El silencio nos hace cómplices

La violencia contra la mujer ha estado y sigue estando oculta, silenciada, e ignorada, lo que ha facilitado su existencia, y las razones de esta violencia las encontramos en el género, que se asignan unos papeles sociales y de poder al hombre

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Una pasada marcha feminista, protestando contra la violencia de género, en la provincia de Cádiz.
Una pasada marcha feminista, protestando contra la violencia de género, en la provincia de Cádiz.

Perplejos asistimos a frecuentes declaraciones y manifestaciones de hombres que cuestionan y niegan la violencia de género. Casualmente son los mismos hombres que también niegan la desigualdad entre hombre y mujer, y los que afirman que existe un complot contra el hombre por parte del feminismo. ¡Pobres hombres!

Pretenden restar credibilidad al movimiento de las mujeres, y a quienes junto a ellas, denuncian las desigualdades, y luchan por un mundo sin jerarquías ni violencias por razón del género. Por eso creo necesario aclarar algunas cuestiones.

La violencia contra la mujer ha estado y sigue estando oculta, silenciada, e ignorada, lo que ha facilitado su existencia, y las razones de esta violencia las encontramos en el género, que se asignan unos papeles sociales y de poder al hombre, y de sumisión e inferioridad a la mujer, generando de esta forma la idea de superioridad de aquel, el derecho al control de la vida de la mujer, y el ejercicio de la violencia del hombre como forma de sometimiento.

No se trata pues de una violencia a la que todos los individuos, con independencia del sexo que tengamos, estemos expuestos por el hecho de vivir en sociedad inmersos en alguna de las distintas relaciones de poder existentes. Estamos ante una violencia específica, basada en el poder que ejerce el género, y que afecta a la mujer por el simple hecho de serlo. Esta es la diferencia entre violencia sin más, y violencia de género, una cuestión tan sustancial como evidente.

La violencia de género es una herramienta del patriarcado para protegerse del avance de la mujer y la conquista de sus derechos, una forma de mantenimiento de la dominación masculina frente a las conquistas del feminismo, y precisamente uno de los grandes logros de las leyes contra la violencia de género, ha sido sacar a la luz esa violencia oculta, disfrazada, de la que siempre se culpabiliza a la mujer imputándole la responsabilidad de la actuación violenta del hombre, por haber roto el orden establecido. Atenuando de esta forma la conducta de abusadores, violadores, y asesinos, siempre hombres.

No fue violencia, solo una discusión; exagera para obtener un divorcio rápido y beneficioso; él tuvo un mal día en el trabajo, no quería hace eso; la regaño por mala ama de casa, no hubo ni un hueso roto, solo contusiones; la pegaba lo justo; estaba bebido, no era él mismo; o algo habrá hecho, son solo algunas de las muchas expresiones que de boca del machismo, seguimos escuchando para justificar la responsabilidad de los hombres, y ocultar sus actos violentos hacia las mujeres.

La estrategia de estos hombres es no nombrar, ocultar, confundir, y mentir, afirmando que la sociedad es violenta, que hay hombres que sufren violencia a manos de mujeres, o que las leyes contra la violencia de género pretenden la destrucción del hombre, acabar con la masculinidad mediante la creación de un hombre débil, afeminado, y servil.

Se olvidan de las violaciones de los derechos humanos de las mujeres, las vejaciones, abusos, agresiones sexuales, y asesinatos, que a diario se suceden en el mundo, delitos todos ellos cometidos por hombres. Hombres cuyo móvil no fue el económico, guerras, tumultos, u otras manifestaciones violentas, son hombres “normales”, que en la mayoría de ocasiones tenían una relación afectiva con las víctimas, y hombres que utilizando su poder económico, social, de género, y la fuerza, violentan la voluntad y el sexo de mujeres, jóvenes, y niña, con el único fin de obtener poder, placer y humillación. Pero respecto a eso, callan.

Esta es la vergüenza a la que asistimos, la de una sociedad que se niega a reconocer la existencia de una criminalidad, que basa su poder en un sistema patriarcal y machista, que les autoriza a todo tipo de crueldades. Y es también la tragedia a la que los hombres seguimos sin plantar cara, mirando a otro lado, sonriendo las "bromas", o callando ante quienes justifican y pretenden que todo siga igual.

Son estos pensamientos, esta cultura, y esos hombres machistas, totalitarios, misóginos que enfurecen cuando alguien les habla de igualdad y derechos de las mujeres, a quienes es preciso combatir, desenmascarar, e impedir que con sus falsedades sigan contaminando la verdad. Yo desde esta tribuna, y en todos los foros y ámbitos de mi vida, no dejaré de hacerlo.

Por eso el lunes 21 de octubre, convocados por la Asociación de Hombres Por la Igualdad de Género, en la mayoría de las ciudades de nuestro territorio, los Hombres nos concentraremos, para formar, uniendo nuestras manos, una gran “Rueda de Hombres contra la violencia machista”. Es también tú momento, infórmate y únete.

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