La reportera, acosada.
La reportera, acosada.

Asco, repulsa, indignación. Todo eso es lo que provoca la situación que María Gómez, la periodista que forma parte del equipo de Mediaset que cubre el Mundial de Rusia, lleva días denunciando a través de sus redes sociales. Han sido varias las ocasiones en las que María, micrófono en mano y contando a cámara la información que le tocaba cubrir, ha visto cómo algún descerebrado se ha acercado a ella y le ha propinado un beso sin venir a cuento (al igual que compañeras de otros países que estos días realizan las mismas funciones).

En redes sociales María ha recibido numerosos comentarios como los que aseguran que si la han mandado ahí por su cara bonita y no por lo que entiende de fútbol, ahora no puede quejarse del acoso sufrido. También hay quienes defienden a los asquerosos que han besado a la periodista diciendo que solo intentaban hacer una gracia, que no hay que elevarlo a la categoría de acoso sexual. Es tremendo el precio que hay que pagar por ser mujer y trabajar en algunos sectores.

No hay que echar la culpa de lo que hacen estos hombres a las cadenas, pero también hay que denunciar cómo las televisiones tratan a las mujeres periodistas que cubren la información deportiva, porque fomentan la visión que muchos tienen de ellas. Tan solo hay que ver la foto con la que Mediaset presentaba al equipo que viajaría a Rusia a cubrir el Mundial para comprobarlo. Diez hombres y una mujer. Y por supuesto, de buen ver. Esto debería ser lo de menos. Una mujer puede ser bella, valer mucho y hacer su trabajo de forma impecable.

Pero en Mediaset seguro que más que su valía han tenido en cuenta la belleza de la chica como reclamo para los espectadores. Porque no lo olvidemos, de cara a los y las machistas si eres mujer no llegas por méritos propios a un puesto de trabajo. A esto hay que añadir el papel que otorgan a María a la hora de cubrir el evento en cuestión. Un papel nada relevante comparado con el de sus compañeros. A ella le toca estar en la calle, buscando historias, buscando noticias, realizando trabajo de campo. En definitiva, lo más farragoso. A la mayoría de ellos les toca narrar los partidos, estar en los campos de fútbol y entrevistar a los protagonistas. Esto no es nuevo.

Esta vez sí debe sonar fuerte el “Gracias María”, porque hay que agradecerle su valentía al haber dado visibilidad a una situación extrapolable a muchos sectores laborales

Sin ir más lejos lo que sucedió con Sara Carbonero cuando ocupaba el mismo puesto fue muy similar. La participación de la periodista en la Eurocopa de 2012 se recuerda por el famoso “Gracias Sara”. Así era como sus compañeros despedían las conexiones con ella y la frase se hizo viral como mofa hacia la periodista. En ocasiones Sara se equivocaba (como todo el mundo, pero según quien se equivoque resulta imperdonable). Pero otras veces eran sus propios compañeros los que le hacían preguntas absurdas y a ella no le quedaba más remedio que responder de forma simplona. Hasta sus propios compañeros se reían de ella. Sara también lo tuvo difícil en el Mundial de 2010. Fueron muchos los que le echaron la culpa de que la selección española no ganara el primer partido, asegurando que su relación con Iker Casillas y su presencia en los estadios distraían al portero. Semanas más tarde España se convertía en campeona del mundo. Ahí nadie le dio las gracias.

Resulta incomprensible que para muchos la culpa la tengan ellas. Tienen la visión de que las culpables del acoso sexual que sufren las periodistas deportivas (y más cuando están cubriendo un evento de fútbol) y que las culpables de aceptar estos trabajos, de aceptar una de las grandes oportunidades laborales de sus vidas, son ellas. Una gran injusticia, ya que ellas se limitan a hacer su trabajo lo mejor que saben y a demostrar que ser mujer no está reñido con el periodismo deportivo. Por eso es tan importante que María haya sido capaz de denunciar lo que está sufriendo en Rusia. Esta vez sí debe sonar fuerte el “Gracias María”, porque hay que agradecerle su valentía al haber dado visibilidad a una situación extrapolable a muchos sectores laborales.

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