Juan, así no

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Tras visualizar varias veces la escena, me percato de que no sólo te conviertes en un presentador que acosa a su compañera, sino que, además, la ridiculizas y la reduces a unas piernas y un culo que, obviamente, crees que ella debe de enseñar.

Juan, así no.

Así no se trata a una compañera de trabajo, por más que aleguéis que lo habíais pactado y que todo es una broma. En su caso, (confiando en que de verdad estaba preparado), se trata de una broma que no hace ni puta gracia. Y no sólo porque esté fuera de toda lógica que en un programa de televisión en directo un hombre se ponga sin razón alguna a cortarle la falda a la presentadora sino porque, al igual que defiendes que tu programa tiene un marcado componente “social” por buscarle pareja o compañía a la gente de la tercera edad que se siente sola, deberías haber pensado en la responsabilidad que tienes con tu audiencia como personaje público que eres.

Juan, no voy a criticarte como empresario ni hombre de éxito en televisión. Sé de sobra que eres una persona inteligente en los negocios y que los colegas que trabajan contigo (entre ellos, muchas mujeres) están contentos porque sus condiciones laborales son dignas.

Pero permíteme, Juan, que te afee el sinsentido del otro día. ¿A qué venía? "Te corto por haber bailado tanto", le dices. ¿Perdona? Ah, claro, que bailar es una actividad en la que uno puede dar rienda suelta a todo su ser y expresarse como le viene en gana y, claro, eso no está permitido supongo, ¿no?

Tras visualizar varias veces la escena, me percato de que no sólo te conviertes en un presentador que acosa a su compañera, sino que, además, la ridiculizas y la reduces a unas piernas y un culo que, obviamente, crees que ella debe de enseñar. ¿Para qué si no está ahí, no?
“Juan te has vuelto loco”, te dice. “Sara, por Dios, no me dejes”. “Por favor, Antonio, sujétale”, pide a sus compañeros entre risas, pero visiblemente nerviosa por hasta donde ha llegado la supuesta broma. “Que se me ve todo”, se queja mientras le pide a otro cámara que deje de enfocarla. Porque, efectivamente, se le ven incluso las bragas cuando se da la vuelta. Escuchado y visto una vez más el vídeo, sinceramente Juan, no parece que a ella le haya gustado la deriva del tijeretazo por mucho que estuviera pactado.

He de confesarte que antes de escribir estas líneas he estado leyendo todo tipo de comentarios acerca de la escena. Muchos te defienden y lamentan que haya quien ponga el grito en el cielo (como la diputada de Podemos Teresa Rodríguez) contra ti, el simpático, galán y caballeroso presentador detodalavidadeDios. Lo curioso es que los únicos argumentos que utilizan son los de acusar a los que aquí vemos un claro ejemplo de cosificación (micromachismo, si se prefiere) de retrógrados o feministas incongruentes que nos hemos convertido en monjas y no toleramos escotes ni minifaldas. !!Ay, si supieran lo que me gusta el juego de la seducción y la provocación con todas las armas que me proporciona mi cuerpo, pero cuando decido empezarlo yo, no cuando alguien me lo impone…!!

En fin, también se han apresurado a sacar imágenes de cuando Paz Padilla quiso desnudar a un chico en su programa diciendo que aquello no provocó polémica, algo que, aparte de haber sucedido en una televisión privada que, afortunadamente, no pagamos entre todos, es mentira. Se escribieron también reportajes sobre este otro reprochable caso de acoso televisivo.

Pero volvamos al tema inicial. Quizás, Juan, de todos los comentarios leídos el que más me ha llamado la atención ha sido el de tu compañera Eva, que en su Facebook se ha defendido asegurando que no se siente víctima de tu machismo aunque sin querer citar la dichosa palabra, que parece que se está convirtiendo en un término tabú.

Eva, desde mi humilde punto de vista, así tampoco llegamos a buen puerto. No te sientes víctima y me alegro, pero piensa en todas las mujeres que son acosadas a diario (en verdad, no en broma) y que no tienen en su casa o en la calle a una Sara o a un Antonio que las defienda y aparte de las tijeras de su acosador. Piensa, por favor, en tu responsabilidad social, en que trabajas en una televisión pública y en que eres el espejo donde muchas mujeres se miran a diario.

No te culpo, créeme. Sé que es muy difícil darse cuenta de que una está siendo objeto del heteropatriarcado que tanto nos perjudica a todos, hombre y mujeres. Yo también me planteo a diario si debo de consentir tal o cual gesto, si quizás estoy exagerando cuando recibo ciertos mensajes que no me gustan, etcétera. Es el gran problema al que nos enfrentamos, que el machismo está tan asentado y asumido por nuestra sociedad que a veces te hacen sentir culpable sólo por cuestionarlo. Además, ya sabemos lo difícil que es esta jodida profesión de periodista en la que, sobre todo en televisión, no sólo tienes que ser buena sino estarlo y, a ser posible, enseñarlo.

Lo peor de todo esto, creo, es que no es la primera vez que ocurre en vuestro programa por mucho que Canal Sur TV haya salido del paso diciendo que se ha tratado de un sketch de “humor desafortunado”. Ayer me sorprendía al ver esta noticia y comprobar las otras muchas ocasiones en las que habéis protagonizado escenas parecidas. Tu intención siempre es la misma, Juan: conseguir algo que ella no quiere hacer motu propio como darte un beso, enseñar sus magníficas extremidades o dejarte acariciar sus pechos.

A veces da miedo ponerle nombre a las cosas, Juan, pero esto es lo que es, no nos engañemos más.

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