captura_de_pantalla_2017-05-18_a_las_7.45.39.png
captura_de_pantalla_2017-05-18_a_las_7.45.39.png

La semana que viene, concretamente el próximo jueves 25 de mayo, a las doce del mediodía, formaré parte de una mesa redonda: Mujeres creadoras, la cultura como fortaleza, en los Claustros de Santo Domingo de Jerez, dentro del marco Mujeres en el espacio mediterráneo.

Se me ha pedido que colabore hablando de jóvenes creadoras. Y me ha hecho pensar que… es curioso, porque siempre he sido muy despegada -creativamente hablando-. He leído a escritoras contemporáneas maravillosas y nefastas, pero por simple elegancia alabo a las primeras y finjo no haber oído hablar de las segundas, independientemente de lo famosas que sean. Nunca he tenido impulsos de colaboración ni de creación en pareja o en grupo con otros escritores, no por vanidad sino por pura pereza. Y, en general, no conozco el trabajo de mi generación, excepto el que destaca demasiado por publicidad, calidad o ambas cosas encontradas en excepcional casualidad. Podría decirse que me importa un bledo lo que estén escribiendo las demás, pero no sería del todo exacto. Valga como ejemplo que admiro el trabajo de más de una poetisa más joven o apenas unos años mayor que yo, alguna desconocida y alguna muy solicitada. Pero, claro, poesía no es novela.

Nunca he sentido que perteneciese a un gremio, los autores solemos disfrutar enormemente del trabajo a solas. No es como el cine, por ejemplo, que va forjando círculos entre las mismas personas porque no tienen más remedio que trabajar juntas y porque no estar dentro significa estar fuera. Si eres escritora, no estar dentro de un círculo no significa estar fuera de nada. El círculo eres tú misma. Hay una independencia muy grande, una individualidad muy grande, si se desea.

No siempre es bueno dejarse influenciar por las corrientes que a una le toca vivir. Cervantes admiraba a los clásicos y estaba muy out, no como Lope de Vega, que estaba muy in, pero un día se puso a escribir El Quijote, por el que nadie daba un duro. Y, claro, le salió la mejor novela de la Historia de la Humanidad.

Suerte del editor que sepa ver la individualidad, aunque tendrá que saber dirigir bien su publicidad, porque la competencia contra los youtubers, booktubers, influencers y demás ola de estrellas de la red con libros en el mercado está muy desequilibrada. Además, ahora Amazon ha democratizado tanto la capacidad de publicación de cualquier usuario, que seleccionar un producto de calidad entre tanta madreselva es misión casi imposible. Pero, volviendo a los editores tradicionales, se ahorra uno mucho dinero si sabe a qué puerta quiere llamar. Esto, sinceramente, no debería ser problema del autor, sino tan solo del editor. Porque si el autor está más pendiente de atraer seguidores que de leer a los clásicos o a quien escriba mejor que él, la obra pierde frescura en la forma y calidad en el contenido inevitablemente. En cualquier caso, es obvio que Megan Maxwell no va a quitarle lectores a Almudena Grandes, ni viceversa. Y sus editores deberían tenerlo en cuenta.

A lo que iba.

En general, mis influencias e inspiraciones generacionales femeninas sólo son literarias en un ínfimo porcentaje, porque me fijo mucho más en el trabajo de mujeres que crean música, ilustración, fotografía o arte audiovisual. Si hablamos de las influencias de autoras, tengo que irme a generaciones anteriores: Almudena Grandes, Mary Shelley, Jane Austen, Santa Teresa de Jesús, Agatha Christie, Anne Rice…

Quizás el hecho de que muchas peleemos solas, y estemos a gusto defendiendo nuestro trabajo a solas, se deba a que nuestros orígenes fueron esos: vernos solas, diferentes al resto, interesadas en aquello que a nadie interesaba. Cuando, siendo una niña, entiendes que tu entorno no debe frenarte, desalentarte, distraerte de tus objetivos, etc., al final acabas fiándote lo suficiente de ti misma como para no necesitar mucho más a la hora de conformar tu obra. Venderla, eso sí, es otro cantar.

Haré lo que pueda por contaros cosas muy, muy interesantes sobre jóvenes creadoras -literatas o no- de mi generación y cómo desde muy niñas enfrentamos y moldeamos la cultura en la que nos ha tocado desarrollar nuestras inquietudes artísticas. Es sorprendente ver cómo ciertos patrones se repiten en todos los ámbitos artísticos.

Os esperamos el próximo miércoles 24 y jueves 25 de mayo en los Claustros de Santo Domingo de Jerez con Mujeres en el espacio mediterráneo.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído