Vagos

José Manuel Trillo, dando un abrazo a un compañero durante un homenaje recibido hace un par de años.

La palabra vago siempre es utilizada cuando un sector siente la necesidad de ir a la huelga o reivindicar algún derecho. Es utilizada por quienes les pagan mal y quieren seguir haciéndolo. Es empleada por los que trabajan en condiciones lamentables y quieren que todo se equipare a la baja. Gente envidiosa y diría que despechada.

"Astilleros se fue al carajo por los flojos, el sector de la vid por los elevados convenios, Delphi por las condiciones tan imposibles para el empresario, Jerez Industrial por los conflictivos y flojos, los basureros cobran mucho, una cajera no puede ganar más que yo, ahora no es momento de subir salarios por la crisis, el que arriesga es el empresario, sólo se daban de baja en Carnaval y en la Feria. En el sector público hay demasiada gente y no es productivo, los agricultores engañan y se acomodan con el PER...".

¿Les suena? Ese mantra repetido una y mil veces, ese que obvia las luchas, las humillaciones, la pobreza, la externalización y la destrucción del trabajo para humillar y fabricar más barato en países de esclavos. Mientras te avisan de que eres un vago hasta despreciarte y despreciar.

La constante percepción de improductivad y vagancia de quien se implica con los trabajadores en el sindicato de tu pueblo, ese líder sindical que sufre los ataques de los ingratos. Ver al sindicalismo como sinónimo de mentira. Esa mentira, asimilada y utilizada por quienes no son capaces de ver las cosas con globalidad y observar las derivas históricas y periodos económicos. Esos que recogen frutos mientras otros han sembrado con frío la tierra. Esos, los ingratos, entregados al miedo, el populismo, la adoración al pasado que veneran sin saber que si de un plumazo se disolvíeran los derechos que se han conseguido por los que dicen ser vagos cagarían todavía en un váter para 20 personas.

Esos que creen que los pobres lo son por vicio, por falta de energía y malas artes. Esos. Vagos, menuda palabra para envidiar a quien recibirá una prestación ínfima del Estado mientras no saben o no quieren saber cómo las grandes multinacionales tributan y dónde tributan. Esos, los que creen salvar la patria, los que creen mantener a vagos sin solución. Esos, no saben que con un simple golpe de timón o una mala jugada, en un segundo, pasarían a ser y pertenecer al club denostado de sus vagos. La productividad es tan relativa como distintas son las personas, sus almas y sus características. El éxito es tan, en estos momentos, nauseabundo como sus complejos, envidias e ignorancia. Vagos, dicen... de nuevo, sin piedad y desde un púlpito de barro.

Dedicado a José Manuel Trillo Marín, por tanto.