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"En un afán de controlar nuestro tiempo, nos hicimos esclavos de él, consiguió que nos preocupáramos más en cuando termina un momento que en disfrutarlo".

6:50 de la mañana “Culpable, yo también soy el culpable…”  es la tercera vez que suena el despertador al ritmo de “Los que van por derecho” de la Chirigota del Vera, esto me hace despertar tarde pero de mejor humor. Ducha y café, ¿Cuántos limones y piñas tienen las baldosas de la pared de la cocina? Vamos a leer las noticias del día en Twitter.

Así comienza mi día, cada día de lunes a viernes, Días completos en los que la rutina absorbe hasta el tiempo que tenemos libre, donde vamos siempre con hora, donde los saludos y los buenos días se convierten en costumbre, donde las conversaciones son banales, donde las relaciones personales quedan a un lado porque el tiempo se consume, porque siempre vamos con hora y porque la rutina obliga.

Caminamos a nuestro lugar de trabajo, siempre las mismas personas, siempre en el mismo punto, Conocidos pero desconocidos, ni un hola, ni buenos días, sólo compañeros de ruta o de calle mientras te diriges a tu destino. La música y la radio, los auriculares sustituyen las conversaciones, música, noticias y alguna broma o noticia absurda que hace aparecer la risa tan necesaria en estos días.

En nuestro día a día no existe tiempo para los paseos, simplemente caminamos hacia nuestro destino, no existe tiempo para las conversaciones. Lo que nos rodea no importa, no disfrutamos de nuestro entorno, no conocemos a los que nos acompañan en nuestra ruta, tan sólo nos desplazamos. Vamos con hora a todas partes, vamos con hora al trabajo, vamos con hora al supermercado, a la panadería, al mercado… Siempre vamos con hora a todos lados y no nos damos cuenta que se nos escapa el tiempo. Somos esclavos del tiempo, nos convertimos en autómatas, convertimos nuestra vida en una rutina.

Tenemos unas vidas completamente organizadas pensando que así no se nos pasa el tiempo, incluso organizamos nuestros momentos de ocio, esos momentos que guardamos para nosotros que van en un intervalo horario que guardamos para hacer aquello que hace que no nos volvamos locos con el paso del tiempo.

Y el tiempo pasa, el tiempo sigue su curso, nuestro tiempo organizado con una agenda horaria que nos permite llegar a cada sitio en el momento oportuno y mirar un reloj para que no se pase el tiempo que debemos dedicar a lo que toca.

Un tiempo que pasa por mi vida y que rige mi vida, con horarios, con rutinas y al que simplemente dejo pasar sin darme cuenta, sin fijarme en lo que me rodea, pasando sin pena ni gloria, porque al día siguiente tienes que volver a tu rutina, y sabes que al día siguiente será igual.

Y es que somos esclavos del tiempo, en un afán de controlar nuestro tiempo, nos hicimos esclavos de él, consiguió que nos preocupáramos más en cuando termina un momento que en disfrutarlo.

Y es que el tiempo se nos escapa mientras los segundos pasan y no somos capaces de vivirlos, tan sólo de dejarlos pasar hasta que se acabe ese momento.

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