Fernando Simón, un médico que duda

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

Fernando Simón, en una rueda de prensa reciente.
Fernando Simón, en una rueda de prensa reciente.

El pensamiento científico y racional es el reino de la duda. No hay nada que haya hecho tanto bien a la humanidad como dudar para producir conocimiento y tomar decisiones. La duda es pensar, analizar, observar, concluir y probar para volver a pensar, analizar, observar, concluir y volver a pensar. Así es como la humanidad avanza, así es como la ciencia entierra certezas para que nazcan nuevas verdades dispuestas a ser enterradas. Así tenemos la aspirina y las vacunas, así ya no nos enfrentamos a las pandemia rezando, fustigándonos la espalda o inyectándonos lejía para curar los males.

La duda junto con el método científico, que es su herramienta más eficaz, han sido los grandes aliados de la vida fuera de la naturaleza y del ADN. Por eso las ideologías de la vida miran y buscan sustentarse en la ciencia y sus procedimientos y las ideologías de la muerte usan las creencias para sus fines.

Cuando las derechas montaraces y los gerifaltes religiosos al servicio de los intereses del poder del dinero, se alían, se alían contra la duda. Esgrimen certezas que no han sido nunca probadas. Más al contrario, cuando esas certezas se han aplicado han resultado refutadas por los hechos. Los hechos son muy tozudos. Cuando estos personajes dicen con seguridad que hacen políticas para mejorar tu vida, da por hecho que la empeorará. Nunca se ha demostrado lo contrario. Hechos.

Recordemos al Prestige (2002). Recordemos que el equipo de Mariano Rajoy con Aznar de presidente largó el petrolero a alta mar con la certeza de que se quitarían de en medio el problema. Si hubiesen dudado, si hubiesen tenido en cuenta la ciencia, su método y su conocimiento acumulado (olas, mareas, corrientes, vientos…), hoy la mayoría no conoceríamos la palabra chapapote.

Recordemos el Yak-42 (2003). la ocultación de las pruebas para saber la verdad de los porqués del accidente aéreo, con la superior ignominia de entregar a los familiares los cuerpos que no eran, provocó la duda de los primeros que destapó la mentira de aquel gobierno infame también presidido por Aznar.

Recordemos los terroríficos atentados del 11M en Madrid (2004). La certeza religiosa de Aznar para contar la mentira de que la autoría era de ETA por puro interés electoral y personal, porque fue su soberbia y sus ganas de hacerse riquísimo con la elite estadounidense la que llevó a España a la guerra en Irak, fue refutada electoralmente por la duda que se apoderó del sentido común del pueblo español.

Hay más ejemplos, basten estos tres para intuir el papel sanador de la duda frente al papel dañino de las verdades absolutas o las certezas interesadas.

Observando las ruedas de prensa del científico médico epidemiólogo Fernando Simón, quienes pensamos que la ciencia con su duda y con su método, siempre acaba triunfando sobre las tinieblas oscurantistas, no podemos por más que sonreír, reír y hasta soltar alguna carcajada cuando listillos periodistas le hacen preguntas pretendidamente incómodas o capciosas para pillarlo o para poner en cuestión su tarea y la tarea del gobierno frente a la pandemia.

La labor pedagógica científica de Fernando Simón en sus comparecencias públicas ha dejado un sustrato profundo que deja a la ciencia con sus dudas en una posición de superioridad moral, ideológica y política (porque manque le pese a la derecha esas ruedas de prensa son políticas, diría que las más políticas), ante una oposición y unas arremetidas, ya independentistas ya de algunas presidencias autonómicas, cuya ineficacia es del mismo tamaño que la eficacia sanitaria de los procedimientos para acometer la pandemia desde que se declaró el estado de alarma. La prueba está en la curva ya prácticamente aplanada (recordemos el gesto con la mano que en aquellos días iniciales hacía Fernando Simón aplanando la curva).

La duda, las dudas y el método, representado como no podíamos imaginar quienes preferimos un medico que dude a uno que lo sepa todo, está triunfando sobre la estulticia. La ciencia que duda es la que nos está sacando de la pandemia poco a poco. Esa es su superioridad moral ante los másteres de harvaravaca, las declaraciones inconsistentes de los y las lideresas de la derecha madrileña, y los palos de golf y descapotables de las concentraciones berlanguianas de la calle Núñez de Balboa.

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