El racismo de ‘la máxima autoridad’ del PSOE de Susana Díaz

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

Verónica Pérez.
Verónica Pérez.

Tengo un amigo que me dice muchas veces que le gustaría preguntarle a los dirigentes del PSOE andaluz cuál ha sido el último libro que se han leído o la última vez que fueron honestos. Es lo primero que se me ha venido a la cabeza al ver a Verónica Pérez, esa estrella mediática fugaz por ser la ‘máxima autoridad del PSOE’ durante el enfrentamiento guerracivilista entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, pedir la dimisión de Antonio Nogales, alcalde de Pedrera (IU), por supuestamente haber dicho éste que “le gustaría ver gente fusilada” durante una asamblea con los vecinos del pueblo para intentar frenar un conflicto racial contra la población rumana local a la que los concejales locales del PSOE han echado gasolina al liderar una marcha por las calles del municipio con lemas tan humanistas, socialistas y moderados comos que el alcalde da dinero, trabajo, luz y agua gratis y protege a los rumanos. Ni Donald Trump.

Verónica Pérez, que la pobrecita se bajó del fracaso escolar y se subió al coche oficial para dirigir la Delegación de Hacienda de su pueblo (San Juan de Aznalfarache, Sevilla) con sólo 21 años, no sabe la diferencia entre una oración simple y otra compuesta. En las oraciones compuestas, formadas por dos o más oraciones, todas las partes guardan relación. A la fugaz ‘máxima autoridad del PSOE, convertida en secretaria general de PSOE de Sevilla en calidad de mujer de máxima confianza de Susana Díaz, ha preferido difundir un vídeo manipulado por su partido en el que se corta la segunda oración del alcalde de Pedrera que tiene una relación de dependencia con la primera y así poder pedir la cabeza del alcalde en lugar de ayudar a frenar el conflicto xenófobo que tiene ya a siete personas detenidas y al pueblo tomado por la Guardia Civil después de los violentos altercados del fin de semana.

“A mí también me gustaría ver gente fusilada pero eso no podemos hacerlo”, es una oración adversativa, expresada en una asamblea de vecinos del pueblo a los que  el alcalde de Izquierda Unida trataba de calmar para evitar otro rebrote xenófobo. La segunda parte de la misma se opone a la primera a través de la conjunción adversativa “pero”. Se estudia en primero de bachillerato, señora Pérez. Si hubiera estudiado más Lengua y acudido menos a los retiros de fines de semana de las Juventudes Socialistas de Andalucía, en los que se enseñaba que ser político es construir redes clientelares, aprenderse argumentarios de carrerilla para que no se note la insustancialidad del orador y a defender antes los intereses del partido que el bien común, la secretaria general del PSOE sevillano no se hubiera atrevido a colgar un vídeo manipulado en Twitter y azuzar más aún el incendio racista que está poniendo en peligro la convivencia en un pueblo tranquilo, de gente jornalera y luchadora, en el que Antonio Nogales es alcalde por mayoría absoluta desde el año 2007.

El único mensaje que debería publicar Verónica Pérez es el anuncio de expulsión del PSOE andaluz de los seis concejales socialistas de este pueblo de la Sierra Sur de Sevilla por liderar las manifestaciones xenófobas contra las personas de origen rumano del municipio, a quienes 200 salvajes han reventado sus coches, aporreados las puertas de sus viviendas e incluso plantarse delante de la vivienda del cura del pueblo por pedir algo tan sensato y cristiano como que el delito de un rumano no es imputable a todos los rumanos y que la justicia la imparten los jueces y no una jauría de salvajes implantando el terror en una localidad de gente sencilla en la que todos los vecinos y vecinas, independientemente de su origen, son un mismo pueblo e hijos del mismo Dios.

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