El vino qué tiene el vino

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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 En primer lugar, la primera premisa que hay que perder desde la izquierda es ese mantra de que hay que gobernar para TODOS los jerezanos, para TODOS los ciudadanos, en conclusión, para TODO el mundo y lo repito, no se puede. 

He oído a Patxi López —aunque no sea precisamente mi ideal de político— algo con lo que estoy muy de acuerdo: "La socialdemocracia europea está perdiendo terreno porque cada vez se descafeina más, pierde más sus principios”. Decía que era como echar agua al vino, llega un momento en que el vino es más agua que otra cosa, y creo que es cierto, él mismo lo puede corroborar casi sin levantarse del sillón, mirando en su propio partido.

Y pasa que están pasando cosas en nuestra ciudad, Jerez, que para mí, entran dentro de ese echar agua al vino, nunca mejor dicho, ese intento de caer bien, de buenismo, de equilibrismo y malabarismo político, ese a ver si así me votan. Es como cuando le preguntan a alguien qué le ha pedido a los Reyes y dice que la paz mundial. Así, en general, en abstracto, ¿qué tipo de paz mundial? ¿cualquiera le vale? ¿la que quieren Putin y Trump o la que preferiría el Padre Ángel, por ejemplo? Eso de querer quedar bien con todos no se ha mostrado nunca como un buen negocio, tampoco en política, creo que eso lo deberíamos tener claro a estas alturas.

Por eso no me ha gustado mucho el acuerdo de pleno que pide al gobierno que no aumente el IVA del vino de Jerez. Da la impresión de que con la moción se pretende quedar bien con empresarios, trabajadores y ciudadanos a la vez y lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. En primer lugar, la primera premisa que hay que perder desde la izquierda es ese mantra de que hay que gobernar para TODOS los jerezanos, para TODOS los ciudadanos, en conclusión, para TODO el mundo y lo repito, no se puede. Si por ejemplo, se quiere profundizar en unas medidas a favor de los servicios públicos, pisamos los callos de los que prefieren pagar menos impuestos a tener mejores colegios y hospitales, o sea, que como dice el refrán nunca lloverá a gusto de todos.

La izquierda, o como está de moda ahora, la socialdemocracia, en temas fiscales siempre lo ha tenido claro, o por lo menos eso creía, los impuestos deben tender a ser directos y progresivos, cumpliendo una función redistributiva, cobrar más al que más tiene para invertir más en los más desfavorecidos. Los impuestos indirectos, también, por tanto, deberían seguir el mismo patrón, seguir una escala desde lo imprescindible a lo superfluo, creciente, no es de recibo que pague lo mismo el combustible del yate de el Pocero que el de unos pescadores que salen a buscarse la vida todos los días, ¿verdad? Nos pongamos como nos pongamos, el vino no es un bien de primera necesidad, por lo menos para la mayoría de la población, como puede ser el agua, la cultura o el pan, y deben tener tratamientos fiscales muy distintos, mucho más gravosos unos que otros. Si queremos una fiscalidad progresiva, claro.

Por otro lado, el argumento de que ese aumento podría afectar a las ventas del vino de Jerez y por tanto podría ser negativo para la economía de nuestra ciudad no es compartido ya casi por nadie y menos por los expertos en la comercialización de nuestro producto estrella. Precisamente las históricas crisis del vino en Jerez han venido cuando se ha preferido la cantidad a la calidad, el aumento de ventas por precios más bajos que por la mejoría de la calidad. La apuesta de los expertos está ahora en vender calidad valorando al precio correcto. César Saldaña, del Consejo Regulador del vino de Jerez, por ejemplo, nos ilustra: “La facturación ha subido un 3% y las ventas de botellas han descendido un 4%, es el camino..”

Por tanto, desde mi punto de vista, una reducción del IVA no favorece ni a las ventas ni a la comercialización del vino ni por traslación al sector, los trabajadores y la ciudad. Son otros los factores en los que se podría incidir desde el Ayuntamiento para mejorar esos aspectos, como la la educacion y formacion profesional, potenciar la imagen de exclusividad de la ciudad, incluso en su ciclo festivo, sus bodegas, su íntima relación y como esa simbiosis crea un producto excepcional, único, favorecer la creación de estructuras empresariales y comerciales más cercanas a nuestro entorno, lejos de las multinacionales que ahora dominan el sector o conseguir unas mejoras en las condiciones laborales de los trabajadores del sector, que como todos los especialistas apuntan es uno de los factores que más inciden en la calidad de cualquier producto.

No podemos olvidar el poder de disuasión que también conlleva una subida de impuestos, como nos decía la UE en su Conferencia Europea Sobre Salud Sociedad y Alcohol.

"Promover la salud controlando la disponibilidad, por ejemplo para la gente joven, e influyendo en el precio de las bebidas alcohólicas, por ejemplo mediante impuestos”. Y en ésta materia no parece que tampoco lo tengamos muy claro, el vino tiene alcohol y el alcohol es una droga, deliciosa, para muchos, incluidos yo, pero droga a fin de cuentas. Droga que en nuestro país es la responsable de la mayoría de accidentes laborales (40%) y de tráfico (43%). Droga que fomenta la violencia y deteriora las relaciones personales, familiares y sociales, según todos los expertos. Últimamente nos hemos escandalizado al conocer la muerte de una niña por ingestión de alcohol y que nuestros jóvenes se emborrachen por primera vez cada vez con menos edad. Me parece que desde los ayuntamientos también podría hacerse algo para ponerle coto a esa lacra. Resulta indignante ver muchos comercios no controlados vendiendo en sus escaparates botellas de todo tipo, sin ningún tipo de prevención, muchas veces incluso sin licencia. ¿No podría el Ayuntamiento emitir un bando para que la Policía municipal controlara férreamente esos comercios y que no se permita el acceso al alcohol de menores?

Es un ejemplo de cosas que el pleno de nuestro Consistorio también podría hacer, nada más.

P.D. 1: A cuento de las convocatorias blancas, esas que apoyan cosas digamos de cajón, como “salvemos el centro histórico”, me parece que tienen que ser más explícitas, menos generalistas. No sé de nadie que no quiera salvar el centro histórico, el problema es ¿a costa de quien? y ¿beneficiando a quien? En Jerez se ha intentado en más de una ocasión, con propuestas serias y realizables (recordad la ciudad del flamenco) y con más o menos fortuna. Será cuando menos curioso ver en la misma manifestación para “salvar el centro histórico”, los que hicieron las propuestas y los que le pusieron zancadillas para tumbarlas. Cosas veredes.

P.D. 2: Otro salvemos, Salvemos Jerez, y me pregunto yo que... ¿de qué? Siempre me dio miedo eso de que quisieran salvarme incluso a pesar mío. La idea no parece mala, lo malo viene después, cuando se lleva a cabo lo que Marx llamaba la praxis. Sentémonos, mirémonos a los espejos y hagámonos la eterna pregunta ¿es posible la unión de la izquierda? ¿Pues qué os voy a decir? Viendo lo visto, espero que no.

P.D. 3: Le propongo a los grupos municipales un programa Edusi, “ponga usted una rotonda en su vida”. ¿No me digáis que no os pica el ego?, un crowdfunding (una vaquita de las antiguas), una rotonda vacía y hala. Menos mal que en algunas confesiones está prohibida la difusión de imágenes que si no nos faltaban rotondas. ¡Ah...! que en La Biblia también están prohibidas. Pero hombre, no seamos radicales que entonces no tendríamos la moción sobre el vino y ¿de que iba a escribir yo entonces?

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