El hecho de que se esté hablando tanto de este asunto tiene una lectura clara: la última decisión no está tomada.
No se entiende muy bien la polémica que se ha creado en torno a la desaparición del peaje en la AP-4 entre Jerez y Sevilla. No se entiende, digo, porque simple y llanamente se daba por hecho su desaparición para el 1 de enero de 2020 por el simple cumplimiento de los acuerdos al respecto, pronunciamientos políticos y, por supuesto, el final de la concesión.
El hecho de que se esté hablando tanto de este asunto tiene una lectura clara: la última decisión no está tomada. Los términos del acuerdo que se vendieron en su día parecían claros, pero a estas alturas del debate, de los dimes y diretes que se están produciendo, parece que debe haber letra pequeña, aspectos interpretables. Si no, no se entienden decisiones como la del propio PP, llevando al Congreso de los Diputados una propuesta para que no se prorrogue este peaje, nadie se pide a sí mismo nada, sobre todo si la decisión —positiva— estuviera tomada, no se entiende muy bien a qué viene esta incertidumbre… a no ser que los populares hayan llegado a la conclusión de que en este momento se puede extraer algún tipo de rédito de este asunto, como si la supresión fuera —digamos— una decisión de nuevo cuño, que deba tomarse aquí y ahora, en lugar de venir de hace años.
Teófila Martínez incluso ha comprometido su continuidad en política a la supresión del peaje porque —y ahí no hay duda posible— el PP lo llevaba en su programa electoral, vamos, que si al final es que no, ha anunciado que coge la puerta, para variar en la política española…
Pues veremos a ver qué ocurre en las próximas semanas. Desde luego, el mero hecho de que se hable e incluso haya iniciativas políticas al respecto, nos llevan a pensar que en este tema no está todo dicho.
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