El feminismo está de moda, ¿menos mal?

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25 de enero de 2017 a las 23:21h

Quizá es que no acabamos de creernos que haya llegado nuestro momento en la Historia, un momento que no hemos tenido nunca antes, y tal vez nos abruma.

Después de la Women's March en Washington del pasado sábado, podríamos decir que el feminismo está de moda, especialmente contra Trump. Creo que no hace falta explicar por qué: la primera potencia del mundo estará a partir de ahora gobernada por un multimillonario machista, narcisista, irrespetuoso a más no poder con todo aquel que no sea blanco, hombre y rico, y sin experiencia alguna en política. 

Contra eso protestaban los miles de personas que se reunieron en Washington para protestar con gritos de He's not my president y Love trumps hate. No en vano Donald Trump es el primer presidente de los Estados Unidos desde George Bush (padre) en perder el voto popular. El discurso de la actriz Scarlett Johansson expresaba perfectamente el sentimiento de gran parte de la población estadounidense: “Presidente Trump, yo no voté por usted. Dicho esto, respeto que sea nuestro presidente electo y quiero ser capaz de apoyarle. Pero mi pregunta es: ¿va a apoyarme usted a mí?”

La Women's March fue todo un éxito; congregó en torno a medio millón de personas de todo sexo, clase, raza y edad, contó con la asistencia de numerosas celebridades y activistas y da esperanza a los estadounidenses que no reconocen al desequilibrado magnate como su presidente, que se niegan a aceptar que alguien como él tenga el mando de sus derechos, y especialmente da esperanza a las mujeres. Y algo tan poderoso, hermoso y esperanzador constató que algo realmente está cambiando.

Pero todo esto conlleva un peligro, algo que llevamos viendo durante bastante tiempo y sobre lo que ya se ha discutido. Y es todo lo que lleva consigo la, podríamos decir, “comercialización” del feminismo. El apoyo de las celebridades (dejando claro que yo estoy completamente a favor de que usen su voz para apoyar causas como esta; y al fin y al cabo ellos también son ciudadanos estadounidenses) puede ser un arma de doble filo; legitima a los detractores para calificar actos como este de oportunistas, de demagogia o de moda.

Y en cierto sentido no les faltaría razón. Por poner un ejemplo, Dior ha lanzado hace poco una camiseta con el lema We should all be feminists (“Todos deberíamos ser feministas”) que la famosa bloggera italiana Chiara Ferragni, entre otras, ha popularizado. ¿El feminismo se ha convertido en una moda? En parte y para muchas personas sí, lo cual tiene algo positivo y algo negativo. Por un lado, ello implica una mayor concienciación y propagación de los ideales feministas; provoca que individuos que en otra época o de otro modo no se hubieran interesado por ellos, ahora apoyen la causa. Por otro, como todos sabemos, las modas no suelen traer nada positivo o que perdure. Un ejemplo: cuando las grandes revistas de moda y los diseñadores han hecho suya la estética de ciertos movimientos musicales, estos prácticamente murieron. Lo vimos con el punk y con el grunge. La clave, supongo, estará en combinar la moda con la lucha social.

Pese a todo esto, oía los discursos de Scarlett Johansson o de Alicia Keys en Washington y no puedo no creérmelos; es más, no quiero no creérmelos. Porque son mujeres, porque son estadounidenses, porque tienen hijas, como dijo la actriz, que tendrán que crecer bajo la presidencia de Trump. Quizá es que no acabamos de creernos que haya llegado nuestro momento en la Historia, un momento que no hemos tenido nunca antes, y tal vez nos abruma. La Women's March ha conseguido algo importante: crear controversia sobre hacia dónde va el feminismo y en qué punto está, ahora que el neoliberalismo va tomando posiciones. Y precisamente por eso resulta un acontecimiento tan inspirador.