El virus del machismo sí pone en peligro la sociedad

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Una pintada alertando del peligro del machismo. FOTO: JALUJ/WIKIPEDIA
Una pintada alertando del peligro del machismo. FOTO: JALUJ/WIKIPEDIA

Y a pesar del coronavirus la vida sigue, lo bueno, y lo malo, y con ello el mundo de los hombres, el machismo y la violencia que genera. Debe ser tremendamente difícil tener que convivir sin poder salir a la calle, con alguien a quien se le tiene un miedo que nos paraliza, porque lo sabemos capaz de matarnos si le llevamos la contraria. Alguien que nos considera de su propiedad, y solo entiende la existencia si estás a su lado para consolarlo, entretenerlo, satisfacerlo, y darle sentido a su vida.

Este drama lo están viviendo en nuestro país, en un tiempo en el que a todos y todas nos piden no salir de casa para protegernos, miles de mujeres condenadas a vivir con hombres violentos. Hombres que dicen amarlas pero que campan a sus anchas sobre sus derechos más elementales. Hombres inseguros, frustrados, amargados, infelices, inmaduros, incultos, pero también orgullosos, satisfechos consigo mismos, maduros, educados, poderosos, porque el machismo y la violencia de género no entienden de estados, cuarentenas, o pandemias.

Nos protegemos del virus, y las seguimos desprotegiendo de los hombres, porque de poco o nada sirven las políticas públicas de protección, si no van acompañadas de un cambio de la sociedad, o si los hombres definitivamente no afrontamos este problema, que es principalmente nuestro, y nos decidimos a parar la cultura que produce y habilita todas estas violencias y asesinatos.

La pasividad, la aceptación de unas normas injustas, el dar poca importancia a cuestiones, hechos, comportamientos, comentarios, imágenes, claramente vejatorias y discriminatorias, es el alimento que el monstruo del machismo que todos los hombres llevamos dentro, necesita para vivir. Porque los hombres hemos llegado a ser para las mujeres más peligroso que el propio virus que hoy nos alarma y preocupa.

Urge ser honestos, pararnos y decir ¡basta ya! a un sistema injusto y desigual que sabemos siempre nos favorece a los hombres y perjudica y desprotege a las mujeres. Tenemos que cambiar en lo individual, y en lo colectivo, agruparnos con otros hombres y decir públicamente que no todos somos iguales, que hay muchos hombres decididos a luchar contra el machismo y la violencia, y que para ello trabajamos en nuestro cambio, porque repudiamos el modelo de hombre en el que nos han educado, y que con nuestros comportamientos perpetuamos.

Hemos de reconocer que no somos más que las mujeres, y en consecuencia dejar de actuar como tal, y aceptar que es muy probable que sus cualidades, las formas que tienen de vivir y gestionar la vida, sean mejores para la humanidad que las nuestras, duras y agresivas, que tantos daños provocan. Tenemos que convencernos y con nuestro compromiso y ejemplo comenzar educar a las nuevas generaciones, enseñándoles que para ser hombres, no es necesario ser los machos dominantes, viriles, y orgullosos que nos dicen que debemos de ser, para ser hombres. Que la vida, nos irá mejor, porque seremos más libres y felices.

Pero los hombres, sin embargo, parece que seguimos en otra onda, igual de parados, sin movilizarnos, ni destinando esfuerzos, recursos y voluntades para apear el machismo de nuestras vidas, y que es solo el empeño de las mujeres el que está forzando el cambio a una sociedad más justa, facilitando de esta forma también nuestro cambio.

Porque los hombres en lugar de compartir trincheras en esta guerra civil contra el patriarcado, el verdadero peligro de nuestra sociedad, y de entenderla como nuestra, necesaria y e inaplazable, resulta que parece que nos hemos propuesto hacer justo lo contrario, es decir defender la injusticia y la desigualdad. Y lo hacemos de muchas maneras, unos, dejando la vida pasar, otros, luchando contra quienes combaten la desigualdad, y los más, con la mejor de las armas que el neoliberalismo ha puesto en nuestras manos, para defender el machismo sin pringarnos, y de paso no quedar mal, (nuestra especialidad), relativizándolo todo.

A veces pienso que los hombres somos la auténtica pandemia de todos los siglos, el verdadero virus a derrotar. No hablo de los hombres como sujetos, que muchos hay que no responden a estos patrones, me refiero al hombre como concepto. Al modelo hegemónico de masculinidad, de hombre fuerte, seguro, violento y protector. Este hombre es al que hay que combatir y aislar, y del que del que todas y todos deberíamos ponernos en cuarentena. Nos va la vida en ello.

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