Teresa Rodríguez, de Adelante, y Toni Valero, de IU, en una manifestación de hace unos meses con el también expulsado José Ignacio García
Teresa Rodríguez, de Adelante, y Toni Valero, de IU, en una manifestación de hace unos meses con el también expulsado José Ignacio García

Se supone, así se explicó, que el motivo que ha llevado a Anticapitalistas abandonar Podemos ha sido la imposibilidad de que la coalición electoral Adelante Andalucía se convirtiera en un “nuevo sujeto político andaluz”, libre de ataduras, independiente del partido estatal y nacionalista, como si de una nueva fuerza revolucionaria se tratara. No se sabe muy bien de cuáles premisas se parten, pero a simple vista parece incompatible con lo que se entiende en Andalucía por soberanía como nacionalidad histórica, esto es, con capacidad propia de autogobierno en el marco de la Constitución Española, lo que se sitúa muy lejos del independentismo que conocemos y del federalismo que muchos defendemos.

Adelante Andalucía es una coalición electoral integrada por Podemos, Izquierda Unida, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista. En ningún caso forma parte de esta el Partido Anticapitalista que, sin embargo, sí se quiere subrogar en la marca, lo que es un imposible político, pero también jurídico, por mucho que se registre un nuevo partido político con el nombre de Adelante Andalucía. Es más, desde el punto de vista jurídico, esa marca que es una coalición electoral ya existente no puede ser sucedida por un partido del mismo nombre que se crea unilateralmente a posteriori por personas que pertenecen a otro partido. Imaginemos unas elecciones andaluzas y que a las mismas se presenten una coalición electoral y un partido político con el mismo nombre. Esta situación no se permitiría por la Junta de Electoral de Andalucía.

Lo mismo ocurre con el grupo parlamentario Adelante Andalucía, es decir, suponiendo que las personas que conocemos como Anticapitalistas, que no son ni de Podemos, ni de Izquierda Unida, deciden salirse del citado grupo o son expulsados del mismo no podrán llevarse la marca (tampoco cambiarle el nombre), pero sí constituir un nuevo grupo parlamentario (no adscrito). Eso sí, esas personas conservarían su acta, el salario y las dietas, pero los recursos y asignaciones económicas como consecuencia de los resultados electorales de 2019 los conservaría el grupo parlamentario “Adelante Andalucía”. Por tanto, lo que están haciendo, de hecho, los diputados Anticapitalistas es transfuguismo, pues no solo se han ido a otro partido, es que a la vez permanecen en el grupo parlamentario donde está el partido que han abandonado, adquiriendo unos recursos que no podrían obtener de otra forma. El conflicto jurídico está servido, siendo, además, evidente el error de cálculo político de quienes tomaron la decisión de abandonar la coalición sin evaluar el alcance de la decisión tomada.

Las direcciones de Podemos e Izquierda Unida en Andalucía no deben titubear en las soluciones a tomar, en las que caben, a mi juicio, dos opciones, o llegar a una acuerdo de conjunto y que permita reorientar la coalición electoral andaluza en todos sus términos, o dar por acabada dicha coalición, con las inherentes consecuencias, lo que incluirá poner en manos de un tribunal el futuro de la misma, a la vez que se impugna la inscripción y/o registro del partido Adelante Andalucía. Cualquiera de las dos opciones debe ser objeto de decisión política inmediata, pues el tiempo juega en contra y la onda expansiva es estatal. No hay que olvidar que en el Gobierno de España participa Unidas Podemos.

Andalucía no es un campo de juego para desarrollar debates identitarios en base a eso que se denomina “nuevo sujeto político andaluz” que, dicho sea de paso, la gente normal no sabe ni lo que es. El error es de magnitud política y llevará a sus protagonistas a la intrascendencia política, pero con un coste descomunal, por eso, cuando antes se opte por la solución que se considere más adecuada, mejor. La gente cuando vota, lo que quiere es que las cosas estén claras, así pues, más vale una vez rojo que ciento amarillo.

Es irrelevante al discurso político la reiteración de aquellos que una y mil veces se proclaman como marxistas teorizar sobre el “nuevo sujeto político”, que no es otra cosa que un “nuevo” partido político, se resistan a asumir que las posiciones obreristas, como fuerzas transformadoras de la realidad, no son el instrumento de cambio si atendemos la realidad actual. Hoy ese impulso de cambio real viene de la mano del ecosocialismo, de más democracia, del federalismo, del feminismo que se quiere y se cuida. Viene de lo cercano, no de hacer inventos con gaseosa. Viene de la mano de nuevas propuestas como la renta básica universal, el cambio climático, Sanidad y Educación Pública fuertes, un nuevo modelo productivo… ganándose la confianza de la gente normal. Viene de ir mas allá del Estado de Bienestar, caminando, como argumenta Ferrajoli, hacia una Tierra con más derechos y Derecho.

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