La bicicleta: palanca del cambio de modelo productivo

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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A finales de 2015, el nuevo Gobierno andaluz decidió reducir drásticamente las partidas presupuestarias destinadas a desarrollar el PAB. 

En 2014, el Gobierno andaluz aprobó el Plan Andaluz de la Bicicleta (PAB). El primer objetivo del Plan consistía en crear una red segura de vías ciclistas en las ciudades andaluzas. El PAB representaba una verdadera apuesta por la bici. La inversión autonómica y municipal estimada fue de 421,47 millones de euros, con una previsión de 15.000 nuevos empleos de cara al 2020. Se consideraba, por fin, a la bicicleta como lo que es: un medio de transporte ecológico e igualitario, capaz de generar una enorme rentabilidad social y económica. Ninguna comunidad autónoma había tomado una decisión política tan importante en este sentido. Esta iniciativa colocaba a Andalucía en la vanguardia del Estado, en lo que se refiere a las actuaciones encaminadas a cambiar el modelo de movilidad urbana.

En dicho plan, la Junta de Andalucía financiaría las obras en un 75% y el resto lo aportarán los Ayuntamientos que firmasen convenios con la Consejería de Fomento. Las diez ciudades que fueron elegidas para poner en marcha el plan, eran las más pobladas, las ocho capitales, más Algeciras y Jerez, todas ellas gobernadas, en el momento en que se aprobó el PAB, por alcaldes del Partido Popular. Se demostraba así, que más allá de intereses puramente partidarios, cuando se trata del bien común, las administraciones pueden y deben colaborar, y ello al margen del color político del gobierno respectivo. La Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía, dirigida por IU, puso en marcha las inversiones necesarias en estas ciudades, con acuerdos, que no siempre fueron fáciles y con fuerzas políticas que se sitúan en las antípodas ideológicas. Una forma de actuar desgraciadamente poco habitual, como los ciudadanos de Jerez sabemos bien, ya que el poder en una administración es usado normalmente como arma política contra otra, dominada por el adversario político, o viceversa. En definitiva, parabienes y proyectos para la del mismo color.

Más allá de las polémicas puntuales por la ejecución del carril bici, Jerez cuenta en la actualidad con 40 kilómetros de pistas ciclables. Fruto, en gran medida, de la citada colaboración entre administraciones. El fomento del uso de la bicicleta es una apuesta de futuro. En el aumento en los desplazamientos en velocípedo, todo son ventajas: salud pública, respeto al medio ambiente, reducción de emisiones contaminantes y de ruidos, rapidez de desplazamientos, ahorro para la economía familiar, liberación de suelo, eliminación de atascos, independencia energética y un largo etcétera.

Pero la defensa y promoción de la bicicleta, para IU-LV-CA, no es una política aislada, sino que se debe enmarcar en una defensa estratégica del transporte público: del autobús metropolitano, de los trenes de cercanías y media distancia, -tan amenazados ahora por la política de recortes del Gobierno central-, y de las grandes infraestructuras de transporte público colectivo.

Frente a este planteamiento, a finales de 2015, el nuevo Gobierno andaluz decidió reducir drásticamente las partidas presupuestarias destinadas a desarrollar el PAB. Mientras los países de nuestro entorno intentan implementar medidas que frenen el calentamiento global, el ejecutivo de Susana Díaz da un paso atrás. Desatendiendo al interés ciudadano, olvidando prioridades y despreciando el trabajo realizado en la anterior legislatura, en 2016 únicamente se destinan 16 millones de euros al PAB; una cifra que no alcanza ni siquiera el 10% del montante de inversión previsto para los cuatro años de duración del plan.

Hay que abandonar la cultura automovilística que aún se promueve; un modelo que intenta solucionar la congestión aumentando la capacidad de las vías y que, sin embargo, provoca mayor afluencia de vehículos

Aproximadamente el 80% de la contaminación atmosférica en España la produce el tráfico rodado y, a este respecto, los desplazamientos urbanos, la mayoría de ellos prescindibles o facilmente sustituibles, suponen una parte fundamental. A ello se le suma la contaminación acústica, los accidentes, la congestión y pérdida de tiempo, o su repercusión negativa en la salud de las personas. Dicho de otra forma, el Gobierno de la Junta de Andalucía debe posicionarse. Hay que elegir entre dar prioridad al peatón y al ciclista o seguir favoreciendo injustamente al coche. Redistribuir el espacio público para crear entornos más amables o, por el contrario, seguir permitiendo que todo siga ocupado ilegítimamente por el coche privado. Proteger la salud de la ciudadanía o asumir como una fatalidad la contaminación acústica y atmosférica a la que nos somete el coche privado. Mentir respecto a las medidas que se van a tomar contra el calentamiento global o, sin embargo, apostar con valentía por políticas que reduzcan el peso de las energías fósiles.

Hay que abandonar, en conclusión, la cultura automovilística que aún se promueve; un modelo que intenta solucionar la congestión aumentando la capacidad de las vías y que, sin embargo, provoca mayor afluencia de vehículos y, en consecuencia, un perjuicio aún mayor. Desenmarcarnos de una política que lleva demostrando su ineficacia desde hace más de treinta años.

Como alternativa, debe erigirse una política coherente de apoyo a la bicicleta. Creemos en una ciudad compacta, de servicios, interconectada e inclusiva, enraizada en nuestra tradición mediterránea, en contraposición a ese modelo de ciudad diseminada y enloquecida que alumbró el boom del ladrillo. Continuar, pues, con las políticas que Izquierda Unida ha abanderado y llevado a cabo cuando le ha sido posible. Incluso cuando nos quedábamos solos en el Ayuntamiento de Jerez votando contra las modificaciones del PGOU. Modificaciones encaminadas a aumentar el volumen de viviendas construidas en nuestra ciudad, sin atender a las necesidades reales de sus habitantes. Por el contrario, entendemos al urbanismo como un instrumento de ordenación del crecimiento que permitiera un desarrollo adecuado a las necesidades futuras de la población, y un reparto justo de las plusvalías, o del acceso de aquella, a los bienes y servicios de manera equitativa. Y el tiempo nos dio la razón. Las políticas llevadas a cabo en la ciudad no sólo han resultado fallidas sino que ha hundido a Jerez en un profundo pozo de deuda impagable, una deuda que atenaza e impide la iniciativa municipal.

Frente a políticas erráticas como esa, tanto a nivel municipal como andaluz, necesitamos a políticos valientes que miren por el bien común, aunque sus decisiones no provoquen réditos electorales inmediatos. Los gobernantes que sigan favoreciendo al automóvil, olvidando el gravísimo problema del cambio climático, que, además, tan fatales consecuencias va a tener para Andalucía, serán duramente juzgados por la Historia.

Área de Medio Ambiente y Ecología

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