A la igualdad se llega por las mujeres, el feminismo y los hombres aliados (motivación)

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

A la igualdad se llega por las mujeres.
A la igualdad se llega por las mujeres.

Cuando alguien quiere dejar de fumar suele escuchar muchos consejos, yo cuando lo hice tuve claro solo un par de ellos, tener una voluntad clara y decidida y una fuerte motivación. Dicen que la motivación es lo que explica qué las personas o los animales inicien, continúen o terminen un cierto comportamiento en un momento determinado.

La voluntad la tenía, pero la motivación no la encontraba. La descubrí pasado algún tiempo, una mañana, nada más nacer mi hija Lola. Fue en ese momento cuando comprendí que una futura enfermedad provocada por el tabaco podría impedirme cumplir con mis responsabilidades como padre. Han pasado bastantes años, y ni un solo día en el que me haya arrepentido de la decisión.

Pongo este ejemplo porque creo que los hombres lo tenemos complicado para iniciar ese proceso que algún día nos lleve a ser hombres que nos replanteemos nuestra forma de entendernos, si no tenemos una fuerte motivación. Lo digo porque vivimos en un mundo en el que es muy difícil no ser machista, ya que toda la sociedad, la cultura, el poder y las relaciones están dominados por una modelo patriarcal que nos hace ser como somos, y del que es difícil apartarse.

Me confieso un hombre aliado que se ha dado cuenta del mundo injusto en el que vive, del papel dominante y responsable que tiene, e intenta a su manera reformularse. Pero no siempre fue así, porque la mayor parte de mi vida fui un hombre al que no le preocuparon estas cuestiones, ignoraba los privilegios, y con mi pasividad y carencia de empatía permití la discriminación de las mujeres.

Entonces, y muchas veces me pregunto, que fue lo que me llevó a tomar conciencia y trabajar por ser un hombre más justo. La motivación para querer desmontar mi masculinidad y pasar a ser un “dominado, calzonazos, vendido”, y todo lo que suelen decirnos, la encontré también en mis hijas, y en el mundo de los hombres del que provengo, y al que conozco tan bien.

Conocer esa realidad y no querer que mis hijas vivieran en una sociedad dominada por ella, fue el impulso para iniciar el cambio. Creo que no hay mejor tránsito hacía la igualdad que el amor y la empatía, y yo ese camino lo encontré en las mujeres. Se que habrá otras formas de llegar a ese maravilloso punto de destino, pero esta fue la mía.

Si escribo esto, no es solo para contar mi historia, sino para que muchos hombres, se replanteen qué mundo es el que quieren para sus hijas, hermanas, nietas o sobrinas a las que tanto dicen querer, si uno donde sean ciudadanas de segunda, u otro en el que sus derechos y oportunidades se hagan valer en igualdad.

No hay mejor educación que el ejemplo y el compromiso, y nada más efectivo e inspirador que el de un hombre aliado con el feminismo.

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