Necesitamos abrir las posibilidades de disfrute estético en esta ciudad. Pero mantener el músculo crítico que cuestione todo aquello que nos rodea, parece que no interesa
Convencida estoy de que en Jerez no hay públicos para expresiones artísticas contemporáneas, aquellas que nos hacen construir nuevos espacios para reflexionar y plantearnos una sociedad desde otros parámetros. Mantener el músculo crítico que cuestione todo aquello que nos rodea, parece que no interesa. Conclusión a la que he llegado simplemente, porque no se programa.
Desde los años 70 los espacios dedicados a la cultura comienzan a hablar de “museos integrados”, terminología desarrollada por miembros del ICOM (Consejo Internacional de Museos), Georges Henri Rivière y Hughes de Varine, donde los contenidos vienen dados no por el enaltecimiento de obras de autores señeros , sino por la conexión del espacio con su entorno, el cual viene dado por la cultura, la naturaleza y las relaciones sociales.
Estos procesos participativos e integradores, muy comunes en nuestros tiempos, están generando una serie de contenidos basados en los intereses de particulares debatidos en salas, ricos en experiencias pero carentes de un conocimiento específico. Un nivel tertuliano del que todo sabe, que no pasa del grado de superficialidad y conformismo afable a la hora de la resolución de conflictos.
Un estado apacible que no ayuda a la construcción ejecutora de un verdadero cambio. Una catarsis de la negación sistemática propia de las mentes cerradas a la innovación, al estudio de los públicos y a la aplicación de las herramientas que nos proporciona el marketing cultural.
Emplear estos marcos de trabajo para dar una nueva vida a los posibles espacios en la ciudad, tanto convencionales como no, observar la asistencia, el impacto social, el valor económico o el conocimiento de la propia institución. Cuidar de los públicos: fidelizado, frecuente, esporádico, potencial... Programar al detalle, escuchando, arriesgando, generando contenidos bien documentados, unidos al territorio y con una aspiración internacional, no sentirnos periferia e intentar provocar, lucirnos con propuestas llenas de calor, un calor aplicable al quejío flamenco o a la bata de cola. Necesitamos abrir las posibilidades de disfrute estético en esta ciudad.
Siendo el público en su mayoría usuario de las nuevas tecnologías y comunicador de sus propios contenidos y los de otros a través de las redes, tendríamos que incorporar estas nuevas capacidades al desarrollo de programaciones acordes a este potente canal de comunicación y constructor de contenidos.
Apostemos por unas Instituciones Públicas abiertas a todas estas cuestiones, sin olvidar la escucha, la innovación y no descuidemos el pasado para no caer en “el todo vale y porque yo lo valgo”. Rotundamente decir que sí hay públicos en Jerez para diversificar las líneas de trabajo de las programaciones, que se dan en los diferentes espacios con los que cuenta la ciudad. Revisemos las posibilidades e incorporemos todo ese potencial que atesoran las nuevas generaciones y la sabiduría de los mayores que se abren a compartir y a crecer en una existencia rica en el contacto, la fusión y el crecimiento intelectual y emocional.
