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El problema es que hoy en día la mayoría de los que escriben libros lo hacen más por afición y por hacerse notar que por profesión. Los lectores tenemos parte de culpa de la situación porque si estos títulos se encuentran entre los más vendidos es porque los adquirimos. 

“¿Por qué no escribes un libro?” Esta es una pregunta que me han formulado en varias ocasiones. “Porque me resulta una labor muy complicada para la que solo están capacitados unos pocos y la de escritor es una profesión que admiro y respeto. No por ser periodista se está capacitado para ello”. Esa es mi respuesta. Leer es una de mis grandes pasiones. Me encanta ir a las librerías cuando tengo tiempo libre, me parecen lugares mágicos. Pero desde hace un tiempo cuando salgo de estos establecimientos lo hago saturada por la cantidad de títulos amontonados que hay en las estanterías. Reflexiono sobre la pregunta que tanto me hacen y me termina pareciendo lógico que me la formulen. Hoy en día casi todo el mundo escribe libros. Hay más escritores que lectores. Las librerías están repletas de novedades cada semana. Y eso que el sector está en crisis. Es una pena, porque me gusta pensar que un libro nunca sobra, pero hay algunos que lo hacen.

El problema es que hoy en día la mayoría de los que escriben libros lo hacen más por afición y por hacerse notar que por profesión. Los lectores tenemos parte de culpa de la situación porque si estos títulos se encuentran entre los más vendidos es porque los adquirimos. Hoy en día nos fijamos más en una portada en la que aparezca como autor un rostro conocido de la televisión que en otras en las que aparece el nombre de verdaderos escritores que tienen el don y la formación necesarias para dedicarse a ello. Entre los últimos libros que he leído se encuentran algunos de periodistas reconocidos. Tras llegar a la última página la teoría de que en la actualidad se escribe porque está de moda cobra aún más sentido. Culpables también son las editoriales. No hay que olvidar que se trata de negocios y que lo que quieren es vender libros. Pero que se presten a que los famosos de turno publiquen más que quien de verdad lo merece es indignante. Y no solo los famosos, también anónimos que se atreven a plasmar historias que no aportan absolutamente nada. A la hora de escribir un libro estamos en la era del “todo vale”.  Es más seguro agarrarse a un clásico que apostar por las novedades, porque el riesgo de encontrar algo que no transmita conocimiento y cultura y no provoque ese sentimiento indescriptible de terminar un libro apasionante es demasiado alto.

¿A que no todo el mundo se atrevería a dirigir una película, a ser actor o a dedicarse a la música? Pues la escritura debería entrar dentro de estas artes por las que en general se siente más admiración que por la de los libros. Falta respeto hacia los escritores por parte de los que se creen uno de ellos, por parte de los lectores y por parte de las editoriales. Entre todos estamos destruyendo el sector. 

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