La ex canciller alemana Angela Merkel. Hablemos de la avaricia.
La ex canciller alemana Angela Merkel. Hablemos de la avaricia.

Sí, de la avaricia y no de esa palabreja que nadie entiende: el neoliberalismo. El resumen de dieciséis años de Gobierno de la Merkel es más o menos así: la red de ferrocarriles alemanes tiene que ser reconstruida, más que renovada, porque se trataba de ganar dinero en La Bolsa y mucho menos de llevar a personas de un lado a otro. Para eso, Merkel puso a Mehdorn al frente de los trenes. Ahora, la Deutsche Bahn dice que durante años habrá retrasos y problemas por las obras que no se hicieron durante dieciséis años en que se trataba de ganar dinero y no de mover pasajeros. Hoy dicen los diarios alemanes que Lufthansa, la compañía aérea alemana, ha perdido toda posibilidad de competencia con las mejores compañías del mundo y tendrá que invertir miles de millones para volver a serlo. En los dos casos vemos el problema de ahorrar y de querer ganar dinero como sea, sin pensar en la verdadera función que persiguen las actividades económicas. Con el resultado de que será el Estado, que han estado destruyendo durante los dieciséis años de neoliberalismo, quien pagará todas las facturas. O sea, los ciudadanos pagarán todas las facturas además de los billetes de viaje y las subvenciones que sigan aguantando a esas empresas y a tantas otras.

Avaricia de ganar sin gastar, en lugar de gastar para dar un buen servicio público. Al final, la lista de gastos es mucho mayor, pero la memoria se va perdiendo. Y las privatizaciones terminan con deudas que pagan los ciudadanos. Sin pensar que sin esos transportes públicos, por ejemplo, nada económico podrá funcionar. También por esto, el Estado es imprescindible.

La locomotora de Europa, como se decía de Alemania, funcionaba con gas ruso. A nadie en dieciséis años de Gobierno neoliberal de la Merkel se le ocurrió buscar un futuro propio. El gas ruso era barato, ¿para qué buscar en la Unión Europea una estructura limpia y de futuro: el hidrógeno? Se trataba de ganar la mayor cantidad de dinero gastando lo mínimo y sin pensar en el futuro: avaricia. Ahora que ha llegado el colapso, porque la llave del gas ruso se ha cerrado, se llevan las manos a la cabeza y se le dice a la opinión pública que nadie podía saberlo: el truco del mal gobernante. Se sabía y sería prolijo acá detallar la cantidad de informes y ensayos publicados sobre el problema de la energía desde hace más de veinte años. El problema fue la avaricia, el deseo ciego de ganar dinero a costa de todo y de todøs.

Mientras llega el milagro, porque resulta que ahora sí se puede y se debe correr lo que se pueda para desarrollar el hidrógeno que antes era cosa de ciencia ficción, se le abren las entrañas a la tierra, lo mismo en Cáceres que en Sudamérica, para sacar el litio y pudrirlo todo. No solo. A Los Verdes ahora no les va a quedar más remedio que ser ellos los que den más años de vida a dos centrales nucleares que estaba previsto cerrar. Ustedes ya pueden ir imaginando que lo siguiente será desacreditar las energías verdes porque hasta Los Verdes aceptarían las sucias y de lo que se trata es de seguir ganando dinero a toda prisa. El Planeta ya tal…

Alemania no es el problema, pero nos muestra cuál es el problema de destruir el Estado social y lanzarse a la avaricia de los beneficios de hoy y las deudas de las próximas generaciones. La digitalización, si no se le pone remedio inmediato, será el siguiente gigantesco fiasco. Digitalización significa teletrabajo, tele enseñanza y mejora de las condiciones de vida para, por ejemplo, la España vaciada. Con verdadera digitalización tendríamos menos problemas derivados de la excesiva concentración de población, una tendencia actual absolutamente equivocada y que sigue la misma hoja de ruta de la avaricia.

Los que temen perder con la digitalización no son løs ciudadanøs, sino las elites situadas todavía fuera de la digitalización. Hablan de realidad virtual para asustar a las personas, pero no se trata de realidad virtual. Una vídeo conferencia es un lugar, aunque el lugar esté construido por impulsos eléctricos y no por ladrillos; una videoconferencia en la que las personas están reunidas o en clase todas al mismo tiempo y no necesitan de gastos innecesarios de energía para el transporte. Personas que se relacionan con sus vecinos y con sus amigos en las calles de sus barrios con toda normalidad, y que tienen más tiempo para su vida personal con otras personas. Se puede comprar en la tienda de la esquina por internet, claro, y así la tienda sigue existiendo para que muchas otras personas podamos ir con nuestros pies hasta el mostrador también. Digitalización no es destrucción de nuestro mundo, sino una reinvención que, si tomamos en nuestras manos, será el nuevo bienestar del Planeta y de la Humanidad. Es un paso más que superaría y mejoraría el mundo de internet.

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