Un frente amplio, ¿sin Andalucía?
Un frente amplio, ¿sin Andalucía?

Ayer se celebró el acto en Valencia “Otras Políticas”, un acto que simboliza el inicio de un nuevo tiempo en donde las formas cambian. Lejos quedan las peleas cegadas por la testosterona, la agresividad y la tensión continua. Se abre un horizonte en donde la política se presenta de una forma amable, cercana y con diálogo. Es un acto. Tan sólo uno. No son unas listas electorales, ni la formación de un nuevo partido, ni siquiera un “sí” a la participación conjunta. Tan sólo un simple acto entre quienes tienen una forma común de entender y hacer política.

Eran cinco mujeres. Mujeres con trayectorias, cargos y vidas diferentes y, desde Andalucía, hay quienes, desde el enfado, hablan de que ha faltado una silla: la de Andalucía. Y yo, sinceramente, quiero alejarme de esa rabia y tratar de verlo desde una forma cordial y empática de la que creo que se debe trabajar y, sobre todo, opinar sobre lo que hacen los demás.

Entiendo que nos de coraje como andalucistas que no esté nuestra voz representada en un acto del que parece que nacerá algo. Lo entiendo, pero no comparto esa rabia y odio de quienes, con toda la buena voluntad del mundo, quieren que Andalucía tenga representación en los espacios políticos. El andalucismo no puede convertirse en un “viejo cascarrabias” que aprovecha la primera de turno en musitar en mal humor lo desgraciado que es porque todo el mundo se ha vuelto en su contra. Y tengo la sensación de que vamos hacia ahí. ¿Qué sentido tiene que critiquemos un supuesto proyecto que aún ni ha nacido?

Obviamente, no había una voz andaluza y ha sido un gran error por parte de la organización. Y debemos de ponerlo de manifiesto y recordar que Andalucía debe estar ahí presente, pero hay que ser cautos y comprender que además de Oltra, Mónica, Ada, Fátima y Yolanda hay muchas más personas de las que caben en un escenario y que tendrían mucho que aportar. Pero sí, aunque el escenario se quedase pequeño, sigue faltando Andalucía.  Y duele.

Por eso, creo que un ejercicio para mejorar la forma de hacer política en este país debe ser tratar de ver si hay una viga en nuestro propio ojo, antes de buscar la paja en el del otro. Hay quienes han tratado de practicar el andalucismo a través de marcar todas las distancias posibles con aquello que oliese o viniese desde arriba de Despeñaperros. Se ha practicado una especie de chovinismo en donde la frontera física se convertía en una separación entre lo bueno y lo malo y, además, todo aquel que tuviese algún contacto con partidos que no cumpliesen los “diez mandamientos del andalucismo”, rechazaban nuestra patria y abandonan a nuestra gente. ¿Cómo vas a pretender que alguien a quien has estado atacando continuamente te invite a su casa a comer?

El andalucismo no es una religión con dogmas de fe en donde estás conmigo o estás contra mí, ni tampoco algo parecido al odio entre territorios o el odio hacia lo diferente. El andalucismo no es eso y lo hemos comprobado, por ejemplo, con nuestra senadora Pilar González y el trabajo que hace día a día en el grupo Izquierda Confederal para poner los problemas de nuestra matria en el mapa. Luchar por la dignidad del pueblo andaluz nunca ha sido eso y no tiene sentido que haya quienes quieran convertirlo en ese esperpento, porque Andalucía siempre ha sido, y es, una tierra que abraza. Debemos comprender que podemos ser igual de buenos andalucistas si entablamos alianzas con otros partidos o si -llevándolo al absurdo- te gusta pasear por la Plaza Mayor de Madrid.

Pero, pese que haya quienes desde sus casas escriban cabreados tweets dilapidando un proyecto que aún ni se ha definido, creo que hay quienes, pese estar cabreados -como yo- por no ver ni a una mujer andaluza en el acto, están ilusionados por pensar que un horizonte de esperanza se abre después de un tiempo de hartazgo y peleas viriles. Y es que estoy convencida de que Andalucía estará presente, no como segundo plato, sino como plato principal junto al resto si se quiere que ese Frente Amplio florezca. Porque no tendría ningún sentido tratar de agrupar a una mayoría si no es creando un espacio desde los territorios y en donde esté representada la realidad plurinacional de este país. Faltaba Andalucía, pero también faltaban tantas otras.

Quizás sea muy optimista y toda mi ilusión acabe rota -de nuevo- al ver que Andalucía no cuenta con voz propia en un proyecto así. Pero prefiero ser optimista, pensar con calma y desde la reflexión, en vez de levantar más muros, agrandar distancias y dinamitar todos los posibles puentes. Porque si algo aprendo de Andalucía es a tener esperanza cuando vienen tiempos difíciles.

Es normal que nos cabreemos, que gritemos, escupamos sapos y culebras de vez en cuando y rechacemos todo lo que huele a “mesetarian”. Es normal, porque estamos cansados de que se silencie nuestra voz, de ser de segunda, de los ataques a nuestra gente y de que nunca estemos presentes. Es normal que nos enfademos cuando hemos estado olvidados, cuando nuestra ilusión se ha resquebrajado tantas veces. Pero no podemos seguir pataleando como niños chicos, sino peleando desde el diálogo y la comprensión de las dificultades como adultos políticos que somos.

Nadie que asistió al acto ha defendido el formato territorial en el que Madrid siga siendo una aspiradora que succiona todos los recursos de los territorios, sino todo lo contrario. Son mujeres y organizaciones políticas que entienden la política de una forma en la que Madrid no sea la que baje a los territorios, sino que todos los territorios tengan presencia en Madrid.  Y, simbólicamente, que el acto haya sido promovido por Mónica Oltra y celebrado en Valencia junto a políticas como las que la han acompañado, nos da un margen para seguir ilusionados pues Andalucía cabe, y debe caber.

Muchas veces es más cómodo vivir en el enfado, que en la proposición. Siempre he pensado que es más sencillo hacer enemigos que amigos; porque los amigos requieren de tiempo, paciencia y cuidados mientras que para conseguir un enemigo con una palabra basta. Yo creo, y quiero, una Andalucía hermanada y de cuidados. Yo creo, y quiero, la Andalucía que abraza; la que tiene hambre de voz propia y pelea por conseguirlo, pero sin arrancar el cable del micrófono a sus compañeras. Esto es una carrera de fondo, en donde o todos los territorios nos unimos y aupamos, o entre zancadillas volveremos a estar afónicos y sin voz.

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Comentarios (1)

José Manuel Hace 2 años
Ellas saben que cualquier fuerza o coalición política que no cuente con Andalucía está condenada al fracaso. No se puede obviar a un territorio casi tan grande como Portugal con casi 8,5 millones de personas y con 61 diputados. Cualquier política sensata querrá a Andalucía al menos como granero de votos y esto último es lo que no queremos los andaluces. Me ha gustado su artículo pero permítame una discrepancia, el andalucismo es inclusivo. Le recuerdo que UP nos dijo que tendríamos s
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