jugaron un papel protagonista como preservadoras del repertorio, instrumentistas y mantenedoras de la fiesta y del comensalismo.

¿Es por tanto la Zambomba en su origen un producto jerezano? No lo parece, ya que distintas poblaciones acuñan el mismo término y con el mismo propósito para este tipo de fiesta. ¿Qué elementos propone el juego de las diferencias en esta fiesta? El flamenco ha adquirido un papel patrimonializador, llegándose a entender que esta fiesta por Nochebuena no sería más que una reunión a la “antigua”, en la que se interpretan canciones y romances, muchos de ellos narrativos, si no es por el papel que “lo flamenco” asume en el entorno de la fiesta. La guitarra, el baile y el cante por bulería…, toda una suerte de recursos propios de la escena flamenca.

El entorno flamenco ha asumido un papel tan hegemónico que el Teatro Villamarta escenifica su “Zambomba flamenca “a través de las distintas peñas flamencas, que a su vez suelen tener una o varias Zambombas [3] en sus locales a lo largo del mes de diciembre. Es tal el reclamo que la Zambomba tiene que el número de intérpretes en ese mes se multiplica exponencialmente, dando trabajo temporal a profesionales y aficionados, no sólo en el área periurbana de Jerez, si no que llegan a Madrid, Sevilla y otras poblaciones tan lejanas como Bilbao, siempre con una puesta en escena modulada por prácticas propias de la estética flamenca. Se venden como Zambomba flamenca para establecer esa dicotomía.

En la  larga-corta historia del flamenco, el componente etnicitario ha jugado un importante papel en la construcción del mismo, una prolífica literatura desde el siglo XIX ha ido diseñando una estética basada en lo andaluz y en la que lo gitano juega un papel diferenciador, siempre otorgado desde fuera. En el caso de la Nochebuena de Jerez no se podría haber construido sin estos elementos.

 

Concha Piquer publicitaba su espectáculo de Las calles de Cádiz [4] y La Nochebuena en Jerez con “veinte auténticos gitanos”, en aras de reforzar la identidad sureña y, en este caso de la Nochebuena jerezana, esta corriente filogitanista llegó a calar tanto que las editoras discográficas pronto se prestaron a publicitar sus discos como villancicos gitanos, Nochebuena gitana, navidad gitana e incluso denominaciones como Zambomba de los gitanos de Jerez [5].

La Nochebuena de los flamencos

Si bien los Campanilleros de Manuel Torre, jerezano afincado en Sevilla desde su juventud, pertenecen al repertorio de las agrupaciones corales del campo sevillano, fueron prontamente incorporados a la Nochebuena jerezana. No es, evidentemente, el primer villancico de referencia flamenca pero sí el que más cuajó [6]. La grabación de Manuel Torre es del mismo año que el siguiente anuncio en prensa en el que se vendían los villancicos, sin especificar qué tipo, de Vallejo y El Gloria [7].

El disco de El Gloria, donde tiene registrado el villancico que le hizo famoso, tiene la fecha de 1930, en él se pueden oír a los que le jalean: ¡Viva la Nochebuena de Jerez! No es hasta 1933 cuando se pone en pie la estampa de La Argentinita.

 

¿Cómo se construye en el imaginario flamenco la Nochebuena de Jerez?

En Jerez se decía “cantar un poquito por Nochebuena“ cuando un flamenco dejaba al lado cantes propios de tal repertorio y se arrancaba por los Campanilleros de Torre, de la Niña de la Puebla, de Manolo Caracol, por Los caminos se hicieron de El Gloria o por La Paquera de Jerez, con ello resignificaba ese repertorio e incorporaba nuevos estilemas (Cámara: 2004). El flamenco tiene la capacidad de dotar de individualidad lo que en principio fue colectivo, una manera de autoafirmar su identidad como género musical diferenciador que está en continua representación, de eso vive, teatralizando la música, el texto, los espacios y las distintas prácticas. “El flamenco debe considerarse como arte moderno surgido del intento de homologar ciertas tradiciones musicales, coreográficas, poéticas, con las necesidades culturales de la sociedad moderna emergente” (Steingress G.:2006  pág.52).

En el capítulo dedicado a la Navidad Flamenca de Rito y Geografía del Cante, Manuel Soto “Sordera” dice que en Jerez  “(…) los cantes de Nochebuena se meten en bulerías, allí por lo menos se acostumbra a eso, no sé quién le pondría eso de la Nochebuena de Jerez, yo creo que fue El Gloria que creo fue el primero que la grabó” (25/12/1971).

Artículo publicado en la Revista de Flamencología, n1 29-invierno 2016.

 

[1] El término ya ha adquirido otra dimensión, define a determinados eventos musicales que se desarrollan en las fiestas de Navideñas como “Afro-zambomba”, “Zambom Beats” y “Jazz-Zambomba”, una nueva de lectura, a través de los ritmos caribeños, del jazz o de la música africana aplicado a los villancicos sureños.

[2] Este hecho otorga a los ayuntamientos (Jerez y Arcos) la capacidad de regular un modelo de fiesta que nunca lo tuvo, especialmente a la hora de definir los espacios de socialización y su puesta en escena (lugar, horario, sonido, comensalismo…).

[3] Algunas peñas poseen dos modelos de Zambombas: para socios y abiertas.

[4] En 1942 intentó seguir la estela de Las Calles de Cádiz  con una nueva creación la llamó  Café delPuerto a la crítica madrileña no pareció gustarle mucho esta nueva propuesta escénica  a la que tachó de calco de la anterior.

[5] Hoja Oficial del Lunes, Madrid  12 de Febrero de 1942.

[6] Los dos primeros en registrar fueron El Mochuelo con una farruca y Manuel Vallejo.

[7] La voz: diario gráfico de información, Córdoba, Año X,  Número 3756 - 27 diciembre 1929.

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