Un perro en una imagen de archivo.
Un perro en una imagen de archivo.

Que un hombre le pegue un bocado a un perro no es normal y por tanto merece la pena abrir un informativo con ello; la dentellada de estos nobles animales, desgraciadamente, sí debe ser habitual, según la citada máxima.

Cuando leo que un mastín sin bozal y que no estaba atado ha mordido en la cabeza a un niño en Bolonia, me echo a temblar. El bebé, de 14 meses, se encuentra fuera de peligro. Me tranquilizo pues. Aunque no del todo. Y me entran ganas de abofetear o meter en la cárcel a esa extranjera, que debiera cumplir mejor las normas y conocer mejor a su perro, ya que si no quién sabe si el acontecimiento se convertirá en el temor del verano y pagaremos justos por pecadores.

Lo que viene a continuación podría ahorrárselo, pero no lo voy a hacer: “Oiga, aleje al pitbull –da igual la raza que sea, para el que tiene ganas de bronca siempre es un pitbull, con todos mis respetos para estos ejemplares- que luego pasa lo que pasa”. Y ese “pasa lo que pasa” encierra dosis de mala leche incalculables. Y te acuerdas de la extranjera irresponsable otra vez. Porque por su culpa una legión de adoradores de sacrificios de perros en la hoguera tienen a sus víctimas perfectas, los causantes de todos sus males, el estafermo –como llamaba Pedrojota al presidente del Gobierno- para descargar su ira contra todos sus problemas y males de este mundo.

Todo alumno de la Facultad de Periodismo sabe que una de las máximas de este oficio es: “Perro muerde a hombre no es noticia; hombre muerde a perro sí”. Maldita sea, nosotros mismos extendiendo irresponsablemente el temor a las mordeduras de canes, que como se recordará hace poco más de una década (o dos, ya no recuerdo, me hago mayor) eran la preocupación número uno de los españoles, por detrás del terrorismo y el paro y por encima de la entonces cuasidesconocida corrupción. Lo que dicho aforismo quiere decir es que lo que es noticia es lo extraordinario, es decir, que un hombre le pegue un bocado a un perro no es normal y por tanto merece la pena abrir un informativo con ello; la dentellada de estos nobles animales, desgraciadamente, sí debe ser habitual, según la citada máxima.

La buena noticia es que estas informaciones, como lo sucedido en la playa de Bolonia, se recalcan mucho, lo que quiere decir que ya no son tan comunes. Supongo que el endurecimiento de la normativa existente y la concienciación de dueños de animales domésticos tienen mucho que ver. La mala es el odio que se genera hacia estos pobres animales, aunque el 99,9 por ciento serían incapaces de una mala acción. Incluso de odiarnos. En eso son diferentes de nosotros.

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