Manifestación feminista el 8 de Marzo, en una imagen de archivo.
Manifestación feminista el 8 de Marzo, en una imagen de archivo.

El movimiento feminista aglutina una gran diversidad de tesis e ideas que varían según el contexto en el que se originan todas ellas. En este sentido, cabe la posibilidad de hallar tipologías feministas en diferentes núcleos, ya sea en esferas religiosas o étnicas, dependiendo de los intereses de grupo y del proceso de socialización de los mismos. Sin embargo, cada una de las propuestas trata de alcanzar un mismo objetivo, esto es, la emancipación total de la mujer.

Las primeras apariciones del movimiento feminista en la historia moderna se ubican en la Revolución francesa (1789-1799), entre ellas encontramos un hito fundacional que lleva el nombre de Olympe de Gouges, precursora de lo que se conoce como feminismo liberal burgués y pionera de la divulgación de ideas abolicionistas con respecto a la esclavitud y a la condición de la mujer en la época. No obstante, el feminismo nunca quedó inmune al paso del tiempo y a la evolución de las sociedades modernas, sino que continuó evolucionando hasta nuestros días con grandes conquistas tales como el derecho al liderazgo y a la participación política, la libertad de expresión y los derechos sexuales y reproductivos, entre otros. De esta manera, aunque en un principio podemos situarlo dentro de la tradición liberal, resulta interesante trasladarlo al materialismo histórico de Marx, perspectiva que pone de manifiesto la determinación de los medios de producción y de la economía en una sociedad. 

Teniendo en cuenta lo anterior, encontramos ciertas tesis que encuentran en las diferencias de clase el acicate que origina la posición oprimida de la mujer en la esfera social. Explicado con otras palabras, la mujer, tanto por su género como por su clase social, sufre de una doble condición que dificulta su emancipación al encontrarse doblemente explotada en una sociedad en la que, por un lado, impera un sistema de dominio masculino institucionalizado y en la que, por otro lado, prevalece la escenificación de un menor grado de empleabilidad y de un incremento de la precariedad laboral por diversas razones.

Por este mismo motivo, es necesario ampliar los horizontes dentro del movimiento feminista desde su génesis e introducir nuevos criterios para dar cabida a un mayor número de mujeres en esta incesante lucha que es la de todas, como ya lo hizo la escritora Luisa Carnés en su obra Tea Rooms. Mujeres obreras (1934). En este sentido, tener en cuenta las condiciones materiales y coyunturales enriquece enormemente el análisis y hace florecer a su vez la cuestión que ha suscitado la escritura del presente texto: ¿el feminismo puede ser de derechas? 

Dar respuesta a esta pregunta obliga, en primer lugar, a realizar una diferenciación ideológica dentro de lo que conocemos como derecha, o lo que es lo mismo, a esclarecer la posición ideológica cuya conformación se configura en liberales, conservadores, democristianos, etc. Asimismo, si atendemos a las tesis liberales de forma simplificada, el liberalismo trata de apoyar la igualdad jurídica de los individuos. Ahora bien, ¿cómo podemos tratar y estudiar del mismo modo contextos y roles de género tan diferenciados?

A mi parecer, se deben asumir diferentes problemáticas relacionadas con ciertas variables, por ejemplo,  una mujer puede emanciparse dentro de una élite o de un sector concreto, como también podemos ver a mujeres ejerciendo altos cargos ejecutivos en la actualidad –aunque en menor medida que los hombres–. Sin embargo, ¿cómo se posibilita la misma situación emancipatoria en lo que a términos marxistas podemos referir como mujeres proletarias? La falta de recursos o las situaciones vulnerables dificultan la emancipación de la mujer y las encadena en una constante interdependencia para subsistir. Esto apoya  el debate abolicionista contra la prostitución y las fundamentaciones liberales, las cuales refieren que la prostitución es una actividad voluntaria que ejerce una mujer en plena libertad, pero ¿no es acaso la prostitución una consecuencia del capitalismo? Visto así, resulta ser la mera resolución de la explotación de los cuerpos alimentada por la pobreza.

Por otro lado, dentro de las derechas cabe destacar la vertiente conservadora, que establece el tradicionalismo dentro de un orden determinado que imposibilita la aparición de ciertas fracturas. Por lo tanto, si consideramos que la estructura social tiene un fuerte componente patriarcal, el conservadurismo evita erradicar contra esas relaciones de poder, dificultando cualquier proceso de cambio. Además, dentro del conservadurismo se encuentra inmersa la religión y en España, particularmente, el cristianismo. Por ende, se puede deducir que la religión es un elemento legitimador que aboga por inducir una serie de valores determinados contrarios al movimiento feminista. Así, expresiones contrarias al aborto o el rol que mediante el dogmatismo religioso, interpone en las mujeres una separación en la conciliación de los derechos sexuales o reproductivos, impide el control individual de sus cuerpos.

De este modo, se debe abogar por un feminismo amplio que comprenda y acepte la existencia de variadas necesidades, o lo que es lo mismo, que tenga en cuenta la pluralidad y no un único modelo de mujer esbozado bajo una serie de circunstancias vitales. En este sentido, frente al feminismo liberal de segunda ola que al menos tratan de introducir las derechas en España, cabe señalar una nueva senda para alcanzar la igualdad que a día de hoy no se ha llegado a materializar al completo. De ninguna manera la vida de una mujer en Yemen es similar a la de una mujer europea, como tampoco es equiparable el camino de una mujer que ha nacido bajo el seno de una familia acomodada con alto poder adquisitivo con el que ha de recorrer la mujer que ha sufrido por motivos económicos. 

Por otro lado, en los últimos días hemos podido materializar el “supuesto feminismo” que trata de promover la derecha en relación con el “piquito” de Rubiales, un feminismo que se equipara junto a otras problemáticas o simples interpretaciones electorales como aquellas relacionadas con los pactos para la formación de un gobierno o argumentos basados en enfrentamientos partidistas que no tienen relación con el objeto de la lucha feminista. La derecha no puede ser feminista señalando peyorativamente al movimiento,  argumentando que es una invención de la izquierda o poniendo en duda las afirmaciones de las víctimas,  pero se alimentan electoralmente de los machistas, obviando el hecho de que el feminismo no es una simple serie de ideas que pertenecen a una ideología determinada, sino que es el sonido de las voces ahogadas que nunca pudieron ser escuchadas y las que gritaron como guerreras, como justicieras. 

¿Cómo pueden denominarse feministas quienes mencionan al feminismo como ideología de género? 

 

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