Uno, dos y tres… fascismo otra vez

¿Los gobiernos ultraderechistas de Polonia o de Hungría? Bah, estaban lejos. Pero Italia es un pariente cercano y vive justo al lado

Biólogo y profesor.

Meloni con Olona en el mitin de Vox.

Un taxista oye la COPE, en la barra de un bar dos jueces se mofan de unas chicas gays, tres señoras muy señoreadas creen en milagros de cuadros que se salvan del derrumbe de una iglesia, cuatro escolares de uniforme comentan que Vox es guay, los redactores de un periódico trabajan separando la paja del grano, para publicar la paja. Un partido político al completo se dedica a la corrupción como una forma de patriotismo. Millones de españoles sufren amnesia colectiva.

Es el camino que lleva al fascismo de Meloni, de Salvini y a la canallocracia del dinero de Berlusconi. Se presentan como rebeldes ante la burocracia de Europa, las timoratas políticas migratorias y la polilla de los partidos tradicionales. Ah, ya Mussolini se presentaba como rebelde usando argumentos parecidos.

Subvierten palabras hermosas como libertad y democracia, que retuercen con artificios retóricos para que signifiquen lo que ellos quieren que signifiquen. Y se apropian de símbolos del Estado, como el primer verso del Himno nacional -“Fratelli d’Italia”- para dar nombre a su partido fascista.

Bulle mi borbotón de sangre italiana al ver que Umberto Eco, Primo Levi o Pasolini son arrojados al cubo de la basura. E Italo Calvino, Benedetto Croce, Rita Levi Montalcini, Pavese, Pertini… reducidos al silencio. Pobre Italia. Pobre Europa.

La ingenuidad de mi juventud me hizo creer que venía un mundo solidario, humanista y sin guerras. Me equivoqué: uno, dos, tres y el fascismo ya está aquí otra vez. Disfrazado de cualquier cosa. Anunciaba “La Razón” con toda pompa tipográfica: “Victoria del centroderecha italiano”. Ja, si eso es centroderecha, yo soy Ana Karenina.

Te dicen, “¿Ves? No pasa nada: Meloni, Salvini y Berlusconi no importan.” ¿Los gobiernos ultraderechistas de Polonia o de Hungría? Bah, estaban lejos. Pero Italia es un pariente cercano y vive justo al lado.

Día a día, aquí también normalizamos el fascismo, sus ataques a las medidas sociales y leyes de igualdad, el odio al inmigrante y a la sacralización del poder del dinero. Como decía la niña de ‘Poltergeist’: “Ya están aquiiiií”.

En nombre de la cultura, la honradez y la razón, creo que nos merecemos un país mejor.