Donald Trump de Extremadura

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

Fernández Vara, en 2019, en su última de posesión. Autor: PSOE
Fernández Vara, en 2019, en su última de posesión. Autor: PSOE

Lo bueno de las redes sociales es que permite sacar de su zona de confort a políticos de otra época que viven como si el mundo fuera lo que ellos hubieran querido que fuese, que están muy cómodos en sus territorios con sus periódicos, radios y televisiones autonómicas, financiadas con publicidad institucional a cambio de silencios y loas a su gestión. Guillermo Fernández Vara, el presidente extremeño que criticaba esta semana a los “jueces supremos de las redes sociales” por señalarlo tras sus declaraciones negacionistas sobre la vacuna del coronavirus, es de otro tiempo, de los tiempos en los que Rodríguez Ibarra se presentaba a los jornaleros extremeños como de izquierdas y a favor de la reforma agraria y en secreto compadreaba con la Duquesa de Alba y se oponía a la expropiación de tierras yermas de los grandes propietarios improductivos, lo que podía haber conseguido que Extremadura fuera hoy una tierra de pueblos vivos y sin miedo.

Como no hubo reforma agraria y lo que el PSOE le dio a los pueblos andaluces y extremeños fue el PER, que es un privilegio de los ricos terratenientes y no de los jornaleros que querían tierras para trabajar y no subsidios, lo que ocurre es que, por hablar más de la cuenta, el cacique de turno niegue a un padre o madre de familia los 15 días de barrer las calles que son imprescindibles para ir tirando el resto del año con los 400 miserables euros del paro agrícola.

Hablar de Vara es tener que hacerlo de Rodríguez Ibarra, su mentor, y del paisanaje de silencio que el PSOE extremeño ha creado en una tierra sociológicamente de izquierdas que, sin embargo, tiene comportamientos propios de una sociedad conservadora fruto de la estructura de propiedad de la tierra. En Extremadura, los valientes son señalados por imprudentes, el que protesta es castigado y los que se mantienen sumisos son premiados con las migajas de un régimen que se nutre de la abnegación del pueblo al que gobierna con desprecio absolutista y retórica populista.

El único mérito de Fernández Vara para ser presidente de Extremadura es haber sido designado por el dedo de Rodríguez Ibarra y ser un funcionario útil a los deseos de su mentor. Vara fue consejero de Sanidad de la Junta de Extremadura durante muchos años, pero podría haber sido consejero de Obras Públicas, alcalde de cualquier pueblo o ciudad o líder del PP. De hecho, su comienzo en política es en Alianza Popular, de donde lo rescata Rodríguez Ibarra para ocupar un puesto en la administración autonómica.

La agonía del mundo rural en Extremadura habla de la gestión de 40 años de gobiernos socialistas en Extremadura que han gobernado como lo hubiese hecho cualquier partido de derechas, pero sin protestas 

Nieto de un fiscal e hijo de un magistrado franquista del Tribunal Supremo en una época en la que casi la mitad de los extremeños no sabía leer ni escribir, el único mérito de Vara, además de nacer con privilegios de cuna al alcance de muy pocos extremeños, es haber sido vecino de Rodríguez Ibarra en la residencia de ocio que éste tenía en el pueblo en el que nació el actual presidente extremeño, además de ser un discípulo fiel dentro de un PSOE extremeño en el que nadie habla ni molesta al que ostenta el poder absoluto. Quien habla, no sale en la foto, no va en las listas, no repite como concejal o no coloca a su niño en algunas de las empresas públicas o chiringuitos que atraviesan Extremadura de norte a sur y de este a oeste tras 40 años de poder absolutista socialista.

Hace justo un año, Vara ya asomó nuevamente su patita de trumpista extremeño cuando, tras una protestas de agricultores por precios justos, achacó a la subida del salario de los jornaleros que los productos agrícolas se vendieran por debajo del precio de coste de producción. No señaló a las grandes distribuidoras que cobran las brócolis a 30 céntimos y lo venden a 2,30 euros en los lineales de los supermercados, sino a los jornaleros.

La realidad es que Vara señaló con su dedo acusador a la parte más débil del campo porque en el fondo, sus políticas a favor de la agricultura extensiva y su alineación con el dogma neoliberal de que los precios son libres, suya es también la responsabilidad de la ruina de muchos agricultores. La agonía del mundo rural en Extremadura habla de la gestión de 40 años de gobiernos socialistas en Extremadura que han gobernado como lo hubiese hecho cualquier partido de derechas, pero sin protestas porque, claro, cómo va a protestar la gente trabajadora contra gobiernos que se hacen llamar obreros y socialistas y que tienen una retórica de protección a los humildes.

Con la gestión de la pandemia sanitaria no ocurre nada diferente. Las declaraciones sobresaltadas de Fernández Vara sobre la vacuna y los jueces supremos de las redes sociales tratan de ocultar que sus medidas poco restrictivas que pretendían salvar la Navidad, favorecer el negocio frente a las vidas humanas, ha dado lugar a que Extremadura sea la comunidad autónoma con mayor número de contagios y de presión hospitalaria de todo el país. Si 500 casos por cada 100.000 habitantes es muy grave, según los datos de la Organización Mundial de la Salud, Extremadura cuenta en estos momentos con más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes, teniendo comarcas donde se dan hasta 4.000 casos por cada 100.00 habitantes. Una situación de absoluto caos y de descontrol de la pandemia que ha sido opacada por las declaraciones trampistas del presidente extremeño sobre la vacuna.

La presión de las redes sociales obligó al socialista extremeño a disculparse por sembrar la confusión, pero de ese modo tan confuso y soberbio con el que se disculpan quienes están poco acostumbrados a rectificar, fruto de llevar demasiadas décadas rodeados de un séquito que no le corrige en nada por miedo a no aparecer en la foto, no ir en las listas, no repetir como concejal o perder el empleo directamente vinculado al partido.

Fernández Vara no es un presidente, es el administrador de fincas de los intereses de los grandes propietarios y poderosos

“Cuando casi nadie me ha entendido es que lo he hecho muy mal. No tengo ni he tenido nunca duda alguna sobre las vacunas. Me confieso de haber pecado de prudencia. Acudo humildemente a pedir disculpas al juez supremo de las RRSS”, escribió el presidente extremeño en su cuenta de Twitter después de que sus declaraciones, levantando sospechas sobre la vacuna, se convirtieran en noticia de alcance nacional.

Acostumbrado como está a que una llamada de teléfono de su gabinete puede cambiar el enfoque de una noticia, su titular y hasta eliminar un artículo crítico, so pena de que el medio de comunicación en cuestión deje de recibir las jugosas cantidades de dinero público en concepto de publicidad institucional -procedentes de la Junta de Extremadura, las diputaciones de Badajoz y Cáceres o los muchos ayuntamientos gobernados por el PSOE extremeño-, Fernández Vara rectificó como rectifican quienes no se arrepienten y piensan que nadie está capacitado para corregirlos.

Fernández Vara no es un presidente, es el administrador de fincas de los intereses de los grandes propietarios y poderosos, de quienes tienen miedo a que el pueblo extremeño deje de tener miedo. Por eso le tiene miedo a las redes sociales, porque a los “jueces supremos” de las redes sociales no los puede callar firmando generosas cantidades de dinero público en el Diario Oficial de Extremadura como hace con los periódicos, radios o televisiones privadas que operan en una tierra donde el idioma oficial, tras 42 años de democracia, es el silencio.

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Comentarios (1)

Vicente Hace 3 años
No tengo ni idea de quién eres, Raúl Solis, pero hace tiempo que no leo una sarta de barbaridades subjetivas tan impropias de lo que se denomina 'periodismo', ni siquiera desde el odio más absoluto se puede tener tal desconocimiento de la historia, ni desde la posición más sectaria se pueden afirmar tales mentiras no contrastadas. La pena es que, con gente como tú, así nos va a nosotros y a vosotros. Un periodista extremeño.
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