Entre el cielo y el suelo

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Siempre pensé que son crueles: se echa de menos a los que ya no están y los que no pueden permitírselas, sufren no poder organizar una cena en familia, o no dejar algún regalillo.

No soy de aquellos que piensan que estas fiestas son “mágicas”. Al contrario, siempre pensé que son crueles: se echa de menos a los que ya no están y los que no pueden permitírselas, sufren no poder organizar una cena en familia, o no dejar algún regalillo (siquiera un pequeño detalle) a los críos, que son quienes más disfrutan.

Sin embargo, hay veces que uno debe tragarse sus palabras y pensar que, oh bendito Santa, el Espíritu de la Navidad existe, y a veces se manifiesta como Dios manda (nunca mejor dicho). Hoy, famoso Día de la Salud, los millones han visitado las casas de muchos afortunados. La mayoría de ellos, de clase obrera. Gente de la que te alegras cuando los ves saltando con una botella de cava abierta en las manos, desparramando espuma y alegría a puñados, compartiendo su gozo con los telespectadores que, con sana envidia, nos damos por satisfechos al saber que aquella abuelita evitará un desahucio, o el tipo medio calvo y gordinflón de profundas ojeras, al fin podrá montar ese bar que soñaba en su barrio, y dejará de recibir portazos en las narices como cuando buscaba empleo.

Pero claro… dirán ustedes que esto pasa todos los años. ¿Qué tiene éste de especial?

Pues una sentencia a nivel europeo que supondrá otra lluvia de miles de euros entre los afectados por las dichosas cláusulas-suelo, y que retrotrae la devolución del dinero indebidamente cobrado por las entidades bancarias, nada menos que a 2009 (ajusten, ajusten…).

Este otro Gordo de Navidad, ha sido muy repartido. De seguro que ha caído en todas y cada una de las provincias españolas, y en algunos casos supone la salvación económica de muchas familias por su doble premio: la devolución del dinero, y la considerable rebaja en las cuotas mensuales de las respectivas hipotecas.

Revisen a conciencia sus escrituras. Dicen los expertos que muchos son los que tienen cláusulas abusivas en sus hipotecas (como las “suelo”) y no lo saben. Si tienen un amigo abogado o asesor, pierdan unos minutos entre mantecado y turrón, en revisar párrafo a párrafo lo que firmaron.

Quién sabe… igual el suelo se les vuelve cielo en un segundo. Igual aún están a tiempo de salir a la calle, descorchar una botella de cava y celebrar que la Navidad, por fin, hizo uno de sus famosos milagros en su propia casa.

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