La Cartuja de Jerez, en una imagen de archivo.
La Cartuja de Jerez, en una imagen de archivo. MANU GARCÍA

Que Sevilla consiguiese la Expo de 1992, que Barcelona consiguiera para ese mismo año los Juegos Olímpicos y que Madrid por mucho que lo haya intentado no ha conseguido nada, no son hechos casuales. La Expo y los Juegos Olímpicos del 92 fueron el empujoncito que necesitaban Sevilla y Barcelona para adaptarse a nuestros tiempos como ciudades modernas. Barcelona entre muchas otras cosas ganó varios anillos urbanos y Sevilla prácticamente fue remodelada entera, hasta cambiaron el curso del rio.

La justificación de tales eventos estaba clara, se trataba de ciudades con un gran potencial pero que por sus circunstancias no estaban dando todo lo mejor de sí, diamantes en bruto. Merecía la pena invertir en ellas para que fueran referentes mundiales. Madrid, sin embargo, ¿qué empujón va a necesitar? Tampoco estaba en posición de competir en una lucha de titanes contra otras capitales mundiales cuando apenas 30 años atrás se habían celebrado otras olimpiadas en el mismo país.

A la Capitalidad Europea de la Cultura 2031 le ocurre algo parecido. Para empezar, en mi opinión, nuestro competidor directo en Andalucía no necesita ese empujoncito. Granada cuenta ya con una oferta cultural consolidada y de renombre. Un pequeño ejemplo de ello es que el Patronato de la Alhambra y el Generalife es la única agencia de la Junta de Andalucía capaz de autofinanciarse con sus propios ingresos e incluso obtener superávit. Sinceramente, la capitalidad de la cultura no es algo que necesiten.

Jerez, sin embargo, tiene mucho potencial y le hace falta ese empujoncito para explotarlo como debe ser. Lo mejor de Jerez, es que tenemos muchas cartas que jugar, solo hay que utilizarlas correctamente. La oferta cultural de Jerez es muy amplia, cubriendo todas las disciplinas artísticas, y no solo eso, además es accesible. Por ejemplo, son muchos los locales que ofrecen música en directo y de todos los estilos, desde el flamenco a rock progresivo pasando por swing, música electrónica, latina…

Jerez es la cuna de muchos músicos reconocidos en toda España, que de vez en cuando se dejan caer por Damajuana para ofrecer un buen espectáculo. Contamos también con varios festivales de distintos tipos. Y del mundo del flamenco ya ni hablamos, con proyección de hacer hasta un museo para Lola Flores.

Tampoco es difícil encontrarse una exposición de óleos en la Pescadería Vieja, en los Claustros, en el recién inaugurado Bretón Artespacio o incluso en el Alcázar. Los pintores jerezanos cubren todos los estilos, desde el hiperrealismo hasta el arte abstracto. Incluso tenemos joyas como zurbaranes repartidos entre varias bodegas.

Jerez es única. La fachada del Gallo Azul no tiene nada que envidiarle a ninguna otra. En España no hay otra calle igual a la Calle de los Ciegos. El Monasterio de la Cartuja es todo un filón de oro por explotar… Cualquiera que viene de fuera queda impresionado por los tabancos y las zambombas en navidad. Incluso he visto sevillanos aceptar que la feria de Jerez es mejor que la suya. Hay que sumar el vino, los caballos… La oferta cultural de Jerez es infinita, pero necesita un impulso.

Si conseguimos la Capitalidad Europea de la cultura podremos dar a conocer todo lo que tenemos, aparte de ser una oportunidad de oro para restaurar y mejorar todo el patrimonio mencionado. Esta tarea ya no es una cuestión de turismo, economía o superávits. Es darle a Jerez y su cultura el lugar y la difusión que les corresponde. Y no solo Jerez, ¿y si sumamos el potencial de la provincia entera?

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