El cofre del tiempo

Antonia Nogales

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Presido Laboratorio de Estudios en Comunicación de la Universidad de Sevilla. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

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Los periodistas vivimos siempre en un tiempo que aún no existe y escribimos el relato de la tierra que aún no se pisa.

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana… Así arranca una de las novelas más famosas de la literatura contemporánea en castellano. Esta crónica de una muerte anunciada ha dado lugar también al archiconocido cliché que empleamos para referirnos a la perpetración irremisible de algo que sabíamos que iba a producirse. Lo sabemos, pero no por ello podemos evitarlo. No por ello sabemos qué hacer con eso que descubrimos. Algo parecido a lo que sucede con la risa en un momento inapropiado, con las miradas que se deslizan sin pretenderlo hacia donde no deben o con el enamoramiento que sobreviene con respecto al congénere más indeseable. Así llegamos a ser.

Cuando se escriben estas líneas aún resta una hora para el cierre de los colegios electorales en Cataluña e ignoramos lo que va a ocurrir. Aún así, se cierne sobre nosotros la confusa tesitura de que sabemos que lo sabremos con la llegada de la noche cerrada. Cuando usted, mi amado lector, pasee por estas líneas mañana sabrá mucho más que yo hoy. En esa línea, quien les escribe se siente como aquellos adolescentes que deciden enterrar un cofre en un bosque con muestras de la civilización presente. Su objetivo es que se desentierre en el futuro y que sus descendientes, muy posteriores en el devenir histórico, retomen esas huellas del pasado y las examinen como muestra de lo que un día fue. También ellos, cuando acaricien con sus manos del siglo XXII el cofre, cuando sus futuristas uñas se llenen de tierra como lo hicieron hoy las nuestras al enterrarlo, cuando miren con ojos extraños lo que hoy es cotidiano… también ellos sabrán más y sabrán que lo saben.

El ser humano es presa de su tiempo, esclavo y convencido en su propia era. Encadenado a ella más de lo que puede atisbar; por mucho que desee, como reza la canción, vivir más vidas que la que le pertenece.  Es regla de oro en esto del periodismo trastocar siempre el tiempo real del plumilla para adaptarlo al del destinatario. Porque lo que importa en nuestro oficio es siempre el otro. Si el público va a leer una pieza al día siguiente, es necesario que el informador finja estar en ese día al escribir, por mucho que el texto en cuestión se redactara una semana antes. Se trata de un mecanismo que permite al periodista asistir en cierto modo al acto de recepción. De alguna manera, al vivir el momento de cada receptor, se habita también en él por un instante. Por eso puede decirse que los periodistas vivimos siempre en un tiempo que aún no existe y escribimos el relato de la tierra que aún no se pisa. Esa es nuestra venia. Hoy tenemos un ejemplo de oro con esto de las elecciones más surrealistas –con mis disculpas a Buñuel, a Dalí y a otros tantos- de la España reciente. Lo único que cabe añadir es que, bajo la libertad que me brinda esta ventana, he decidido romper hoy esa convención de cortesía y contar el momento presente: ese que a usted ya le queda atrás, ese en el que aún no se sabe.

Porque antes de conocer, todo es posible. Antes de contemplar el color del cielo, todos los tonos son adecuados, todos están en el firmamento imaginado. Y a la vez ninguno. Ahora, que nada ha trascendido y que cualquier escenario es una opción, la mente echa humo y se refugia en la tecla.
Cuando Santiago Nasar se despertó aquella mañana, en cierto sentido, sabía que algo ocurriría. Cuando la juventud reina, el universo de opciones es inabarcable. Sabes que sabrás, aunque no puedas atisbar aún lo que será desvelado. ¿Quién ganará? ¿Quién habrá ganado? Cuando el lector conozca estos pensamientos en voz alta ya podrá dar respuesta a estas preguntas. Pero ¿qué importancia real tienen? ¿En qué medida afectará al futuro lo que a estas alturas ya hemos descubierto? Los titulares se poblarán de datos, porcentajes y frases hechas como ayer lo hicieron de especulaciones e intenciones de voto. ¿Cuál es la diferencia? ¿Meteríamos el periódico de hoy en nuestro cofre del tiempo? Todavía no han dado las ocho de la tarde.

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