Personal sanitario del Hospital de Jerez, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA
Personal sanitario del Hospital de Jerez, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA

Acaso no los teníamos como héroes. A los sanitarios ahora, en estos meses trágicos, los vemos así. Se les llama así. Poder de esfuerzo y generosidad, aún sin los recursos y medios necesarios, para proteger su propia salud ante el virus en estos tiempos de pandemia.

Siempre he admirado a los médicos y enfermeras. Llegamos al hospital o al quirófano vulnerables y solos ante lo que venga. Tenemos la necesidad de confiar en ellos. Les admiramos mientras se mueven con sus pijamas verdes. Les queremos mientras nos van durmiendo.

Nos han salvado. Pero después las enfermeras y enfermeros son los que nos cuidan con esmero. Haciendo ejercicio de memoria, algunas familias habrá que hayan vivido y sufrido sonados errores médicos que abocó a algo fatal. O que tuvo suerte de que el paciente pudo sobreponerse y seguir con su vida. Felicidades.

Pero al margen de cada historia, sin duda relevante es lo que están haciendo en estos meses cuidando, salvando o compartiendo los momentos finales de los enfermos del Covid-19. Para muchos, me incluyo, tienen el título de ejemplaridad por todo ese trabajo, sin horarios, para conseguir una sociedad sana y libre de virus.

Existen, pues, muchos elementos para resaltar esa realidad. Sin embargo ya que hablamos de unos y otros. Héroes también son los que se levantan cada mañana temprano para trabajar por un sueldo mínimo, y al volver a casa, tienen que seguir cuidando a sus mayores o a sus hijos.

Y así cada día haciendo malabares para llegar a fin de mes y que los suyos tengan alegrías y algún placer. Heroína fue mi hermana. Ella luchaba con su cáncer desde que se levantaba por la mañana y se colocaba el pañuelo o la peluca si salía de casa. Siempre lo hizo con una dulce sonrisa evitando que los demás supiéramos más allá de su dolor.

Y como ella habrá muchas hermanas más. Madres, padres, hijos… que desde sus silencios y sonrisas se quejan lo justo para hacer la vida más fácil y feliz a los que quieren. También ellos, ellas son héroes. No puedo por menos de colocar en el pódium a mi madre.

Ella, haciendo todo lo posible para no arrastrar a la familia en su sufrimiento. Caída, dolor, operación “me pongo en sus manos doctor”. Y se fue. Heroína hasta el final. Toda una señora. Héroe mi padre. Con su buen humor, su voluntad de seguir y no darse por vencido ante nada. Todo un señor.

Heroínas las abuelas que cuidaron a sus hijos y los hijos de sus hijos. Seguro que muchas de ellas, soportaron de niñas la posguerra con el frío, el hambre en el cuerpo y el alma. Pero siguieron. Historias. Gente que vive sola y sola muere. Soledades.

Gente que cayó y se levantó a pesar de tenerlo todo en contra. Aquellos de los que no daban un duro por ellos y se pusieron en pié gritando ¡fuera el conformismo! Historias. Qué lista tan larga. Me olvidaré de muchos. Pero dense por nombrados. Por sentirse queridos y queridas.

Aquí no hay nada ni nadie prohibido. Las miradas limpias y sinceras tienen cabida en estas páginas de aplausos. Juntar las manos y aplaudir como si fueran abrazos. Tirar besos y repartir muchos te quieros. Escuchar y apoyar a veces con palabras, otras con silencios. Héroes de cada día. La gente buena. Los que nos hacen reír y vivir. Los que nos enseñan. Por todos ellos y ellas.

Por ustedes, por vosotros celebremos que estamos y continuamos aquí. Que la vida, ahora, también merece la pena. Que hay que seguir trabajando, ponerse las pilas y cada uno en lo nuestro darlo todo. Y aportar con nuestras variaciones y versiones. Que serán varias y diferentes según el día y la hora.

Que a pesar de todo y precisamente por todo esto hay que luchar y hasta, por difícil que parezca, sacarle poesía a los días. Como aquellos versos de Machado, "yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles… hace algún tiempo en ese lugar se oyó la voz de un poeta gritar caminante no hay camino se hace camino al andar”. Así es, muchos años después, tenemos que seguir haciendo camino al andar.

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