Comercios, en una barriada de Jerez.
Comercios, en una barriada de Jerez. MANU GARCÍA

Sin duda hay que acostumbrarse y reinventarse. En todas las edades, y en todas las etapas de la vida en que estemos, nos tenemos que reinventar, es bueno aunque funcione bien la rutina. La actividad mental, la novedad y la ilusión, es mejor que un caos, pero estos tiempos que nos está tocando vivir, más que una rutina, es un ritual, y todos nos tenemos que reinventar y adaptar con costumbres ¡sorprendentes!

Los ancianos han tenido que inventar una manera de soportar la incertidumbre de morir, como muchos de sus compañeros en las residencias, sin haberse despedido de nadie, también a no poder hacer la misma vida de cercanía y frecuencia que antes tenían con sus familiares. Las vacunas ciertamente han frenado la situación, con ella han recuperado ilusiones y visitas, pero no sabemos por cuanto tiempo...

Los pensionistas nos hemos quejado pero hemos tenido que adaptarnos a los cargos “injustos” que el banco nos impone para pagar sus fusiones, y a utilizar tecnologías impuestas de alguna manera, con el agravante de que a la mayoría nadie les enseñó o no tienen acceso. También estamos aprendiendo a esperar un turno desastrado de vacunación cuyo criterio no entendemos aún.

Casi todos no hemos podido viajar a otras comunidades para ver a los nuestros, ni ellos han podido venir a vernos, pese a que los alemanes, que tienen una tasa alta de contagios, han disfrutado de nuestras costas, y eso está teniendo incidencia de nuevos contagios en nuestro país. También hemos tenido que acostumbrarnos a renunciar a nuestros viajes del Imserso, que reactivan la economía del sector hotelero en temporadas bajas, actualmente siempre de temporada baja.

Los contribuyentes han tenido que declarar las míseras y tardías ayudas que llegaron “no a todos”. Los estudiantes han tenido que adaptarse a un tipo diferente de clases por turnos, y online, en bastantes casos han tenido por diferentes causas relacionadas con la pandemia que suspender por el momento los estudios. También han tenido que reinventarse maneras de divertirse y relacionarse, al no poder salir por la noche, ni hacer fiestas, pese a que otros jóvenes franceses puedan hacerlo todos los fines de semana en la capital del reino a través de un económico vuelo chárter con alojamiento.

Los niños han aprendido a inventarse maneras de no acercarse mucho para jugar, a llevar un “bozal” todos los días y a pasar frío en el cole. Algunas personas en edad de producir, que abarcan una gama amplia de edad, ante la situación y cansados de pasarlas mal, sobre todo en el sector turístico y hostelería, alertados por la situación, deciden no incluirse en las colas del paro y emprender.

Los canales que suelen utilizar como plataforma son online. Abrirse una página web atractiva, utilizar trucos de gestión para publicitarse y posicionarse es importante. Esto es válido de la misma manera si se decide realizar una apertura física, ello no impide utilizar las herramientas anteriormente mencionadas, pues con ello se establece un vínculo perfecto.

Pero tenemos que agudizar el sentido común, la estadística y la prospección de zona... No hay que dejarse llevar por lo que vemos que ha triunfado en una calle determinada, repetir no es buena idea, y esto sucede desde hace unos años, ocurre frecuentemente con un final destinado a cerrar en una media, de uno a dos años, ahora se aceleraría el cierre.

Debemos estudiar bien el mercado, de la misma manera que debemos asesorarnos utilizando los medios que las instituciones nos brindan para el emprendimiento, ciertamente no siempre fluye como esperamos. Podemos saber por estudio de mercado que excluyendo las zonas de copas, a las cuales la gente acude y combina, o las tiendas de ropa flamenca, que desde hace muchos años se definen perfectamente en las zonas cercanas al teatro y próximas a las academias del flamenco tan dañadas y añoradas en esta etapa que nos está tocando vivir, no debemos caer en la multiplicación de negocios destinados al fracaso. Pese a la competencia del grande, hemos podido observar que nuestras “tiendas de barrio”, sobre todo de productos básicos de alimentación, antes destinadas a sobrevivir humildemente y también otros comercios que son de cierto lujo, pero con ofertas y servicios a domicilio, nos han demostrado que nos hacen la vida diaria más confortable y segura, ahora más que nunca y sobre todo a los más mayores.

Las mujeres estadísticamente son las más emprendedoras. Ser creativa y creativo, conocer las necesidades y novedades del mercado, unirse a otros con capacidades diferentes entre sí y contactar con un ingeniero/a técnico colegiado, nos facilitará el saber en qué circunstancias legales y arquitectónicas se encuentra el local, eso es un paso. Un escaparate adecuado, con un peso exacto, influirá en el éxito, es un trabajo que un merchandising visual te hará. Con ello iniciamos también una cadena de activación profesional y de crecimiento económico para nuestra ciudad, así toda la actividad comercial y económica no quedará limitada a las zonas periféricas y a los más grandes. Como dijo Miguel de Unamuno: “El progreso consiste en renovarse”. El pueblo se apropió de la frase haciéndola refrán: Renovarse o morir.

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