Atardecer en el centro de Madrid.
Atardecer en el centro de Madrid. MANU GARCÍA

Entónese al ritmo de chotis. Algunos hablan de nacionalismo español aunque, en los últimos años, todo ese conjunto de banderas rojigualdas y neoliberalismo tiene un epicentro: 'MadriD'. Este nacionalismo madrileño no se sustenta solo desde un aspecto geográfico, es una manera de ver España como una única entidaD en la que la capital del reino lo es todo. El espectáculo dantesco que nos han estado ofreciendo el PP y los ayusers con sus carteles de “España con Ayuso”- ¿dónde he visto yo eso antes?- no debe sorprender a nadie. Para ellos 'MadriD' lo es todo. Me atrevería a decir, incluso, que la gran mayoría de personas que los apoyan desde otros territorios, en realidaD lo único que quieren es que sus casas (Andalucía, Valencia o Castilla León), sean parte de 'MadriD'. Solamente existe 'MadriD' y la periferia: 'MadriD' del Norte, 'MadriD' del Sur, 'MadriD' del Este o 'MadriD' del Oeste. Y no hay más. Todo uniforme y bien colocadito. No olviden que en 'MadriD' se inventó el Flamenco y se hace la mejor fabada de España. 

Y para los nostálgicos de la capitalidaD, la nueva reina católica casualmente también se llama Isabel. Un friki como yo debe reconocer que Ayuso es la mejoCersei Lannister que jamás se haya visto y, curiosamente al igual que la de la serie de HBO, la relación con su hermano también le está trayendo problemas.  Pero tranquilos, que nada de eso importa en 'MadriD'. Lo que nosotros llamamos corrupción para ellos son “cosas de familia”. Quizás esto ocurra porque los extranjeros debemos entender que, en realidad, en 'MadriD' no se habla español o castellano. En 'MadriD' se habla madrileño y, como hace Pablo Motos, se ríen de cualquier otro acento que consideren inferior. Si tienes complejo y quieres hablar como ellos solamente debes conseguir que la D final de 'MadriD' nos escupa al resto. 

En 'MadriD' no hay comunismo y se odia a la izquierda. 'MadriD' defiende a ultranza el libre comercio y la privatización de todo aquello que huela a público. Los beneficios de los de arriba son el bien a proteger (ellos lo llaman negocios), los bares antes que la sanidad. Cuando hay crisis, en 'MadriD' se exprime el limón por abajo y lo que sus dirigentes llaman pérdidas se traducen en que, en lugar de tener un Ferrari, Borja debe conformarse con el Audi. En Madrid, se esconden apellidos eternos bajo su falsa meritocracia. En 'MadriD', hay que proteger a la reina ante cualquier ataque, y con ayuda de los voceros afines, convertirla en víctima. En 'MadriD', el que denuncia el robo puede llegar a convertirse en ladrón y, curiosamente, los que atentan contra los derechos de los demás llaman a sus opositores terroristas. Allí -o aquí, porque gobiernan y gobernarán los mismos- los que hablan de los asquerosos ERES de Andalucía votan al partido de Aguirre, Ignacio González, Cifuentes o Ayuso; y es que en 'MadriD' prefieren que les roben los suyos a que gobiernen los otros. 

Tristemente, lo que hemos visto en el PP estos días solamente es la claudicación ante la nueva reina trumpista. Muchos creían que la gran mayoría de nacionalistas madrileños se habían ido a VOX, pero ni por asomo y, poco a poco- a la sombra de un carguito- han ido retomando lo que ellos consideraban suyo y robado. Ahora, probablemente durante un tiempo, se camuflarán esperando a que capee el temporal aunque, por mucho Feijóo que venga, antes o después volverán como Voldemort en Harry Potter. Si no es con la Lannister de Madrid será con otro u otra, pero no dudéis de su regreso. 

Desgraciadamente, porque en ello nos va el futuro de todos, variar ese rumbo en el PP es prácticamente imposible pues está en su génesis, en sus apellidos dobles y en sus amigos.

Por cierto, este artículo lo escribe un enamorado del otro Madrid.

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