repor 15M 1
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Estamos en un momento donde replantearse cosas sobre nuestro modelo económico y social viene siendo muy habitual. Es evidente que de las crisis y de la precariedad surjan la politización y las reivindicaciones. Nos pasa un poco como a los mejores artistas y poetas en las épocas más oscuras o reaccionarias, deben rebuscar más en las metáforas y en el doble lenguaje para pasar el filtro de los poderes y llegar al gran público, esto nos hace ser más brillantes y creativos. La verdadera inteligencia.

Surgen círculos donde las personas acaban por sorprendernos con sus reflexiones y preguntas. Es evidente que el espíritu critico está instalado en nosotros y solo tenemos que quitar el polvo a nuestras aletargadas vidas para ser útiles en este proceso que cambiará nuestro sistema económico. Todo esto choca con el ascenso de Trump en EEUU y el auge de la ultraderecha en algunos países de Europa, no me chupo el dedo, pero aun así soy optimista o me lo impongo... quién sabe. Lo percibo en el ambiente.

Lo que primero he advertido con total interés y alegría es que los individuos ya no ven al capitalismo como algo inamovible, como si fuera el misterio de la santísima trinidad. No hace mucho, salvo minorías más cultivadas culturalmente, muy pocos cuestionaban que la economía podía variar, estábamos instalados en la mediocre idea de que los designios de los mercados, los tratados, las transacciones entre bancos, las grandes empresas, en definitiva, los poderosos, eran dioses intocables.

Pero mi sorpresa viene dada cuando las tertulias se ven repletas de palabras como troika, FMI, asamblea, participación, autogestión, neoliberalismo, clase media, impuestos, horizontalidad, democracia, etc. Algo muy curioso y aunque todavía cueste liberarnos de las doctrinas del “Dios supremo” de la economía llamado capitalismo, cuanto menos ya va habiendo más personas que comienzan a dudar más de él. Empezamos a preguntarnos ¿ Y si los políticos desde los parlamentos pudieran controlar el “libre” mercado? ¿ Y si lo “libre” no es tan libre y esa palabra la ha introducido una élite para hacernos comulgar, sin ningún espíritu de critica, cualquier movimiento económico?

Tras un periodo bipartidista, de las plazas han surgido nuevas formas –que ya eran antiguas en la historia– como partidos y plataformas, con la idea de renovarnos. Esto no significa que de un plumazo el sistema cambie y que mi generación lo vea, pero esta bola de nieve empieza a ser más grande y a tomar más velocidad. Empezamos a ver cómo el capitalismo ya ni siquiera necesita a la clase media, creado quién sabe, por la influencia socialdemócrata o porque necesitaba consumidores, y por esto se nos ha encendido de nuevo la misma bombilla que a lo largo de la historia sacó al hombre del oscurantismo. Nos sentimos excluidos.

No voy a decir que este proceso sea el mismo que permitió a la humanidad salir del feudalismo. Pero una cosa está clara, a lo largo del tiempo se han dado cambios más extremos y se consiguieron cotas elevadas de bienestar cuando estaba todo, a priori, perdido para los pobres ¿Por qué no ahora? Los individuos están pensando y empiezan de nuevo a ser contestatarios con los que les oprime. Ya los dioses son menos divinos y el miedo se ve diluido ante la pobreza. Situación perfecta, como dije anteriormente, para la metáfora, el pensamiento e incluso el arte. Una especie de 'neohumanismo' apoyado por la gran herramienta de las redes sociales.

Cuando un idea se instala a favor del bien común en el imaginario colectivo es imparable. Asumiendo que el boicot de los poderes reales y fácticos será terrible. Pero cuando una ventana se abre y la luz entra con el calor adecuado para abrir las conciencias ya nada podrá detenernos. El proceso y la meta se vislumbran. Sus formas y su asimilación podrán ser discutidas o temidas pero de una cosa estoy convencido: El cambio ha comenzado y esto es imparable.

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