Refugiados en Idomeni, Grecia. FOTO: JAVI FERGO.
Refugiados en Idomeni, Grecia. FOTO: JAVI FERGO.

Como muy bien dice en su primer libro, La flor que me encontré, la joven y prometedora escritora Leticia Campuzano: “La mejor película de terror jamás escrita está en las noticias”. Pues sí, Leticia. En esas noticias que a diario nos lanzan a manera de escupitajos verdes los distintos medios de comunicación y que no nos importa que se nos restriegue, un día sí y el otro tan bien, por el laberinto sin salida en que se ha convertido nuestra enclenque y pobrecita conciencia. Te meten un flash a toda página de unos ojos repletos de pánico que taladran desde la silente Somalia y no acertamos sino a balbucir con el talante absolutamente resignado: “Hay que ver, hay que ver…” Y pasamos página enseguida, si es en un periódico en donde esos ojos se inmortalizaron, o miramos la pantalla de teuve con la frialdad del témpano hasta que esos ojos desaparecen como por encanto.

Abra usted en canal la prensa, destripe ordenadores y plasmas y obtendrá el jugo del terror que sin contemplaciones salpica los inocentes corazones que vestimos y con los que nos paseamos y pavoneamos sin sentido. Pulse el botón del crimen que llevamos alojado en el cerebro, y en seguida se le aparecerá un canto rodado escondido por entre las fibras ruinosas de una manzana podrida. No hay paraíso, eso es mentira. Aunque le oí a alguien que el paraíso está en la infancia de cada uno. No sé, puede que sea lo que más se acerque a los Campos Elisios. Porque a ella vamos casi constantemente, a la búsqueda del bálsamo que nos alivie la dolorosa quemadura del infierno. ¿La excusa para seguir adelante por este largo y tortuoso camino? También pudiera ser. Pero déjese de evasivas y accione sin reparos el control remoto de la disparatada vida que disfrutamos, que al instante saltarán los muelles de los fusiles de asalto y se esparcirán en perfectas líneas rectas los proyectiles de forma esférica o cilíndrico-ojival, de plomo o hierro, sobre esta tierra maldita y agrietada.

Sí. Como bien traza en su primer libro, La flor que me encontré, Leticia Campuzano: “La mejor película de terror jamás escrita está en las noticias”. Estoy de acuerdo, Leticia. Yo diría que en el hervidero de noticias con que se nos achicharra a cada momento, y que tratamos de quitarnos de encima a manotazos limpios porque al igual que las moscas cojoneras no se despegan de la fragilísima conciencia que ostentamos “ni con zotal”, que se asevera en mi pueblo. Te exhiben en moviola, minuto a minuto, la matanza de Siria y no entendemos de colores. Todas nos parecen iguales: la de Newtown, la de Oslo, la de Texas, la de Wisconsin, la del metro de Madrid, la de Libia, la de Afganistán, la de Irak, la de Sarajevo, la de Vietnam… “Hay que ver, hay que ver”, es lo que balbuceamos al tiempo que se derriten unos cuantos cubitos de hielo en el quinto Jack Daniels que le regalamos a nuestros agradecidos estómagos.

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