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 Soy mayor, soy mayor. Claro que sí, pero eso no es nada negativo.

Me cansan las mamás sexys, las abuelas sexys, las maduras sexys. Lo confieso. No salgo de mi asombro ante tanta superficialidad. Las noticias de la mañana me despiertan con la imagen de una Claudia Cardinale pasada por el Photoshop en el cartel del festival de cine de Cannes. ¿Acaso una mujer a punto de cumplir los 80 años tiene que tener la cintura de una veinteañera? Es asombroso. Las revistas dominicales, incluso las de los diarios más serios, se empeñan en mostrarnos a una Sofía Loren, mujer a la que no le faltó belleza en su juventud, con un aspecto increíble. No puede ser que sea real. ¡Santo cielo... casi 80 años! Una mujer de esa edad no puede tener ni las piernas, ni los pechos, ni la tersura en el rostro que nos muestra la portada y las páginas interiores, a cual de todas más irreales. No salgo de mi asombro y pienso en la razón de todo este disparate. Esa resistencia a hacerse mayor; a asumir la edad con naturalidad; a ser una abuela como "Dios manda" , con sus arrugas y todo. ¿Por qué es más bella con esa pinta? No es más bella: es un esperpento de lo que fue. Si se nos quiere presentar como un modelo para las mujeres de carne y hueso, francamente, están en un error. Creo que Pilar Bardem o Lola Herrera tienen más o menos la misma edad, y no hay color. Ambas son mujeres mayores reales, aunque cuidadas, pero sin esa neurosis de querer mantenerse joven eternamente. La última que me viene a la cabeza, es Norma Duval. Otra de las abuelas, cuya mayor cualidad, a su edad, es ser muy... muy sexy. En fin... Con su larguísima y cuidada melena, su cuerpazo de infarto... Un modelo que resulta difícil de imitar. Y menos mal... ¡Ufff, vaya trabajo! 

Recuerdo a Penélope Cruz, a los pocos meses de dar a luz a su primer hijo. Su paseo por la alfombra roja de los Oscars. Estos eran los titulares: "Penélope: una mamá muy sexy". Y yo me pregunto: ¿Tenemos que ser sexys las mamás...? ¿Es eso lo que se nos pide...? ¿No es cierto que el papel de madre pide otro tipo de cualidades que nada tienen que ver con ser objetos o símbolos sexuales? También he visto a Paz Vega en titulares y fotos similares, a las pocas semanas de dar a luz. Y la verdad es que no entiendo dónde está el avance de las mujeres de este siglo. A este grupo se añaden cada día otras, como Elsa Pataky, Sara Carbonero o Amaia Salamanca, que lucen cuerpazo después de una maternidad que parece que no ha pasado por sus cuerpos.  Y los comentarios de las periodistas suelen referirse, tanto en el embarazo como en el posparto a que no han perdido su linda figura... ¡Increíble!

Se supone que unas y otras deben ser mujeres inteligentes para haber llegado profesionalmente a donde han llegado. Sin embargo, ellas mismas se empeñan en aparecer públicamente como si la maternidad no las hubiera tocado; como si ese ciclo vital tan importante para las mujeres, no dejara su huella sobre nuestros cuerpos (emocionalmente es evidente que deja) Se empeñan en seguir presumiendo de sus atributos sexuales, como si eso las definiera. Y si para eso tienen que negar lo evidente después de un parto, o sea, la redondez de las formas, los pechos preparados para amamantar a una criatura, lo hacen. Al menos lo intentan, por lo que dicen esas fotos francamente desafortunadas, incluso faltas de elegancia. Pero todos aplauden esas imágenes. La prensa está entusiasmada con que las mujeres sigan siendo eso que tanto vende: un cuerpo, pero un cuerpo cuya principal función es ser objeto de deseo. 

Pues nada, aquí estoy yo, con mis 66 añitos, abuela de pelo blanco y arrugas. No me escondo. Presumo de estar así de bien y no me gusta ese empeño de algunas mujeres en querer convencerme de que yo no soy mayor. Soy mayor, soy mayor. Claro que sí, pero eso no es nada negativo. Es sólo una cuestión de tiempo. El tiempo que pasa por mi cuerpo, pero que no me hace una persona acabada, ni artificial, dormida en los laureles, ni víctima de nada...  Hace pocas semanas se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Pues cuando llegan esos días tan señalados, una de las cosas que tenemos que reivindicar es poder ser como somos, sin miedo a esa invisibilidad de la que tanto se habla. Quiero ser visible por otras cosas y no por mi cuerpo serrano, porque no soy Sofía Loren... Aunque es evidente… Digo yo.

 

 

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