Una actuación en el Teatro Falla en anteriores ediciones del COAC.
Una actuación en el Teatro Falla en anteriores ediciones del COAC.

No podemos rasgarnos las vestiduras porque alguien piense que las chirigotas son un aburrimiento, y luego asombrarnos por la reacción que ha tenido la actuación de esta agrupación chiclanera.

Que Cataluña iba a ser uno de los temas recurrentes del Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz (COAC) en su edición actual era algo que nadie dudaba. Yo mismo, que no soy muy aficionado, escribía sobre ello en otro de mis artículos, y es que no podía faltar alguna que otra crítica a quien pide a gritos ser trending topic de los repertorios carnavaleros.

En el carnaval gaditano se ha criticado a reyes, pontífices, deportistas, artistas, empresarios y, sobre todo, a políticos. La mayoría de estos últimos incluso, al menos de cara a la galería, reaccionan con humor ante los cuplés y los pasodobles que les dedican año tras año, conscientes del carácter sátiro y transgresor de las agrupaciones que suben a las tablas del Gran Teatro Falla. Otros, los menos, se lo han tomado peor y se ha especulado incluso con la amenaza de una demanda, no sólo dentro del ámbito político.

El humor del COAC es muy distinto al que gastan los independentistas catalanes, y ver a su ex presidente ajusticiado de tal manera, condenado por el patio de butacas del Falla, han vuelto a inundar las redes sociales con los recurrentes y ya manidos insultos y desprecios que desde las cercanías de Tabarnia nos dedican de tiempo en tiempo. Ya ocurrió cuando la chirigota del Selu acudió a actuar al mitin de Ciudadanos, aprovechando la revista Mongolia para decir que las agrupaciones son una brasa.

Entonces me sorprendió que ese comentario cayera tan mal en los ambientes carnavaleros gaditanos, y el episodio de la ejecución simbólica de Puigdemont no hace más que reafirmar mi postura. No podemos rasgarnos las vestiduras porque alguien piense que las chirigotas son un aburrimiento, y luego asombrarnos por la reacción que ha tenido la actuación de esta agrupación chiclanera. Queramos o no asumirlo, el carnaval no gusta a todo el mundo, y si nos parece mal que no le agrade a alguien, debemos entender el revuelo mediático que se ha montado y la reacción de los independentistas catalanes.

A mí no me parece bien que se represente la muerte de nadie, pero siendo gaditano entiendo que la intención de La familia Verdugo y su letrista Álvaro García, a quien por cierto conozco y no dudo de sus buenas intenciones, no está movida por el odio al que muchos están apelando desde Cataluña. Pero añado que también entiendo que haya quien pueda sentirse ofendido. En un mundo como el actual, en el que hay que cogérsela con papel de fumar porque siempre habrá alguien preparado para criticarte, hay que asumir que la intención primera de una acción puede ser interpretada de manera totalmente contraria. En este caso puede ser más grave porque se trataba de la ejecución de una persona.

¿Qué ocurriría si la revista Mongolia, por ejemplo, publicara una viñeta simulando la ejecución de algún personaje del carnaval gaditano? ¿Reiríamos? Habría de todo, supongo, pero si tanto se criticó que llamaran brasas a las chirigotas, me da que en Cádiz no se recibiría demasiado bien. En fin, tampoco es pa ponerse ajín.

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