Imagínate que te despiden un día de tu trabajo. Te seleccionan de entre más de 1.000 personas cuya entrada en sus respectivos puestos puede ser igual de dudosa que la tuya. Pero te seleccionan a ti. Te tocó. Te ponen en la calle sin que el criterio elegido para eso haya sido transparente, objetivo.
Imagínate que te despiden un día de tu trabajo. Te seleccionan de entre más de 1.000 personas cuya entrada en sus respectivos puestos puede ser igual de dudosa que la tuya. Pero te seleccionan a ti. Te tocó. Te ponen en la calle sin que el criterio elegido para eso haya sido transparente, objetivo. Luego hay una sentencia que declara improcedente ese despido precisamente por la arbitrariedad en la selección de los 260 afectados de la empresa que, como tú, sin saber muy bien por qué, se ven en la calle sin empleo. Esa sentencia no es firme. Es del Alto Tribunal andaluz, el TSJA, y es revocada por el Tribunal Supremo, en una decisión sin precedentes y con un voto particular suscrito por casi la mitad de los jueces de la sala que estiman la nulidad de tu despido.
Luego, en las demandas individuales también logras que el tribunal declare improcedente el despido. Han pasado ya casi cuatro años desde que te obligaron injustamente a abandonar tu puesto de trabajo. Se te ha acabado el paro, quizás eres uno de esos mayores de 50 a los que este país ha desahuciado laboralmente. Tu situación es desesperada. Puede que hasta no tengas para comer, como se ha dado el caso entre otros afectados. Pese a que la sentencia vuelve a ser improcedente, no te readmiten. Tu abogado no gestionó bien el recurso; el Ayuntamiento solicitó la indemnización antes que la readmisión, y ahora no tienes posibilidad de regresar a tu empleo, ese por el que llevas cuatro años largos batallando.
Te han arrebatado cuatro años de tu vida, con sus días y sus horas, solo pendiente de poder volver a entrar en tu trabajo, mareado con recursos, agobiado por la cuenta corriente seca, por tu futuro, sin saber si puedes rehacerlo o tienes que seguir esperando alguna posibilidad. Si te quedas o te vas. Si puedes vender tal cosa para sobrevivir o conservarla. Ves una luz, una posibilidad, y al final también se desvanece. No hay opciones. ¿Te imaginas sentirte así? ¿La impotencia, la rabia, la crueldad, la frustración, que sientes, que soportas? Pues si puedes imaginarlo, puedes entender la indignación de los 26 trabajadores públicos afectados por el ERE municipal que a día de hoy no tienen opciones de regresar a sus empleos. Esos que arbitrariamente les arrebataron. Vayan para ellos estas líneas.
