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Se ve que para ellos lo importante es gastarse lo menos posible, aunque ello suponga enseñar la mierda más grande, que el prestigio de un arte que es más valorado fuera que en la propia Andalucía. Por algo será.

Durante los últimos días hemos recibido dos importantes noticias que afectan directamente a la plaza Belén. Otra vez la plaza Belén. La primera es la adjudicación, al fin, de las obras de la primera fase de la reurbanización de dicho enclave, una inversión superior al millón cien mil euros. Tras más de un año anunciando cada tres meses el inicio de las obras, parece que a lo largo de este verano podremos observar de una vez por todas a esos extraterrestres que muy de vez en cuando han sido avistados por los más intrépidos del barrio: obreros y sus respectivas máquinas. Obviamente, ese proyecto no representa ni una ínfima parte de lo que hubiera supuesto el llevar a buen término la Ciudad del Flamenco, pero para los residentes y el estado de la zona en general supone una bocanada de aire fresco y un cambio de esa horrible visión que hemos tenido que soportar durante demasiados años. En cualquier caso, como siempre y más en estos casos, prudencia y tiempo al tiempo, pero deseando de que se termine con ese boquete de lujo (por lo que ha costado hacerlo) que ha fagocitado a todo un centro histórico.

La segunda es la conformación del comité técnico para definir el cómo, por qué y para qué de lo que será el futuro Museo Flamenco de Andalucía, un equipamiento que ocupará toda la extensión que va desde el actual Zoco de Artesanía hasta la Nave del Aceite, incluyendo todos los edificios que existen entre los dos. Una inversión de dos millones y medio con cargo a los fondos de la Iniciativa Territorial Integrada (los famosos ITI) que debe estar finalizado, para poder justificar la inversión ante los organismos europeos, como mucho en el año 2022. La verdad, ese dibujo que ya presentaron hace tres meses y que no ha mutado en proyecto serio plantea abundantes dudas sobre todos sus extremos.

Empecemos por su presupuesto. Hemos visto que la extensión del Museo no es precisamente pequeña y que en ella hay varios edificios que reformar o directamente rehabilitar de forma integral, sin contar con los mecanismos que haya que idear para unir todas las partes y conseguir que todo el complejo se perciba como un solo espacio. Luego hay que dotarlo de un contenido y unos medios técnicos que permitan la conservación, la observación adecuada y la seguridad de todos los elementos que se expongan, finalizando con los medios informáticos, aseos, consignas o medidas de accesibilidad que haya que introducir. Y no hablemos ya de un personal que se debe suponer mínimamente cualificado, que imagino que accederá por los cauces legal y administrativamente establecidos y evitando ese dedazo tan habitual, desgraciadamente, por estos lares. Bien, todo esto por el módico precio de dos millones y medios de euros. Como se ha publicado por este medio, se pretende construir aquí un equipamiento exclusivo a imagen y semejanza del Museo Picasso de Málaga, pero eso sí, con una inversión 25 veces inferior. ¿Eso cómo se come? O mejor, ¿eso cómo se hace? Y ya digo que lo expongo desde el mayor de los deseos de que se materialice ese Museo, pero también con los dos pies lo suficientemente apoyados en el suelo como para darme cuenta de que, dejando de lado unas buenas intenciones de las que no dudo, es materialmente imposible de realizar con el dinero que se anuncia invertir.

Luego el comité técnico. Bueno, mejor el comité, a secas, porque si no hay artistas, músicos o expertos en el diseño y construcción de museos, de técnico tiene lo que yo de rubio albino. Y todavía digo más: si está compuesto sólo por viejos conocidos del PSOE andaluz, como también se ha publicado, de comité también tiene poco. Más bien cabría hablar de un grupo de personas que se reunirán para hartarse de comer a costa de todos o, lo que sería aún peor, con cargo a la ínfima inversión que se pretende realizar y que después se sacan de la chistera ideas como el robot de la Expo 92. En la segunda ciudad de España con mayor deuda pública, lo del robot suena ya a recochineo. “Ahí os dejamos esto, para que veáis que hace veinticinco tacos que estáis gastando dinero en gilipolleces que todavía, y lo que os queda, estáis pagando”. Hasta ahora tenemos poco dinero y ningún experto.

Se pretende construir aquí un equipamiento exclusivo a imagen y semejanza del Museo Picasso de Málaga, pero eso sí, con una inversión 25 veces inferior. ¿Eso cómo se come?

Por último, el contenido y la finalidad del propio museo. Y es que la principal prioridad es que el turismo aumente, aunque no entiendan ni “papa” de flamenco ni les interese. Vamos, como el que va a Madrid a ver El Rey León creyéndose que va a presenciar la proyección de la película de Disney. Pero da igual, lo importante es que vienen y se gastan el dinero. No, queridos, tenéis entre las manos la responsabilidad de exponer, dar a conocer y conservar lo que se puede calificar como la esencia de un arte declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Por lo tanto, un respeto, porque también estamos hablando de algo que no afecta sólo a Jerez, sino a toda la comunidad autónoma. Es muy importante ser respetuosos con lo nuestro para poder después enseñarlo y divulgarlo a los que vienen a vernos. Eso que se está publicando de Marifé de Triana, el Toro de Osborne  o los anuncios del Seat Ibiza de Joaquín Cortés, es descabellado, rocambolesco y demuestra un apagón de ideas generalizado en la administración regional. Se ve que para ellos lo importante es gastarse lo menos posible, aunque ello suponga enseñar la mierda más grande, que el prestigio de un arte que es más valorado fuera que en la propia Andalucía. Por algo será.

Tenemos, pues, un cóctel formado por poquísimo dinero para un gran espacio, un grupo responsable donde no hay ni un experto (pa qué) y unas intencionalidad más que dudosa. De la misma manera que no dudo de que la reurbanización de la plaza se va a llevar a cabo, no puedo decir lo mismo del Museo Flamenco. Y ya digo que la ilusión más grande es que se realice este proyecto, que bien construido dotaría a la plaza Belén, siempre la plaza Belén, de un elemento de exclusividad y atracción como pocos. Tiempo al tiempo, a pesar de las dudas. A pesar de todo.

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