El idiota

El presidente Rajoy celebrando un gol, en una imagen de archivo.

"Todos lo políticos son iguales. Al final todos meten la mano y el poder o el dinero los corrompe. El sistema es imposible de cambiar y el ser humano está abocado al desastre. Paso de la política olímpicamente y al final uno termina quemado”. ¿Les suenan estás frases? Pues por desgracia, de nuevo, están más de moda que nunca. Y no sólo eso, existe un boicot constante a los que creemos que el ser humano debe tener un espíritu crítico sobre lo que ocurre en nuestra sociedad, cómo se debe administrar la economía o dónde se debe destinar el dinero de los ciudadanos.

A estas alturas, de verdad, me reconforta más un liberal instruido que me diga, en toda mi cara, que no quiere que los Estados tengan que controlar, con impuestos, a un banco, o a un anarquista que no crea en la existencia de ningún Estado, que alguien que se declara abiertamente apolítico. Éstos son mucho más peligrosos. En su inconsciencia o su regusto por el desinterés sobre la administración de los recursos y metiendo a todos en el mismo saco ( los consideran unos parásitos mantenidos por su meritocracia ) no caen en la máxima de que cualquier dictadura militar o totalitarismo, lo primero que hacen es quitar, de un plumazo, a los partidos políticos, erradicando sus ideologías y sus corrientes filosóficas para dar alas al pensamiento único. En muchos casos llevando a la religión a su zenit. Como sufrimos aquí durante cuarenta años con Franco. Son adoradores de líderes de masas y banderas, observen, nunca falla. Puro humo pero muy peligroso. Muy tóxico. Despreciando el parlamento.

Decía Bertolt Brecht; el analfabeto político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe el muy imbécil, que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de los bandidos que es el político corrupto y el lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

Y es que señores y señoras, declararse apolítico es decir abiertamente a los cuatro vientos: soy un idiota, y entiendan la definición de idiota sin enfadarse. La palabra idiota curiosamente viene del griego (idiotes) para referirse a aquel que no se ocupa de los asuntos públicos, sino de los intereses privados. La raíz de “idio” significa “propio” y es la misma que en “idioma” o en “idiosincrasia”. El vocablo idiota también es usado en latín, y significa ignorante. ¿Van a vanagloriarse, a pecho descubierto, de ser un ignorante o un idiota?

Hombre, si quieren, en un ejercicio de reflexión, respiren, y caigan en la cuenta de que todos tenemos en la cabeza un modelo de gestión, por muy simple que sea. Voy a proponer un ejercicio: si nos dieran cinco manzanas y tuviéramos la obligación de repartirlas entre cinco personas, ¿cómo lo harían? Muchos dirían que una a cada ciudadano. Otros, que sólo darían tres a los más trabajadores y las otras dos las guardarían en una reserva. Algunos que se las quedarían y las entregarían en pequeños trocitos, poco a poco etcétera... ¿Ven que existen casi infinitas posibilidades sobre el reparto en cuestión? Pues eso es la política, dicho de una manera muy simple.

O empezamos a tener claro cuál es el reparto que más nos conviene, según nuestras necesidades y circunstancias, allá cada uno, o desde la idiotez de obviar todo lo que nos atañe sólo daremos oportunidades a los que se quedan con todo el saco. Y se lo están quedando. Pongan en el Google la palabra neoliberalismo y lean… Su educación, su sanidad, su pensión, su desempleo, sus derechos y libertades como individuos y su ocio, todo eso, son esas manzanas. Incluso su idiotez al no querer intervenir en política, es hacer política. Pues su omisión y regocijo patatero afecta en la manera de gestionar en quien manda y de quien reparte, ese que se beneficia de su absoluto desprecio. No sean idiotas.