En un momento en que el suicidio sigue siendo una de las grandes heridas silenciadas de nuestra sociedad, dos cineastas —desde la experiencia personal, desde el duelo, desde la urgencia de nombrar— han elegido la pantalla como espacio de memoria y humanidad. Sergio Hernández y Rosa Cabrera probablemente no se conocían, pero sus obras dialogan como si lo hicieran: El estigma del silencio y Abril se fue en noviembre, no buscan respuestas simples, sino abrir preguntas profundas. Lo que comparten es la convicción de que hablar del suicidio no solo es necesario, sino un acto de justicia emocional.
Romper el silencio: una urgencia compartida
“La mayoría de la gente no sabe qué decir, cómo reaccionar, cómo acompañar a alguien que ha pasado por algo así”, dice Sergio Hernández, director del documental El estigma del silencio. “Y eso también lo viví yo. Uno de mis mejores amigos intentó suicidarse, y me di cuenta de que no tenía herramientas. No sabía nada”.
Rosa Cabrera, que tenía apenas 14 años cuando perdió a una amiga por suicidio, lo vivió de forma parecida: “Fue como reírnos un día, y al día siguiente estar delante de su féretro. Nadie nos explicó nada. Y entonces llegó el silencio. Ese que parece proteger, pero que en realidad aísla”.
Ambos coinciden de forma separada en que ese silencio social no solo impide el duelo, sino que agrava el dolor. “Hay bromas, comentarios que antes ni registraba”, confiesa Sergio. “Hoy sé que detrás puede haber un sufrimiento real. La ignorancia no es solo individual: es colectiva.”
Contar para comprender, contar para acompañar
En Abril se fue en noviembre, el cortometraje de Rosa Cabrera, el centro no está en quien se fue, sino en quien se queda. Mara, la protagonista, intenta reconstruirse años después de la muerte de su amiga. Pero el dolor no tiene forma ni calendario. “Quise narrar esa ambivalencia emocional: seguir adelante sin sentir que traicionas la memoria de quien ya no está”, dice la directora.
Para Sergio, esa misma complejidad se expresa a través de los testimonios en su documental: supervivientes, familiares, sanitarios, cuerpos de emergencia. “Contar en primera persona, con rostro y voz, es lo único que puede romper el estigma”, afirma. “Una historia así llega mucho más lejos que cualquier dato”.
Ambos cineastas insisten en conversaciones diferentes, en que el cine no pretende dar soluciones, sino ofrecer un espacio. “El cine no cambia el mundo, pero puede hacer que no estemos tan solos”, dice Rosa. Sergio dice: “Puede ser un puente. Entre quienes viven este dolor y una sociedad que aún no sabe cómo mirarlo”.
Un cine que cuida: ética y estética
“Desde el principio tuve claro que no todo vale cuando se habla de suicidio”, señala Rosa Cabrera. “Es fácil caer en el morbo o la simplificación, y eso puede hacer mucho daño.” Sergio comparte esa misma inquietud: “Traté de hacer un documental respetuoso, íntimo, humano. Lo último que quería era explotar el sufrimiento ajeno".
Ambos hablan del cine como una herramienta de cuidado. No solo por lo que muestran, sino por cómo lo hacen. En el caso de El estigma del silencio, las proyecciones en centros educativos y sociales se acompañan de charlas con psicólogos y profesionales. “Queremos abrir conversaciones. Lo que no se nombra, no existe. Y lo que no existe, no se puede cambiar”.
El impacto: cuando la pantalla se convierte en espejo
Después de cada proyección, ambos creadores han recibido palabras similares: gracias. Gente que se acerca a contar su historia, a compartir su herida, a decir “ojalá hubiera visto esto antes”. Rosa lo resume con humildad: “El corto ha sido sanador. No porque haya borrado el dolor, ese siempre estará. Pero ahora Abril está en un lugar más luminoso”.
Para Sergio, la respuesta del público ha sido también profundamente transformadora. “Yo no soy psicólogo, ni experto. Pero este trabajo me ha hecho más humano, más empático. Me ha cambiado como persona”.
Hablar aunque duela. Hablar porque duele.
Tanto Abril se fue en noviembre como El estigma del silencio forman parte de un movimiento artístico más amplio que busca visibilizar el suicidio con sensibilidad y compromiso. Iniciativas como Creadores por el suicidio reúnen a artistas de distintas disciplinas con ese mismo propósito: nombrar lo que aún cuesta mirar.
“No se trata el suicidio como otras muertes”, dice Rosa. “Hay un juicio social implícito, una especie de silencio que parece validar que no hay nada que hacer. Pero sí hay. Y lo primero es hablar”.
Sergio lo tiene claro: “Podría hacer diez documentales más. Por desgracia, hay muchas historias aún por contar. Pero con este proyecto siento que he abierto una puerta. Y ya no se puede cerrar”.
¿Dónde ver los proyectos?
El estigma del silencio
— Disponible desde el 10 de septiembre en FlixOlé.
— Disponible desde el 12 de septiembre en Filmin.
Contacto proyecciones: @SergioHernandezCine.
Abril se fue en noviembre
— Próximas proyecciones en centros culturales y festivales.
Más información en redes de Rosa Cabrera.
Si necesitas ayuda
Si tú o alguien cercano está atravesando una situación difícil, no estás solo. En España puedes llamar al 024, la línea gratuita y confidencial de atención al suicidio, o al Teléfono de la Esperanza (717 003 717). Hablar salva vidas.
Contar también es cuidar. Y en la voz de quienes se atreven a narrar lo indecible, habita una forma de resistencia: frente al estigma, frente al olvido, frente a la soledad.



