No sé si lo habrán notado, pero estamos en campaña. Probablemente no les suene o quizás incluso estén al tanto. Es complicado ser consciente de la trascendencia de este momento porque apenas estamos recibiendo mensajes grandilocuentes. Esta vez nos ha dado más por el freak show. Y eso sí que se lo están tomando en serio nuestros políticos.
Se están esforzando al máximo por ser el más original, el que está más en la onda, el más enrollado, el que se divierte más al tiempo que duerme menos por patearse nuestra bella Andalucía. De la rural a la urbana y vuelta a la rural. Todos quieren lucir mejor de verde y blanco, y colocarse sus mejores galas y sus mejores frases. Quieren salir mejor que los demás en el telediario y sobre todo en el meme. Se lo están currando.
En campaña pasan cosas muy raras. Y con cada proceso electoral, todo se vuelve un poco más bizarro. Por ejemplo, en campaña podemos ver al siempre campechano Juanma Moreno pidiéndole el voto a una vaca mientras le acaricia una orejilla o visitando la serranía cordobesa para terminar haciéndose fotos junto a un Yoda en miniatura. Esto está plenamente justificado pues el tweet que atestigua que la fuerza lo acompaña era ya cosa hecha y se haría viral.
Debo confesarles que Moreno me encanta: sabes lo que puedes esperar de él. Puedes verlo con su chaleco campero y sus camisas de cuadros cuando va a visitar el campo andaluz, y luego siempre tiene a mano un buen jersey azul y una sonrisa seductora bajo la gomina. No puedes dar un paso en una caseta pija de la Feria sin toparte con uno como él. Forma parte del pueblo y él lo sabe. Quizás sea por esto por lo que en esta campaña se ha atrevido incluso con el karaoke. "Cuando brille el sol te recordaré si no estás aquí…"; ya se sabe que por el sur otra cosa no, pero sol, un rato. Es de lo poco que no ha podido quitarnos su partido.
La lideresa verdiblanca está en campaña y el pueblo también lo sabe. Lo sabe tanto que nos parece normal verla a tortas dialécticas con la gran esperanza proletaria. Eso sí, antes de la batalla, le hace carantoñas a la tripa de embarazada de su rival —que se note que somos mujeres y estamos hechas de otra pasta—. Ella, Susanísima, ha llenado su discurso de referencias al pragmatismo y a Juego de Tronos. También aconseja votar antes de que juegue el Betis, que luego la mente se dispersa y está a otras cosas. Y se ha quedado tan pancha. Sobre todo para echarle en cara a su rival por la izquierda que esto de gobernar le queda grande. Le recomienda que ponga los pies en el suelo y que, a ser posible, los saque del Parlamento.
Y Teresa, la Khaleesi andaluza, tiene un secreto que contarte. Ella quiere destruir la injusticia, combatir el frío polar con pieles —aunque eso la aleje del PACMA— y vencer los inviernos eternos desde la Guardia de la Noche que se ha agenciado al fin los tres dragones. Qué pereza para los que nunca hemos visitado Invernalia. Lo que no sabemos es si más allá de la HBO triunfará el invento. La convicción la acompaña, los números no tanto.
Y en medio de este circo de pulgas, no se pregunte qué es lo que la campaña puede hacer por usted. Mejor pregúntese qué puede hacer usted por la campaña, qué le puede aportar. Aún le queda todo un día para dar con el mejor guiño, la frase más rocambolesca o el momento más impagable y ponerlo en sus redes sociales. Puede que con ello logre darle al presidenciable su instante de gloria. Después deberá reflexionar y el domingo, a las urnas. Mi consejo es que se lo piense con calma, para que así al menos haya alguien que se lo tome en serio. Calcule bien, que luego quedan cuatro años más de espectáculo.
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