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Se puede mantener el punto morboso de la celebración añadiendo el de la incertidumbre: no tiene color jugar a adivinar qué santa viene por la calle que una anónima bruja más…

Varios colegios religiosos de Jerez se sumarán en los próximos días a la Holywin (la Santidad vence), que no es un juego de palabras contrapunto de la Iglesia católica al Halloween, aunque la verdad, se le parece mucho. Se trata de que los niños (y los que no lo son tanto), en lugar de disfrazarse de vampiros, brujas, zombies, esqueletos, demonios —ese largo ‘a elegir’ que todos conocemos y en el que predomina el color negro— opten por vestirse emulando a algún santo, si fue mártir, pues mejor. Esta iniciativa nacida en la laica Francia hace años cuenta con el apoyo activo de varios obispados en España, con el de Cádiz entre los que más se han significado. Del de Jerez no se sabe nada; estará a favor, pero seguro que anda muy ocupado preparando la siguiente efeméride cofradiera que precisa de su correspondiente desfile procesional. Como es imposible luchar contra el Halloween, igual que lo es luchar contra la idiocia humana o el acné a los quince años, el cronista se reserva su opinión: al menos el color negro es sexy (a partir de los dieciocho años, claro) y tampoco pasa nada por comprar unos caramelos para los niños de la urbanización si llaman a la puerta para que respondas a la preguntita ‘t o t’ de marras. No obstante, y dejando ya este debate dentro de los límites de la mayoría de edad, en realidad es más entretenida la propuesta de la Iglesia, se puede mantener el punto morboso de la celebración añadiendo el de la incertidumbre: no tiene color jugar a adivinar qué santa viene por la calle que una anónima bruja más…

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