Carles Francino en la radio.
Carles Francino en la radio.

No hace mucho escribí sobre el acto de llorar, y la importancia que para las personas tiene la posibilidad de sacar fuera toda la pena, angustia, tristeza, miedo, desesperación, afectos, ternura, alegría, nervios y felicidad.

Llorar es hablar con los ojos, liberar el estrés, aliviar la angustia, y el primer paso para superar el dolor y la tristeza.

Desde el movimiento feminista y con su ejemplo desde los colectivos de hombres por la igualdad, hace tiempo que se viene abogando y reivindicando una ética y cultura de los afectos y cuidados, y para ello pienso que es imprescindible poder llorar.

Pero si llorar es importante para todos los seres humanos, los animales sienten, pero no lloran, donde adquiere una imperiosa necesidad, es en los hombres. Dicen los estudios que por término medio lloramos una vez al mes, y las mujeres al menos cinco veces.

Los varones hemos sido educados como machos fuertes e insensibles, preparados para no exteriorizar nuestros sentimientos, y por eso nos cuesta llorar ante los demás.

Llorar no es solo un mecanismo de defensa de nuestro organismo que libera de esa forma la energía acumulada, sino también un hecho revolucionario que dinamita con ternura las estructuras del patriarcado, la masculinidad y el machismo, qué de forma perversa y machacona nos dicen a los hombres y también a las mujeres como debemos y no debemos ser; tiernas y sensibles, fuertes y seguros. Para el patriarcado el llanto es señal de debilidad y sinónimo de feminidad, que los hombres lloren no está bien visto ni admitido por nuestro género. Llorar nos iguala a las mujeres y eso no gusta a la masculinidad.

Gestos como el reciente de Carles Francino, llorando en la radio, además de estrujarnos el corazón, e inundar de ternura nuestros sentimientos, son imprescindibles para que los hombres, y sobre todo para aquellos que ahora comienzan a construir su identidad, tengamos donde mirarnos. Modelos de hombres en las antípodas de esos otros que todo lo niegan, solo miran sus intereses, y pretenden retrotraernos a las épocas más oscuras de la historia.

Referentes necesarios para demostrar y dar visibilidad a esa realidad de que es posible ser hombre sin de tener que asumir el rol que la masculinidad nos impone. Que se puede triunfar, ser feliz y enamorar en la vida, mostrado a los demás qué sentimos, sin que por ello tengamos que creernos débiles y vulnerables, o menos hombres.

En Andalucía el 27 de mayo en Córdoba un grupo de hombres ni más raros, ni menos normales, eso si todos llorones confesos, presentamos la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. Cierto que aún no somos muchos, pero como decía un buen amigo, si antes cabíamos en un taxi, ahora ya necesitamos un autobús.

El paso de unirse a la tarea de la igualdad es una misión que nos impele a todos los hombres, y que debe comenzar por darnos cuenta de que no es cierto que seamos esos tipos viriles, serios, fuertes y seguros que aparentamos, sino seres humanos que necesitamos, afectos, cariños, ternuras, compasión, risas y cuidados.

Gracias Carles, y como dice otro buen amigo de graná, achuchones amigo.

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