Guapos y preciosos.
Guapos y preciosos.

No estamos acostumbrados los hombres a ciertas licencias verbales de tipo afectivo-cariñoso cuando provienen de otros hombres. No es que no nos gusten, somos humanos, simplemente no nos sentimos cómodos con ellas.

Curiosamente a nosotros que nos están permitidas todo tipo de alusiones y licencias a la belleza de las mujeres, no se nos permite aceptarlas cuando vienen de otros hombres. Son barreras para proteger nuestra masculinidad, que nos cuesta mucho traspasar.

Los hombres no estamos programados para determinadas cuestiones afectivas, o mejor dicho se nos instruye desde que nacemos para protegernos de ellas. Tenemos que responder al patrón de hombre fuerte, seguro y protector, y todo lo relacionado con los afectos es susceptible de vulnerar esa idea. Por eso cuando un hombre nos llama guapo o precioso, reaccionamos mal o no sabemos cómo actuar.

Es otro de los lastres de una masculinidad rígida e inflexible, qué a modo de contrapeso nos sujeta. Sucede algo similar con los abrazos y los besos. Somos pródigos en ellos cuando nos relacionamos con las mujeres, pero ariscos y evasivos cuando lo hacemos con otros hombres.

Aceptar que otro hombre nos diga guapo no es una debilidad. Solo se trata de un gesto de afecto y empatía. No tenemos que pensar en lo que los demás van a pensar, ni dudar de nuestra virilidad por ello. Respiramos, sentimos, amamos, sufrimos y necesitamos tanto como él y la que más, ser acogidos. No podemos limitar nuestro mundo a esos estúpidos abrazos con efusivas palmadas en la espalda, o a llamarnos por nuestros nombres.

Confieso que por edad me sigue costando, y que algo se remueve en mi cuando un compañero me llama guapo o precioso, pero también he de decir que cada día me encuentro más cómodo y feliz cuando escucho esas palabras. Aún no he sido capaz de pronunciarlas, pero como nos gusta decir a los machistas, partido a partido, sí de recibirlas, doy las gracias, y os aseguro que todo es diferente, como si se abriera otra puerta y ese concepto de masculinidad que resumimos  por todos los poros se escapara.

Tenemos los hombres que comenzar a romper clichés y tabús y a relacionarnos de una forma más natural, y eso incluye a los otros hombres. Una de nuestras principales limitaciones ha sido siempre la expresión de los afectos y por ahí es por donde tenemos que comenzar para transitar a una igualdad real entre mujeres y hombres, cambiar este modelo de hombre que nos reduce, y porque no, soñar.

Dar y recibir afectos no es malo, ni nos convierte en menos hombres o cambia nuestra sexualidad, es solo ser humanos, empatizar, acoger, saber cómo estamos, porque de eso va la vida, de cuidarnos y de cuidar, y esa, guapos y preciosos, es la principal revolución que hoy tenemos pendiente los hombres.

mis guapos y preciosos compañeros de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género de Andalucía.

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