Mujeres para gestionar la pandemia con ideas como colaboración, empatía, autocrítica, compasión...

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Algunas de las mujeres que presiden gobiernos.
Algunas de las mujeres que presiden gobiernos.

Se ha dicho que los países en que los gobernantes son mujeres, éstas han mostrado en sus manifestaciones públicas en estos tiempos de pandemia una mayor empatía con la ciudadanía y un adecuado nivel de confianza, mostrando actitudes humildes que valoraban la cooperación, la búsqueda de consejo experto o la colaboración. Alemania, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda y Taiwán tienen dos cosas en común: están entre los países con menos muertes e infecciones por covid-19, y sus presidentes del gobierno son mujeres. El papel de las mujeres ha sido muy importante en España en la gestión de la crisis, aunque invisible. Así, de las 17 comunidades autónomas, 7 –al comienzo 8— tienen mujeres al frente de sus consejerías de Sanidad. 

En la gestión de esta pandemia, la mayor parte de sus características están vinculados a lo femenino: colaboración, empatía, flexibilidad, autocrítica, compasión... Frente a esas se situaron, sin éxito, otras como la confrontación, la exposición pública, la exigencia a los otros... Hay algunas mujeres que han planteado la importancia del poder de la admiración, que sitúa a las mujeres en un espacio de humildad, de aprendizaje, de ser permeable a la acción de los demás... Y sería importante que esa cultura de la admiración se instaurase en la sociedad.

Si miramos a mujeres que han tenido un papel predominante en la divulgación hablaría de Margarita del Val, una científica que ha sabido entrar en las casas de la gente con explicaciones sencillas en momentos complicados, una persona muy sencilla que comunica muy bien. Margarita dirige la plataforma del CSIC dedicado a la covid-19 y atiende a todos los medios. Fue, con un grupo del que formo parte, una de las firmantes de la carta que pedía una evaluación sobre la gestión de la pandemia en España.

Y hablar de científicas nos permite decir que un estudio ha mostrado que los artículos científicos enviados por mujeres disminuyeron de manera considerable durante la pandemia a nivel mundial, mientras que los enviados por hombres prácticamente se duplicaron durante ese mismo periodo de tiempo. El impacto de género de la covid-19, tanto de la propia enfermedad como de sus efectos sociales y económicos, se ve sobre todo en el papel que las mujeres "de manera invisible" han tenido en su gestión política y sanitaria. Las líneas futuras y prioridades del sistema I+D+i en España deben garantizar que nadie quede atrás. Otro estudio también defiende que las instituciones con igualdad de género han facilitado unos resultados diferencialmente mejores. Los países dirigidos por mujeres son más igualitarios y tienen más mujeres en puestos de poder. 

Todo ello en un entorno donde las cifras de casos y fallecidos por la pandemia nos inundan diariamente. Hasta el punto de que nos resulta fácil perdernos. Y es evidente que algunos países han sido más eficaces que otros a la hora de contener los contagios, por una gran diversidad de motivos. Hay datos que apuntan a que la gestión de la pandemia ha sido mejor en aquellos países en los que gobierna una presidenta o una primera ministra. Uno de los muchos factores que influyen en los contagios podría ser el estilo de liderazgo político. Y, en concreto, la presencia femenina en los gobiernos. Así lo concluye al menos un estudio, que sostiene que en los países gobernados por mujeres el impacto de la Covid-19 ha sido significativamente menor.

Y es que los países liderados por una mujer tienden a ser más equitativos en términos de género. Las líderes han reaccionado con mayor rapidez y decisión frente a posibles fatalidades. En casi todos los casos, declararon el confinamiento antes que los líderes varones en circunstancias similares. Aunque esto puede tener implicaciones económicas a más largo plazo, ha ayudado a estos países a salvar vidas, como demuestra el número significativamente menor de fallecimientos en estos países.

Por tanto, los resultados de la covid-19 son sistemática y significativamente mejores en países dirigidos por mujeres y, hasta cierto punto, esto puede explicarse por las respuestas políticas proactivas que adoptaron. Incluso teniendo en cuenta el contexto institucional y otros controles, la dirección por parte de mujeres ha supuesto una ventaja para los países en la crisis actual. Eso ha llevado a que algunas personas, entre las que me cuento, defiendan que son necesarias más mujeres en puestos de liderazgo.

Y es que la empatía que han ejercitado en sus discursos en tiempos de pandemia es uno de los rasgos más alabados por la opinión pública, lo que contrasta con los enfoques de despreocupación imprudente, que han mostrado algunos de los líderes mundiales más prominentes. Esta diferencia en sus niveles de confianza es crítica para entender el éxito de las mujeres. La escucha y la humildad, al haberse dejado asesorar por expertos de diferentes procedencias, han hecho de ellas referentes claros ante esta enfermedad, la covid-19. Siguen tomando decisiones difíciles de forma ágil y dan lecciones de buen gobierno. 

Somos, en estos tiempos, testigos del nacimiento de un efectivo y muy humano estilo de dirección de países y de gestión de crisis. Estoy convencido de que va a marcar el futuro. Las distancias iniciales, lejos de corregirse, se han acentuado dejando constancia de una clara diferencia en los resultados de la gestión de esta crisis entre unos países y otros, entre unos gobiernos y otros, entre unas presidentas o primeras ministras y otros. Las causas de estos asombrosos resultados pueden ser sin duda muy diversas. Entre éllas, la sobreconfianza como tendencia de los seres humanos a poner más peso en su propio conocimiento y juicio del que merecen. Y los hombres son más tendentes a mostrar este sesgo de sobreconfianza que las mujeres.

Y todo ello en un entorno donde en un artículo  publicado en The Lancet en el que el grupo de trabajo sobre género y covid-19 de la London School of Economics and Political Science y otras universidades, señalaba la necesidad de incorporar la perspectiva de género al análisis de la pandemia y a las intervenciones que se programen para paliar sus consecuencias, como requisito indispensable para que éstas sean efectivas y equitativas. Porque “Las pandemias, si saben de género”. Así es necesario repetir que las profesionales siguen teniendo que asumir múltiples roles en su día a día para poder adaptarse a situaciones extraordinarias, simultaneando papeles de maestras, para mantener la educación escolar de sus hijos en cuarentena; profesionales comprometidos, y finalmente madres y/o cuidadoras en jornadas interminables, para mantener una cierta estabilidad en la vida familiar.

La pandemia puede ser que nos haga mejores, no sé si a todos y todas, aunque está claro que debemos ser capaces de poner en marcha estrategias eficaces, solidarias y equitativas, que al menos no profundicen en las desigualdades existentes. En este sentido, creo imprescindible avanzar en la reconstrucción social y económica a través de un abanico de miradas y perspectivas, entre ellas la de género, aunque no la única. Con líderes mujeres. 

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