En Andalucía votó el patriarcado

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

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Tras el shock que me supuso el resultado de las elecciones del pasado domingo, con la entrada de la ultraderecha en el Parlamento Andaluz, me pregunto hasta que punto patriarcado, machismo, y su ideología totalitaria no están detrás.

No es una exageración de un hombre como yo que se pretende cada día un poco más igualitario, o alguna idea que me hayan inculcado las “malvadas y revanchistas” mentes feministas, porque más allá de los análisis de las razones políticas, económicas, sociales, que hagan personas más capacitadas que yo, mi lectura para explicar esta catarsis democrática que vivo, para explicarme los porqués a qué una parte de la población andaluza haya votado a una opción política tan antidemocrática y reaccionaria, van en otra dirección. Es el voto por un modelo y una concepción de la sociedad, patriarcal, machista, y reaccionaria

Y las ideas de ese modelo y esas estructuras también están en la sociedad, en las familias, en los grupos de amigos, en las empresas, en los compañeros de trabajo, están en la publicidad, en los medios de comunicación, y en las redes sociales. Están en los sindicatos, en las asociaciones de vecinos, y también en los partidos políticos, incluidos los de la izquierda, que aun no se han enterado de la necesidad del cambio imperioso de estos patrones y modelos masculinos de comportamientos, y ejercicios del poder. Y sobre todo están en nuestras cabezas, en nuestras conversaciones, y en nuestro día a día. Solo tenemos que mirarnos, solo hay que mirar en los organigramas internos, en el número de mujeres que forman parte de los aparatos de gobierno, y decisión, o analizar, sí realmente hemos cambiado, y en qué, respecto a hace veinte años. Veremos que en lo sustancia el cambio no es tal.

Cuando miro, y observo, los programas de los dos partidos de la derecha, y la fuerza de ultraderecha, que han obtenido representación parlamentaria, veo con claridad ese modelo de sociedad, y la numantina defensa del orden social, político y económico que lo sustenta, el capitalismo y su versión salvaje.

Programas que se basan en ideas como, el modelo tradicional de familia, núcleo central y único de referencia; La cosificación de la mujer, y su conceptualización como esposa,  madre, y cuidadora, y del hombre proveedor, y protector; El binarismo de género, con los conceptos clásicos de  masculinidad y feminidad. La victimización de los hombres, y la culpabilización de las mujeres; La negación de la violencia de género, el desprecio por las políticas de igualdad, y en definitiva el mantenimiento a ultranza del poder hegemónico de los hombres, y el ejercicio sistémico de la violencia hacía las mujeres.

En Andalucía ha votado mucha testosterona, y en los sobres había papeletas de antifeminismo, odio, banalización de los derechos humanos, y desprecio al pobre, y a la pobreza. En las pasadas elecciones votaron patriarcado y machismo, y lo hicieron sin pudor, rubor, ni caretas.

Estamos a tiempo los andaluces y andaluzas, de frenar y vencer. Pongamos las fuerzas y el protagonismo necesario para ello, Andalucía no es tierra de odios, ni de violentos con pistola. Pensemos, si el cambio que necesita el mundo va en otra dirección, y si el feminismo no es el camino. Los hombres hemos vuelto a demostrar nuestra insuficiencia para gobernar. Rompamos los estereotipos, dejemos de sentir ese arrogante repelús que experimentamos hacía el feminismo, y vayamos de la mano.  En un mundo pensado, gestionado, y liderado por las mujeres, el resultado electoral del pasado 2 de diciembre, no se hubiese producido. Al fascismo, y la involución, se les combate con, distribución de la riqueza, derechos, igualdad, y más y más feminismo. Ese el camino.

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