Gatopardismos

Una reflexión crítica sobre cómo nos han contado lo que supuso la dictadura y la Transición

Manuel Vázquez Montalbán, en una imagen de RTVE.
01 de diciembre de 2025 a las 18:00h

"A mi generación que empezó luchando contra la mentira que fue el franquismo y que luego acabó aceptando todo lo demás ". Gregorio Morán, del libro Adolfo Suárez: ambición y destino (editorial Debate, 2009).

Se está celebrando, conmemorando  -o vaya usted a saber qué-  el cincuenta aniversario de la muerte del dictador Franco y, por consiguiente, del inicio democrático o del camino hacia la democracia, según términos también utilizados.

Lo cierto es que de aquello nos separa cincuenta años. Es decir, cinco décadas, medio siglo o dos generaciones. Como queramos llamarlo.

Acotemos previamente el período o territorio al que me estoy refiriendo y démosle unas indispensables pinceladas mínimas. Seis años antes de su fallecimiento, el dictador Franco ratificó el 22 de julio de 1969 ante las Cortes franquistas el nombramiento de Juan Carlos de Borbón, quien juró las Leyes Fundamentales del Reíno y los Principios del Movimiento Nacional, como Príncipe de España. Título de nuevo cuño que el dictador se sacó de la manga rompiendo así la sucesión dinástica. 

El 22 de noviembre de 1975, dos días después del fallecimiento del dictador y ante las Cortes franquistas, Juan Carlos, como Príncipe de España, "juró por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reíno y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional". Hay que añadir que prestó juramento ante un órgano colegiado llamado Consejo de Regencia y que estaba formado por tres personas, el Presidente de las Cortes franquistas, el Arzobispo Cantero Cuadrado y el Capitán General del ejército del aire Salas Larrazábal. Los tres, nombrados por el dictador.

Una vez realizado el juramento y "desde la emoción en el recuerdo a Franco" fue proclamado Rey de España.

Es necesario conocer la composición de esta foto solemne e histórica y las palabras textuales que allí se dijeron porque ese fue el comienzo oficial del fín de la dictadura y el inicio de lo que después se llamaría, en la jerga del relato oficial la "modélica Transición".

No se puede olvidar que el inicio de estos cincuenta años tiene su cimentación en el golpe militar contra la II República en 1936. Tras el fracaso inicial del golpe dirigido por el general Franco, derivó en una guerra civil que al ganarla los golpistas, dio lugar a una larga dictadura hasta su muerte en noviembre de 1975. Juan Carlos, abdicaría en 2014, y de acuerdo a la Ley de Sucesión, aún vigente, es su hijo Felipe quien es proclamado Rey al ser el único varón aunque fuese de menor edad que sus hermanas. Dicha ley no ha sido todavía modificada en el texto constitucional.

Sobre este largo período desde la muerte del dictador hasta el presente se ha ido elaborando un relato oficial de la Transición, muy distinto a la realidad vivida y que como todo decorado que resiste tantos años, comenzó a tener jirones, desgarros y boquetes que han venido permitiendo, desde hace un tiempo, ver  un poco de lo escondido detrás del decorado.

Un relato embustero, sostenido por dos vigas maestras: no mirar hacía atrás a lo largo del camino y mantener un silencio absoluto que abarcaba desde la muerte del general hacía atrás, incluidos los años de la República. Este fue uno de los acuerdos principales -yo diría, una de las exigencias-  entre los partidos políticos participantes. El año 2012 marcó un antes y un después en el sostenimiento del relato oficial tras el escándalo que supuso el salto a los medios de comunicación de la participación del rey Juan Carlos en la "cacería en Botswana" con todos los ingredientes propios.

A partir de 2014 todo se fue precipitando con la abdicación del emérito y su salida -no definida, todavía- del país unos años después así como con la irrupción de nuevas fuerzas políticas como Podemos que dinamitaron el bipartidismo (PSOE - PP).

Las dos vigas maestras a las que me acabo de referir no han desaparecido del todo, porque aunque se tenga la posibilidad ahora de  "ver más", seguimos "sin mirar". Se nos fue enseñando a ver (una acción visual pasiva e involuntaria), pero no a mirar (una acción activa y voluntaria que requiere atención y propósito). Es cierto que hay muchísima información, aunque sin entrar en debates de lo importante, ni críticas, ni propuestas, ni exigencias de posibles soluciones. Es decir, se ha querido que veamos pero que no miremos.

Se sigue manteniendo el silencio sobre otras muchas cuestiones como por ejemplo la inmunidad e inviolabilidad de los monarcas, etc, dando la sensación de que estos hechos aún desconocidos, o no hablados abiertamente en los medios, no van con nosotros ni nos atañen, ni nos importan, ni son esenciales.

¿Cómo es posible que medio siglo después, insisto, medio siglo después, no  se le haya dado final a la lacerante cuestión de las fosas comunes?.  Un tema que durante la dictadura y sus casi cuarenta años se mantuvo, evidentemente, en el silencio pero que el largo período democrático posterior, sigue sin resolver en su totalidad. 

¿Cómo es posible que fuese precisamente el dictador quién nombrase a su sucesor para ostentar la jefatura del Estado?. Quiero decir que desde que el dictador fue oficialmente Jefe del Estado (octubre 1936) hasta este noviembre de 2025, se ha ido haciendo, directa o indirectamente, su voluntad. El año que viene se cumplirán 90 años de dicha voluntad.    

¿Cómo es posible que sobre los pocos años que duró la República y su intento de lograr una sociedad moderna y más igualitaria no se haya sabido absolutamente nada sobre ella, a través de los programas de estudios oficiales y de otras entidades?. Ni siquiera se ha llegado nunca a reconocer que la República trajo la ley del divorcio, un Estado laico, la Educación mixta en los centros educativos, etc. Por citar solo algunas conquistas.  El silencio y la no mirada atrás han conseguido que haya prevalecido -no de forma casual- en el imaginario colectivo la asociación de los conceptos,  República, desorden, odio y guerra civil, al mismo tiempo que se difuminaba, casi desapareciendo, el golpe militar contra la República. En resumen, que la guerra la trajo la República.

 ¿Cómo es posible que sobre el franquismo se haya mantenido también un silencio o una visión sin mirada durante dos generaciones?. El tratamiento de este tema en los programas educativos oficiales, aunque parezca mentira no se incorporaron, en su dimensión adecuada, para su estudio desde el inicio democrático hasta la actualidad. Ahí están para corroborarlo los libros de texto desde mitad de los años 70. Hay algunos ensayos publicados sobre esta cuestión.

¿Cómo es posible?... ¿Cómo es posible?...

Se nos ha ocultado sistemáticamente por los dos partidos principales que han gobernado este país durante casi estos últimos cincuenta años.

Se nos dijo igualmente durante muchos años que Juan Carlos había sido el motor del cambio democrático. Y sin digerir este hecho procedente del relato oficial, se está consiguiendo de nuevo, como se hizo a la salida de la dictadura, imponer el silencio y no mirar atrás. Ahora estamos con el rey Felipe y ya con la mirada puesta en la heredera Leonor. Siempre mirando al futuro tratando de no mirar el presente y, por supuesto, de olvidar el pasado.

Descubrimos, estos días, que el considerado motor del cambio, ha mostrado en su reciente biografía, su elogio, su afinidad y su respeto al dictador. Reconociéndole, incluso, su inteligencia y su sentido político, llegando a afirmar que nunca permitió que nadie le criticara en su presencia. ¡Increíble!.

¿Se trataba de realizar cambios con el objetivo de que todo siguiera igual?. A Franco se le quitó de la memoria colectiva al fallecer, como si no hubiese existido. No convenía para el proceso que se iniciaba. Oficialmente para referirse a él se usaban las palabras "el anterior Jefe del Estado". Ahora a Juan Carlos -motor del cambio a la democracia como nos contaron las crónicas y el relato oficial durante décadas-  no se le ha permitido estar presente en las ceremonias del cincuenta aniversario. Resulta asombroso que habiendo tenido el reconocimiento durante décadas de figura estrella de la Transición no se le haya permitido asistir a la ceremonia como invitado principal sin explicación oficial alguna.

Tratar de borrar la memoria, sin más, es como avanzar en un viaje a ninguna parte. Algo así como cambiar todo para que nada cambie. Gatopardismo en estado puro.

Una realidad tremenda e incuestionable que podemas observar, es, por pura regla matemática, cómo los chavales que a la muerte de Franco tenían diez años, tienen ahora sesenta años. Quiero decir con ello que no son solo los menores entre veinte y veinticuatro años los que desconocen la historia reciente. Hay una mayoría de la población -alrededor de sesenta años para abajo- que la desconoce debido a que los programas escolares oficiales, de todos los niveles pasaban muy por alto la etapa franquista. Y como en un juego de conejo en chistera, han tratado de -que en unos meses o semanas a través de, programas divulgativos deslavazados, tertulias, películas,...- conseguir la memoria colectiva de estos cincuenta años y de la dictadura.

¿La tarea que no se hizo en cincuenta años, por aquello del silencio y de no mirar atrás, se puede hacer ahora en días o semanas?.

¿Estamos condenados a seguir silenciando cada presente y a no mirar pasados cercanos?. Con estos mimbres nos dirigimos al futuro a toda máquina.

Este presente nos coge con muchísima tarea sin hacer y con unas décadas pasadas vacías sin historia. La dictadura que se vivió en época reciente, se ha ido banalizando y trivializando al convivir, desde un principio, con la democracia. Lo ratificarían cantidad de ejemplos a lo largo de estos cincuenta años. El último hecho ha sido la aprobación  - hace unas fechas -  del proyecto sobre "la Resignificación del Valle de los Caídos". Otro claro ejemplo de gatopardismo.

Que el Valle de los Caídos permanezca prácticamente igual en lo esencial cuando se lleve a cabo su resignificacion (que se viene estudiando desde 2014) representa un mensaje claro: democracia y dictadura, siguen siendo compatibles. Así andamos. 

Es del todo imposible que una democracia permanezca durante décadas unida, en cierto modo, a la dictadura. Tan imposible como, evidentemente, sería lo contrario porque tampoco llegamos a imaginarnos cómo una dictadura podría asentarse sobre una democracia en nombre de la concordia y el consenso.

Parece ser que mirar el pasado solo es necesario si se trata de recordar u homenajear personalidades, monumentos y hechos, con un sello inconfundible.

Si se trata para todo lo demás, mirar el pasado se convierte, para quienes osan hacerlo, en remover cuestiones ya superadas, en mantener la memoria anclada en asuntos muy lejanos o, simplemente, en tratar de romper la concordia y el consenso logrado.

Equiparar, por otra parte república y fascismo, manteniendo una equidistancia imposible, nos ha conducido a la desmemoria y a una Transición sin una verdadera y definitiva ruptura con el franquismo.

Escribía yo en un artículo publicado el 12 de julio de 2013 y titulado Evocando a Vázquez Montalbán:  " ( ...) estos momentos de esperpento y vergüenza, de vértigo y de parálisis me conducen a él. El desmoronamiento de nuestras instituciones al que estamos asistiendo, los recortes políticos, el vaciado de ideas, la endeblez democrática de cada día, etc, todo ello como daños colaterales de la llamada crisis económica de 2008, me conducen a buscar referentes y pensamientos, tratando de entender, si ello fuese posible, qué está pasando y sobre todo por qué está pasando. La falta de cultura democrática y de su posterior asentamiento, nos ha venido conduciendo hasta este tiempo que vuelve empecinadamente, una y otra vez, a su pasado si es que alguna vez lo abandonó (...) " . 

Quiero cerrar este artículo con unas palabras del escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán en 1992 (hace treinta y tres años) en una de sus columnas en el diario El País titulada Boleros (nos aconsejaba, ya entonces, tener la memoria siempre presente si queríamos que no pasase lo que ahora está ocurriendo):

" Por lo tanto y vistas las circunstancias nada atenuantes, que están guiando la no revisión real del franquismo, creando la falsa y transitoria impresión de que está superado, para en su día permitir a la estatua ganar la última batalla, después de muerto, propongo que se quede el infinito sin estrellas y que pierda el ancho mar su inmensidad, pero el negro de tus ojos que no muera, piel canela, que tu piel se quede igual.

Es decir, que los que tuvimos que aguantar aquel sainete a veces sangriento, a veces cómico, nos atemos al palo mayor de la memoria y no nos dejemos convocar por el canto de las sirenas.

El franquismo no fue una guaracha, ni un bolero, ni un chachachá. Fue un largo, cruel e inútil período de excepción bajo casi un constante toque de silencio. ¿Qué nos diría Vázquez Montalbán en su columna en este mes de noviembre recién acabado de 2025?.