El carnaval chillout

Son los divinos, los grandes nombres actuales de nuestra fiesta, quienes utilizan una presunta rebeldía para hacer más digerible su mensaje cuñadil

JOSE PETTENGHI ARTICULO

Biólogo y profesor.

Primer domingo de carruseles del Carnaval de Cádiz 2023
Primer domingo de carruseles del Carnaval de Cádiz 2023 CANDELA NÚÑEZ

Nadie podrá negarme que el carnaval es risa, sátira y comicidad, aspectos que aún siguen perviviendo en el carnaval callejero. Sin embargo el oficial, el del concurso del Falla, ha perdido su sentido profano y gamberro, convirtiéndose en otro artículo de consumo. Año tras año, edición tras edición, se parece más al festival de la OTI.

Autores de ceño fruncido, rictus de mala leche y que parece que te están regañando, adoptan esa pose falsuna de enfant terrible, cuando no son más que tentáculos de un sistema puramente comercial basado en un lirismo de casapuerta, alegorías confusas y cursilería sonrojante, todo ello dirigido a un público poco exigente y dispuesto a llevar a los confines de la obra maestra lo que no son sino cuñadismos.

Son los divinos, los grandes nombres actuales de nuestra fiesta, quienes utilizan una presunta rebeldía para hacer más digerible su mensaje cuñadil.

Para ser un rebelde, un indomable o una oveja negra no es suficiente con autoproclamarlo día y noche, a los cuatro vientos. “Hay que ver lo rebelde que soy”. Eso queda muy cutre. Para ser rebelde es necesario serlo.

Tampoco es suficiente una agresividad gratuita y pendenciera. Ello ni siquiera es bandera del valiente. Cuando la adulación provoca egolatría, cuando cualquier pamplina es elevada a la categoría de genialidad, puede ocurrir que no se administre bien el elogio desmesurado de un público que aplaude una cosa y lo contrario. Como ocurre en el concurso del carnaval.

Para ser un rebelde hay que tener unas ideas claras y una trayectoria nítida. ¿Es un rebelde quien hace un pasodoble a Vera y Barrionuevo, en el límite del apoyo al terrorismo de Estado? Aunque hoy escriba otras cosas. Para ser un rebelde, amigo, no se puede merodear por las veredas ideológicas en función de dónde sople el viento.

Un rebelde no vive arropado entre los faldones del sistema.

Y, sobre todo, que estamos hablando de carnaval: ¿Dónde está la ironía? ¿Dónde el doble sentido? ¿Dónde la sátira? Yo sólo veo provocación de patinillo.

Y lo quieran o no, esos autores divinos y consagrados participan en un un concurso que, hoy por hoy, sólo es una momia conceptual.

 

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