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Desde que llegó a mi conocimiento la polémica del formato de vino, comencé a indagar sobre las opiniones positivas y negativas que se le daban. Normalmente las negativas provenían de los bodegueros de Jerez, que veían y ven en esta forma de comercializar una competencia que no se esperaban tener.

Desde el Consejo Regulador (que engloba bodegas de Jerez, El Puerto y Sanlúcar) no creen que sea la mejor manera de hacerle publicidad a la elegancia que una botella da al vino y puede no crear una buena imagen de cara al consumidor tanto local, nacional como internacional. El Consejo, localizado al principio de la Avenida Álvaro Domecq en la ciudad de Jerez, está mayoritariamente formado por personas jerezanas, es decir, que los bodegueros de la otras dos ciudades son minoritarios. Con esto quiero dar a entender que una propuesta como la de los bodegueros sanluqueños es fácil que no sea aprobada por el motivo anteriormente explicado.

El formato del bag in box, según me dieron a entender, es para la comercialización de restaurantes, hoteles o bares, con lo que el temor de que la imagen quedase dañada es irreal. Otra ventaja reseñable es la limpieza y la higiene que tiene, porque es de usar y tirar; en contraposición de la garrafa, cuya limpieza es costosa y menos eficiente al ser probable que puedan quedar restos de anteriores transportes de vino. Y además desde el Ayuntamiento sanluqueño apoyan este modelo de venta.

En conclusión, para dar a conocer mejor los vinos de nuestra comarca se han de respetar mejor unos y otros y aprender de la cooperación que tienen en sitios como La Rioja.

Agradezco al enólogo Manuel Torres y a las Bodegas Yuste por ayudar a la composición de este artículo.

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