Una mujer se toma una cerveza en un pub en una imagen de archivo.
Una mujer se toma una cerveza en un pub en una imagen de archivo.

Están ocurriendo cosas estimulantes, incluso prometedoras. Llega el verano, en primer lugar, con la desaparición de muchas de las normas restrictivas que nos han protegido desde hace más de un año. Aumenta la vacunación, aunque a un ritmo que desanima y muchas personas calculan que estarán vacunadas cuando ya haya pasado la temporada de playa. Esto produce desánimo y rebeldía.

Las temperaturas veraniegas hacen posible la vida en las calles, plazas y parques; el verano favorece la espontaneidad, el descuido, algo que sin pandemia tomaríamos como normal y saludable se percibe, ahora, con precaución e incluso preocupación, más allá de la transmisión misma del Covid-19. Tomar a broma las nuevas mutaciones sería altamente irresponsable, sí, al mismo tiempo que estamos aceptando, sin pronunciarlo, que el virus se va a quedar con nosotros, y solo las vacunas y los medicamentos son la solución.

La larguísima cuaresma de casi 480 días de restricciones ha desembocado en un verano caluroso. Los pensamientos van en direcciones diversas. Los indultos son muy interesantes, aunque al mismo tiempo que se quieren presentar como una salida del callejón sin salida y un borrón y cuenta nueva sale un ministro, como de una sacristía, a decir que si lo repiten… Esa advertencia muestra el paternalismo desconfiado de nuestra cultura católica y le quita la emoción de la novedad y la frescura del nuevo principio a la acción de querer volver a empezar. Muestra deshonestidad y ofrece cansancio, por la repetición implícita que se expresa. Hay gente que no sabe volver a empezar de cero y quiere impedírselo a todo el mundo. Además, nadie ha prometido que el Estado no vaya a volver a cometer los mismos errores.

Pero no son los indultos, con toda su importancia, lo que ocupa a la sociedad europea, incluida la española. La ultraderecha bajó en las elecciones de Sajonia-Anhalt, decayó en Colón y acaba de estrellarse en Francia en unas elecciones. Lo que no sabemos es si por la playa o por qué. Mientras tanto, la fatiga se transforma en un entusiasmo urbano desbordante de fiestas silvestres que muestran, al menos, que muchas personas necesitan abandonarse saltando por encima de las normas conocidas y que las autoridades nunca comprendieron, y siguen sin hacerlo, lo que se venía encima después de una pandemia en Europa tan larga. La historia de la gripe de primeros del siglo XX no parece que haya ocupado mucho a casi nadie, de lo contrario se hubiera hecho en pandemia lo que ahora sigue, sin embargo, sin hacerse.

Se sufre fatiga hacia lo serio y se busca ligereza, despreocupación y abandono a los placeres más placenteros que puedan encontrarse. Los moralistas se pueden ahorrar sus charletas de sacristía y sus apocalípticas visiones: la apocalipsis la estábamos viviendo, y seguimos, con los asesinatos del machismo. El medicamento contra la fatiga pandémica es la fiesta, la corporalidad y el abandono de una consciencia que devuelva al sufrimiento de las carencias. Ahora solo cabe seguir improvisando hasta que a alguien se le ocurra que hay que hacer planes en diferentes ámbitos y niveles, y que la represión será contraproducente.

Fiestas urbanas en masa por las calles, y las terrazas atiborradas con la misma poca distancia. La basura y el desorden alcohólico de esas fiestas no son muy diferentes a muchas celebraciones normalizadas en nuestra sociedad, pero esas fiestas urbanas espontáneas y silvestres amenazan con establecer otro orden de las cosas. Se parte de la idea de que cuando clubs y discotecas puedan abrir todo volverá a su ser: si este es un convencimiento puede ser que dure poco.

A la fatiga cabe asociarle la decepción, la melancolía y la incapacidad para la acción, o la acción desbocada como medio para rescatarse de esa versión de la muerte que es la fatiga como freno para la acción. ¿Estamos demasiado enseñados para la acción constante?

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído